“El universo conspira para que tú consigas lo que tu corazón desea”, esta afirmación de Paulo Coelho, en su obra El alquimista, parece ser la premisa que está detrás de lo que se ha dado en llamar la “Ley de la Atracción”.
Yo, personalmente, no creo en los poderes de esta ley de la atracción, y por varias razones. La primera es que es “demasiado bueno para ser cierto”.
Si fuera tan sencillo, todo el mundo tendría lo que desea. ¿O es que acaso las personas con cáncer no quieren curarse? ¿Es que los padres de los niños que pasan hambre no desean alimentarlos? Y, de modo más extendido: ¿es que aquellos que tienen condiciones adversas en su vida no desean estar mejor?
La segunda razón es que la “Ley de la Atracción” no solo es falaz y peligrosa (porque invita a dejar en manos de un ente supuestamente más poderoso lo que deberíamos tomar en nuestras propias manos) sino que acaba por resultar vil.
Acaba, en el fondo, por culpabilizar a aquellos que sufren por lo que les está sucediendo.
Hay que enfocar los deseos
Para tomar en nuestras propias manos la vida que realmente desearíamos vivir, tenemos que enfocarnos en nuestros deseos, y esto conlleva una serie de implicaciones personales:
- Identificar lo que realmente deseamos.
- Desprendernos de las expectativas desmedidas o facilistas.
- Aceptar que tendremos que trabajar para mejorar nuestra situación aunque no seamos nosotros quienes la hayamos causado.
- Aceptar de buen grado satisfacciones parciales o aun escasas.
- No perder de vista el factor tiempo y la virtud de la paciencia.
- Estar atentos a sorprendernos con lo que de modo inesperado puede darnos lo que necesitábamos.
- Comprender que vivir una buena vida es una tarea que lleva, precisamente, toda la vida.
Tenemos que estar muy atentos
Una cuestión importante y que no siempre tenemos en cuenta es que hay que estar atentos a que aquello que deseamos, porque no viene siempre desde el lugar que lo esperábamos.
Si anhelamos una pareja porque deseamos “compañía”, quizás a lo que haya que prestar atención es a los amigos.
Si pretendemos un nuevo trabajo porque buscamos “novedad”, quizás habría que considerar sentarse a estudiar.
Si esperamos que lo que deseamos se presente tal cual lo imaginábamos, ya acabado y de primera instancia, nos quedaremos varados directamente en el punto de partida.
¡Hay que ponerse manos a la obra!