Decimos que el Amor te transforma, y lo hace. Pero el Amor primero nos forma: es el primer motor que nos impulsó como seres vivos.
También es el Amor el que impulsa a la naturaleza a crecer y avanzar a tu alrededor. El origen de esas hierbecitas que tienes bajo tus pies y de ese árbol a tu lado es el Amor entre seres vivos. La tierra misma sobre la que te sostienes desde que empezó tu viaje aquí está hecha de restos y recuerdos, de intercambios amorosos entre seres vivos. Seres que ya no están aquí pero que dejaron parte de su Amor en circulación para nosotros.
Desde bebés, venimos abiertos en nuestro corazón y en todas nuestras células a llenarnos y alimentarnos de Amor. Amor en forma de cuerpos calientes que nos acojan de nuevo, esta vez fuera del cuerpo de nuestra madre.
Amor con forma de leche materna, de caricias, de besos, de abrazos, de sonrisas, de palabras dulces, de presencia y mirada.
Luego crecemos dispuestos a seguir llenando de Amor nuestras vidas mientras nosotros también, de manera natural, lo generamos y lo repartimos generosamente a nuestro alrededor.
Pero a veces (muchas veces) ni lo que nos trajo hasta aquí fue un acto de Amor entre nuestros padres ni luego, cuando llegamos a este mundo, supieron brindarnos aquello que necesitábamos. Ellos, que seguramente tampoco lo habían recibido antes, no supieron dar lo que no tenían.
Todos nacemos receptivos y alineados con lo que de veras nos importa. Capaces de mostrar nuestras necesidades a los demás, en permanente escucha con nuestro fuero interno. Pero a fuerza de ver que afuera no hay una respuesta a esas demandas las vamos anulando. Y poco a poco vamos atrofiando esos canales de escucha y conexión con nuestro corazón.
Aun así, la Naturaleza, que es infinitamente sabia, tiene previstos mecanismos poderosos para que el Amor vuelva a alimentarnos. El Amor sigue rodeándonos por todas partes dispuesto a inundarnos con cada respiración, con cada imagen que vemos, con cada otro que tocamos.
Dispuesto a curar nuestras heridas y a transformarnos en la mejor versión de nosotros mismos.