Una intuición que parece sobrevenir de la nada o una coincidencia que parece transmitirnos un mensaje puede llevarnos a tener  un episodio de comprensión súbita, una revelación o una "iluminación". De repente, encontramos una solución a un problema o entendemos claramente algo que hasta ahora no entendíamos. ¿Por qué de repente el cerebro parece darnos una chispa de saber interior?

La Dra. Lisa Miller, psicóloga y profesora de la Universidad de Columbia nos explica en este artículo basado en su libro El cerebro despierto (Editorial Sirio) que el cerebro está diseñado para saber interpretar las señales de nuestro entorno o del universo. Solamente necesitamos despertar el cerebro para abrirnos a esa espiritualidad.

La espiritualidad es un momento de profunda conexión con otro ser o con la naturaleza; un sentimiento de asombro o trascendencia; una experiencia de sorprendente sincronicidad, o una ocasión en que apareció alguien desconocido e hizo algo que nos cambió la vida; un instante en el que nos sentimos sostenidos, inspirados o animados por algo que nos trascendía... un poder superior quizá, o tal vez la naturaleza, o el universo, o incluso una oleada de conexión en un concierto o un encuentro deportivo. Son experiencias que podríamos calificar de espirituales.

El protagonista es el cerebro despierto, que no solo es inherente a nuestra fisiología, sino que tiene un valor incalculable para el funcionamiento del organismo y la salud. El cerebro despierto incluye un conjunto de capacidades perceptivas innatas, que existen en todos los seres humanos, a través de las cuales experimentamos amor y conexión, un sentimiento de unidad, así como la sensación de que la vida nos guía y de vivir en diálogo con ella. 

La sincronicidad, cuando dos acontecimientos aparentemente dispares se unen a nivel de significado o de conciencia, parece ser una forma de iluminar y legitimar esas chispas de saber interior, esas revelaciones o instantes de compresión súbita que sobrevienen aparentemente de la nada. Es la prueba de que podemos adquirir conocimiento de muchas maneras distintas.

 Permitirse descubrir las sincronicidades (coincidencias que parecen transmitirnos un mensaje)  que ocurren a nuestro alrededor va acompañado de una creciente conciencia espiritual y de una mejor salud mental, según un estudio de Lydia Cho, neuro-psicóloga del Hospital McLean en la Universidad de Harvard.

qué es el cerebro despierto

Todos estamos dotados de la capacidad natural para percibir una realidad que nos trasciende y para conectar conscientemente con la fuerza vital que se mueve dentro, a través y alrededor de nosotros. Tanto si participamos de una práctica espiritual como si no, y tanto si nos consideramos o no personas religiosas o espirituales, nuestro cerebro tiene una inclinación natural hacia la conciencia espiritual. 

El «cerebro despierto» se puede describir como un circuito neuronal que nos permite tener una visión más completa del mundo y, por tanto, un mayor bienestar individual, social y global. Cuando «despertamos», nos sentimos más plenos y más a gusto en el mundo, y nos relacionamos y tomamos decisiones con una perspectiva más amplia.

En este vídeo descubrirás cómo envían la información las neuronas en el cerebro:

Empezamos a entender de un modo nuevo lo que constituye nuestra identidad. Pasamos de la soledad y el aislamiento a la conexión; de la competitividad y la división a la compasión y el altruismo; de la obcecación en nuestras heridas, problemas y fracasos a una fascinación por el viaje de la vida. Abandonamos la idea fragmentada que teníamos de lo que somos los unos para los otros y cultivamos una forma de ser basada esencialmente en la conciencia, el amor y la interconexión.

Descubrí el cerebro despierto porque quería comprender a fondo la capacidad humana de resiliencia y ayudar a quienes sufrían. Pero, poco a poco, una serie de datos llamativos, sumados a varias transformaciones asombrosas que habían experimentado algunos de mis pacientes, me hicieron ver que la experiencia espiritual era un componente fundamental, aunque ignorado, de la curación.

por qué despertar el cerebro para percibir más

Cuando hacemos uso de estas capacidades perceptivas, la estructura del cerebro se fortalece y facilita la conexión, lo cual nos reporta beneficios psicológicos insuperables: menos depresión, ansiedad y adicciones, y más rasgos psicológicos positivos como la valentía, la resiliencia, el optimismo, la tenacidad y la creatividad. Hay un cerebro despierto al alcance de todos, aquí mismo, en nuestros circuitos neuronales. Pero tenemos que elegir activarlo.

El cerebro es un músculo que podemos aprender a fortalecer, o dejar que se atrofie. Con el tiempo, me he dado cuenta de que los problemas que tenemos en relación con el poder, la educación, la justicia social, el medioambiente y la salud mental son distintas emanaciones de un mismo problema: la conciencia no despierta. 

Estamos dotados, universalmente, de una capacidad curativa que no hemos cultivado ni reconocido, a la que ni siquiera le hemos dado una oportunidad. El problema está en nuestro interior. Y la solución también. Todos y cada uno tenemos la posibilidad de desarrollar plenamente nuestra capacidad innata para vivir con conciencia del amor y la interconexión y apreciando cómo se manifiesta la vida. 

El cerebro despierto es la lente interior que nos muestra una realidad, no solo más expansiva, sino verdadera. Más allá de las creencias, más allá de los razonamientos que nos hacemos y de las explicaciones que nos damos sobre cómo son las cosas. La realidad de que la vida en su totalidad es sagrada, nunca caminamos solos. Nuestro cerebro está hecho para percibir y recibir aquello que eleva, ilumina y cura. 

Cuando vivimos con un cerebro despierto, equilibrando la conciencia de logro y la conciencia despierta, hacemos pleno uso de quienes somos y del modo de percibir para el que estamos hechos. El cerebro despierto es el fundamento del saber y de la historia de la humanidad; la llamada al despertar de la conciencia resuena en todas las tradiciones religiosas, culturales y éticas; en el arte y la música de todos los lugares a través de los tiempos, y en el ser vicio humanitario y el altruismo

Cómo despertar el cerebro para entender mejor el mundo

El cerebro despierto es nuestro sitio de percepción de lo trascendente e inmanente. Es la función interna que nos permite pasar de ser un punto a ser una onda y que nos alerta de la cualidad sagrada de lo cotidiano. Para cultivarla, disponemos de todo un abanico de posibilidades, reflexivas y prácticas, expresadas con los más diversos símbolos y lenguajes. Cuando llevamos este modo de saber más consciente y pleno a nuestras familias, comunidades, escuelas y gobiernos, creamos un mundo más ético y sostenible, y a su vez esto da a nuestra vida individual más propósito y sentido; conseguimos mucho más para nosotros, para otras personas y para los demás seres vivos.

A cada instante podemos elegir cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo vemos el mundo, esto es lo que me han enseñado la búsqueda de una familia y la búsqueda de una nueva ciencia de la espiritualidad. Podemos continuar persiguiendo objetivos y recompensas, sumidos en la preocupación y las lamentaciones. O podemos vivir y despertar al verdadero tapiz en evolución que es el mundo que contemplamos y ayudamos a crear, en el que cada hilo importa y ninguna hebra está sola. Podemos despertar al saber común de todos los seres vivos y a la comunicación con ellos.

La clave es la integración. La conciencia de logro domina habitualmente nuestra vida y todo se reduce a lo que tenemos y no tenemos. Evaluamos nuestro bienestar y el sentido de lo que hacemos en función de los resultados, de si somos o no capaces de satisfacer nuestros deseos, de en qué medida conseguimos encajar en los moldes y cumplir con las exigencias. 

La conciencia despierta,en cambio, te hace vivir libre de ataduras mentales, sorprendidos por percepciones y revelaciones súbitas, pero desconectados de la esfera en que podríamos hacer algo con ellas. Por eso es necesario integrar la conciencia despierta y la conciencia de logro, planteándonos objetivos que respondan a nuestra visión.