4 formas de cambiar tu actitud ante los problemas

Estas reflexiones pueden ayudarte a resolver cualquier dificultad partiendo de una actitud positiva, sin perder la serenidad o la perspectiva.

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Acota el problema

Intentemos circunscribir los problemas cuando aparecen. Lo mejor es describir cada uno en una sola frase. Escribirla nos ayuda a enfocar lo importante y desechar lo superfluo.

Las dificultades no son infinitas, tienen un inicio, un recorrido y un final. Un lugar. Un tiempo. Una historia. Vislumbrar el origen nos puede dar pautas sobre cómo afrontar, con inteligencia y serenidad, su desenlace.

Que nuestros problemas no inunden la totalidad de nuestro ser. La vida se manifiesta en un equilibrio delicado entre obstáculos y fluidez.

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No te deseperes

La angustia o la impaciencia no son buenas consejeras para hallar soluciones eficaces. Algo que hoy nos resulta inmenso, en el futuro cercano será una nimiedad. Permitamos que el tiempo también resuelva, con su infinita sabiduría, aquello que no podemos cambiar.

Aprendamos a mantener y compartir momentos de silencio. El silencio nos devuelve el sosiego necesario para tomar buenas decisiones.

Cada acción meditada con anticipación tiene mucha más fuerza y solidez que las habituales reacciones automáticas.

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Comparte tus problemas

Compartamos nuestros dolores o angustias con personas confiables y sabias. La mirada externa equilibra la propia.

Las preocupaciones de nuestro prójimo pueden restablecer las nuestras en su justa dimensión. Podemos ofrecer nuestra empatía, escucha, cordura y moderación para apoyar a quienes queremos y, al mismo tiempo, para dimensionar si nuestros problemas requieren verdaderamente tanta dedicación.

Establezcamos prioridades en la meditación, en sus diversas formas, y definamos aquello que es profundo y lo que es superfluo en ese flujo perenne, y analicemos nuestros inconvenientes hasta definir si tienen la consistencia real como para dedicarles nuestra atención plena o si, al contrario, es más conveniente descartarlos de nuestra conciencia.

El diálogo honesto con quienes nos rodean ayuda a mantener la calma cotidiana en una actitud abierta y solidaria hacia nuestro entorno.

Una actitud amorosa y compasiva hacia quienes nos rodean facilita nuestra vida cotidiana. Adquiere la costumbre de controlar, cada noche, antes de dormir, los pensamientos negativos que tenemos hacia alguien. No importa si ese individuo nos ha hecho daño. Si le dirigimos nuestros pensamientos benevolentes, se restablecerá el orden y la paz en nuestros corazones.

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Confía en tu futuro

Los problemas dependen del cristal a través del que decidimos observarlos. Mantengamos la perspectiva, la mayor amplitud de espíritu posible cuando intentamos observar los acontecimientos. Siempre hay un flanco escondido que nos puede ofrecer una colaboración imprevista.

Pensemos siempre hacia el futuro inmediato. Sepamos que contamos con los recursos suficientes para reparar todo dolor o preocupación.

Cada día sale el sol. Incluso si vivimos compungidos, estresados, preocupados o angustiados, es posible asumir la decisión de cambiar hacia una actitud amable, pacífica y tierna.

 

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