En 1997, el maestro espiritual Eckhart Tolle publicaba su ya clásico El poder del ahora, una invitación a indagar dentro de nosotros mismos desde el momento presente, más allá del ego y del pensamiento. En esta obra, el maestro de origen alemán insiste en que el único tiempo que hay es el momento presente. Entonces, hay que vivir el momento.  ¿Pero qué hay en el momento presente?

Vivir el momento: qué significa

Cada persona tiene su experiencia, pero lo que seguro que no existe aquí y ahora son el futuro y el pasado.

Aun así, por supervivencia, nuestro cerebro funciona apoyándose en la memoria.

La mente está acostumbrada a predecir el futuro cercano y así estar preparada para lo que pueda pasar. En el cuerpo se traduce en lo que llamamos reflejos, que utilizamos en las artes marciales, al conducir o en cualquier deporte.

Cuando nos anclamos en el pasado, prolongamos el dolor de experiencias que no podemos cambiar, o bien nos proyectamos con ansiedad en el futuro, que es un nido de preocupaciones, muchas veces imaginarias.

La guerra mental también puede librarse en el presente, cuando rechazamos una situación, la postura o forma de ser de un familiar o amigo, cuando luchamos contra ello en vez de "amar lo que es", como dice Byron Katie.

Michael Brown, autor de El proceso de la presencia, define la consciencia de estar en el momento presente como "un estado de ser, opuesto a algo que hacemos".

Cuando nos encontramos en estado de flow, definido por el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi como un momento de acción en que perdemos el ego y la temporalidad y fluimos absorbidos en lo que estamos realizando, podemos llegar a ser (vivir, existir) cien por cien en el ahora.

Por lo tanto, existen dos puertas al momento presente: una es dejar de hacer para pasar a ser; la otra es fluir con lo que hacemos.

El truco de la campana para vivir el momento

El cuerpo existe solo en el momento presente.

Los maestros de mindfulness nos invitan a anclarnos en el aquí y ahora a través de los cinco sentidos, por medio de las sensaciones corporales.

Esta meditación guiada en 10 minutos te servirá para conectar con el presente en cualquier momento del día:

Aunque podamos visualizar el futuro, o viajar al pasado para desentrañar las claves de nuestra vida actual, cuanto más nos encarnemos en el cuerpo, más presentes y felices seremos.

Al estar presentes, abrimos un espacio para tomar consciencia de nuestras acciones. También alcanzamos un estado neutral como observadores.

Ese es el camino más corto para encontrarte a ti mismo. Deja de haber diferencia entre lo que eres, lo que sientes, lo que piensas, comunicas y haces.

La observación benevolente invita también a dejar de luchar contra lo que es y dejar de reaccionar en piloto automático.

Tal como concluye el orientalista y filósofo Alan Watts: "Este sentimiento de presente eterno [...] es el secreto de un ritmo de vida adecuado. Vivir sin prisas. Sin perder tampoco el tiempo. Es la sensación de fluir con el curso de los acontecimientos de la misma manera que bailas con la música, sin tratar de correr hacia delante, ni quedar atrás. Apresurarse y retrasarse son formas parecidas de intentar resistirse al presente".

Bailar, visitar la naturaleza, hacer pausas o meditar te ayuda a cultivar la presencia.

En el Plum Village y en los centros de retiro de Thich Nhat Hanh existe una bella práctica para cultivar esa presencia: de vez en cuando suena una campana que invita a toda la comunidad a dejar lo que están haciendo en ese momento y practicar respiraciones con atención plena.

Vivir el momento: el truco de la campana en un minuto

Estar siempre ocupado, la rumiación mental, vivir con prisas, la sobreestimulación... Los enemigos del momento te impiden estar presente. De ahí la importancia de darse una pausa.

Esta práctica se basa el ejercicio que te propongo. Dejar de resistirnos y estar presentes son dos claves para amar lo que es.

Como los monjes del Plum Village:

  • Usa tu reloj o tu móvil para programar 4-5 alarmas a lo largo del día, en momentos distintos de la jornada. Puedes elegir, por ejemplo, el sonido de una campana.
  • Las alarmas te servirán como la llamada a parar de Thich Nhat Hanh. Te recordarán que hagas un alto para respirar unas 5-6 veces y reconectar contigo mismo.
  • Para, observa y luego anota tus sensaciones. No importa dónde estés o lo que estés haciendo, observa cómo te sientes tras esta práctica y, si te vienen inspiraciones, anótalas. Verás cómo en unas semanas todo cambia.

Truco extra: el ejercicio del silencio sanador

Especialmente si vives en un entorno urbano, el ruido constante afecta a nuestro equilibrio de modo patente, como concluyó en 2011 la OMS, refiriéndose a la contaminación acústica como una plaga moderna que aumenta los niveles de estrés, los problemas de insomnio y la ansiedad, además de menguar nuestra atención.

A la banda sonora urbana indeseada podemos añadir otras distracciones acústicas de nuestro día a a día: el rumor de la tele o la radio de fondo, la música ambiente a la que no prestamos atención, las notificaciones del móvil, o incluso el zumbido de electrodomésticos poco silenciosos. Nuestro sistema nervioso necesita de oasis diarios de silencio para recuperarse de los estímulos y volver a su centro. En este artículo te contamos cómo practicar esos momentos de silencio sanador.

¿qué es el silencio sanador?

El silencio sanador no es la ausencia total de ruido, como una cámara de aislamiento acústico. De hecho, en la naturaleza el silencio nunca es absoluto, está punteado de sonidos como los cantos o los movimientos de los animales, el viento o la lluvia. Sin embargo, el baño de bosque, shinrin-yoku para los japoneses, sigue siendo un baño del silencio urbano que relaja el cuerpo y la mente.

Reconectar acústicamente con la naturaleza es un bálsamo para el sistema nervioso, que regresa a su hogar natural. El silencio nos ayuda a descansar, cura y nutre el alma, ofrece la posibilidad de conectar con nosotros mismos, y favorece los procesos mentales para aclarar los pensamientos y tomar decisiones importantes.

Sentarte en silencio contigo mismo es la base de la contemplaci��n y una manera poderosa de conectar con tu manantial interior. Hay prácticas sencillas con las que puedes asegurar que tu cerebro no se desgaste con la afluencia infinita de estímulos:

  • Haz unos minutos de pausa entre reuniones para respirar sin hablar con otros ni ver mensajes; también hay un silencio visual.
  • Concédete espacios de autorreflexión. Puedes utilizarlos para escribir.
  • Reservar tiempo para leer, sin ninguna otra distracción.
  • Escucha a un amigo con toda la atención de que seas capaz.
  • Practica mindfulness: puedes hacerlo sentado o caminar con lentitud y presencia.
  • Pasa tiempo en la naturaleza escuchando el viento, los pájaros, los insectos o el rumor del mar.

ejercicio diario para conectar con el silencio sanador

Reserva un tiempo a diario para ti, dos tandas de 10 minutos: por la mañana al levantarte y otros tantos por la noche antes de acostarte. Practica la secuencia que te cuento a continuación.

  1. En los primeros tres minutos, céntrate en tu respiración, tómate el tiempo de observarla. Puedes acompañar este tiempo de calma con la escucha de música.
  2. En los siguientes cuatro minutos puedes tomar notas, dibujar o darte un pequeño masaje alrededor de los ojos, las orejas o el cuello. Se trata de expresar lo que hay en ti y cuidarte.
  3. Dedica los últimos tres minutos a poner el foco de nuevo en la escucha de tu respiración. Observa si sientes alguna diferencia en tu estado de ánimo.
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LECTURA RECOMENDADA

Una cura de silencio

El silencio es necesario para el autoconocimiento

Como decía el escritor belga Maurice Maeterlinck: «El silencio es el sol que madura los frutos del alma. No podemos tener una idea exacta del que jamás se calla».

Al igual que para pintar un cuadro se requiere de un lienzo en blanco, la creatividad necesita también del silencio que promueve la concentración, la escucha y la expresión de los procesos internos.

Abrir la puerta al silencio te llevará a una experiencia vital más profunda y mejorará tu relación contigo mismo y con las personas con quienes compartes la vida.

Sin embargo, existe un factor cultural a la hora de gestionar el ruido. Es común que dentro de un tren de alta velocidad un pasajero vea su serie favorita sin auriculares o charle por teléfono a viva voz, obligando a todo el pasaje a acompañarlo.

¿Será que el silencio nos inquieta porque nos conecta con pensamientos y preguntas internas que no deseamos atender? El silencio puede ser un bálsamo para refugiarnos del ajetreo del mundo, pero también un arma, cuando se usa para castigar o presionar al otro. Pero incluso cuando no se ejerce de forma intencionada, muchas personas se sienten incómodas con él y tratan de llenar el silencio con cualquier cosa.