La condena de las niñas buenas

¿Te han enseñado a ser una niña buena? Desapréndelo todo. A la mierda los besos obligados, los buenos modales y aguantar al pesado de turno.

Las niñas buenas

Las niñas buenas.

Las niñas buenas dan dos besos aunque no quieran.

Las niñas buenas no se suben a los árboles.

Las niñas buenas no dicen nunca lo que sienten de verdad.

Las niñas buenas se sientan con las piernas cruzadas.

Las niñas buenas se entregan a los demás sin rechistar.

Las niñas buenas siempre piden perdón.

Las niñas buenas siempre piden permiso.

Las niñas buenas no gritan.

Las niñas buenas no desean.

Las niñas buenas esperan.

Porque claro te enseñaron que esperar era ser buena.

Y tú esperas.

Esperas que cambie, que se comporte, que te trate bien, que te llame, que te cuide, que te sorprenda, que sea el único, que coja camino, que recapacite, que madure, que reflexione, que se dé cuenta.

Esperas.

Y piensas que sacrificarte y pasarlo mal y luchar, es amar.

Pero amar no es aguantar.

Amar es lo contrario a aguantar.

Amar es sujetar al otro para que pueda llegar al lugar que quiere llegar.

Te enseñaron que si eras buena serían buenos contigo.

Pero no es así.

Las niñas buenas son las niñas que se dejan ser malas.

Que gritan cuando no pueden más.

Que se suben a los árboles para ver siempre un poco más allá.

Que nunca piden permiso ni perdón.

Que muestran sus deseos y ejercen sus derechos sobre ellos.

Que dicen lo que sienten aunque no es lo que quieren escuchar.

Que saben que sus cuerpos y sus vidas, les pertenecen.

Que no esperan.

Sino que hacen.

Hacen días.

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Las niñas buenas saben que el amor no se dice.

Que no hay que cambiar a nadie.

Que el amor se hace.

Con quien quiera quedarse.

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