3 / 4
Comparte tus problemas
Compartamos nuestros dolores o angustias con personas confiables y sabias. La mirada externa equilibra la propia.
Las preocupaciones de nuestro prójimo pueden restablecer las nuestras en su justa dimensión. Podemos ofrecer nuestra empatía, escucha, cordura y moderación para apoyar a quienes queremos y, al mismo tiempo, para dimensionar si nuestros problemas requieren verdaderamente tanta dedicación.
Establezcamos prioridades en la meditación, en sus diversas formas, y definamos aquello que es profundo y lo que es superfluo en ese flujo perenne, y analicemos nuestros inconvenientes hasta definir si tienen la consistencia real como para dedicarles nuestra atención plena o si, al contrario, es más conveniente descartarlos de nuestra conciencia.
El diálogo honesto con quienes nos rodean ayuda a mantener la calma cotidiana en una actitud abierta y solidaria hacia nuestro entorno.
Una actitud amorosa y compasiva hacia quienes nos rodean facilita nuestra vida cotidiana. Adquiere la costumbre de controlar, cada noche, antes de dormir, los pensamientos negativos que tenemos hacia alguien. No importa si ese individuo nos ha hecho daño. Si le dirigimos nuestros pensamientos benevolentes, se restablecerá el orden y la paz en nuestros corazones.