A veces, la vida se vuelve tan complicada que resulta difícil no perderse en un torrente de sensaciones. Recuerdos dolorosos que nos recuerdan al pasado, sensaciones que nos llegan a través de los sentidos desde el presente, fantasías y temores que proyectamos hacia el futuro...

Lo que nos ocurre de verdad se mezcla con lo creado por nuestra propia mente

A veces, este hecho hace que nos confundamos y lleguemos a un estado de saturación del que resulta complicado salir. Afortunadamente, hay formas de pensamiento provenientes de Asia que pueden servir para vivir de acuerdo al principio de la simplicidad.

En concreto, el taoísmo, una filosofía nacida en la China antigua, es conocido por haber creado un concepto para expresar esta idea: Wu Wei, que significa literalmente "no acción".

El camino del Tao

En un mundo en el que priman las ambiciones personales y las ansias de acumular poder, el Wu Wei es revolucionario, pero para entender su significado debemos retroceder más de 25 siglos, hasta llegar a la China contemporánea a filósofos griegos como Heráclito o Parménides.

En esa época, el pensador chino Lao Tse escribió un texto conocido como Tao Te Ching, o "libro del camino de la virtud", que fue la pieza fundacional del taoísmo.

¿Cuál era la idea de virtud según este filósofo? Su concepción de lo que es moralmente bueno estaba muy relacionada con el modo en el que creía que funciona el cosmos, que entendía como un proceso de cambio constante que se produce de manera natural y fluida.

Lao Tse creía que el estado natural de las cosas debía incluir el modo en el que las personas nos comportamos. De ese modo, el comportamiento apropiado es el que imita el fluir simple y natural de las cosas. El Wu Wei es justamente esta idea: no alterar el transcurso natural de las cosas saliéndonos del camino por el que, por defecto, fluyen las cosas.

Así, al contrario de lo que ocurre en las culturas occidentales, la filosofía del taoísmo no resalta la importancia de la acción, sino la necesidad de vivir de manera sencilla. Mientras que desde la mentalidad occidental los cambios son vistos como el fruto de luchas entre fuerzas de la naturaleza o de la sociedad, desde el taoísmo se entiende que los procesos de cambio son sencillos y naturales. Es decir, que no tiene sentido no aceptarlos y tratar de impedir que ocurran.

Una vida regida por el Wu Wei

El Wu Wei implica no concentrar la atención en necesidad de actuar, sino dejar que las cosas fluyan. Implica también sentir más apego por la sencillez que por las ambiciones y los deseos.

Pero, además, proporciona un estado mental que puede servir para meditar y para alcanzar un estado de relajación, perdiendo de vista las preocupaciones acerca de lo que nos imaginamos, lo que nos mantiene en el pasado y lo que ni siquiera tiene por qué ocurrir.

Esta poderosa idea es que, si queremos vivir el presente de forma auténtica, en vez de intentar olvidar o tratar de no pensar, simplemente debemos renunciar a estas preocupaciones. Ni intentar arrancárnoslas de encima, sino desprendernos de ellas con sencillez, no dedicar esfuerzos a mantenerlas como nosotros.

La idea que está detrás del Wu Wei es que muchas de las acciones que creemos que nos hacen vivir de forma más pura y simple en realidad las abordamos como misiones en las que hay un objetivo al que llegar mediante la acción, lo cual hace que nos frustremos.

Si en vez de enfocarlo de este modo aceptamos que la no acción es lo natural, que la virtud está en no alimentar nuestros problemas a través de nuestros esfuerzos por traerlos a la realidad, viviremos con más calma y dispondremos de un mejor equilibrio emocional.

Apreciando las virtudes de la sencillez

Si dejamos que la filosofía del Wu Wei entre en nuestras vidas, podremos abrazar la sencillez de nuestra existencia manteniéndonos al margen de dramas y preocupaciones que, aunque no nos demos cuenta de ello, necesitan de nuestro permiso para inundar nuestra mente.

Mantener la mirada fijada en lo que ya ha pasado y en lo que aún no estamos experimentando es esa clase de complicaciones a las que nos aferramos sin darnos cuenta.

El taoísmo propone que la naturaleza de los problemas que tenemos a lo largo de nuestras vidas tiene que ver con el exceso, y no con la carencia; algo impensable para la cultura típicamente europea.

Así, las claves prácticas con las que guiarse para vivir según este principio de la simplicidad son las siguientes:

  • Dejar que la mente fluya en los momentos de calma, en vez de intentar dejar de pensar.
  • Aprender a apreciar el desarrollo de cambio natural de las cosas, que es aquél que se produce sin que nuestros objetivos y aspiraciones interfieran.
  • Aceptar que los problemas son creados de forma activa por nosotros.
  • No preocuparse por el modo en el que esos problemas son representados en nuestra mente, dejar que se disuelvan solos en el torrente de nuestro pensamiento.

En definitiva, valorar la simplicidad como estilo de vida por encima de las apariencias, los deseos y las expectativas.

Para poder sacar provecho de este modo de vida es necesario dejar de asumir que lo malo que nos ocurre se debe a la falta de elementos y pasar a aceptar los procesos de cambio, cuando no los podemos evitar o hacerlo supondría crearnos nuevas complicaciones.