¿Qué debemos tener en cuenta para una educación que respete las inteligencias múltiples?
La educación debería pretender optimizar el desarrollo de los niños, independientemente de que sean más o menos capaces intelectualmente, más o menos habilidosos en un área o en otra, más o menos “inteligentes”.
Cada persona tiene ritmos de aprendizaje diferentes, diversas maneras de aprender, diferentes “perfiles”, diferentes ambientes y contextos, diversas maneras de ver el mundo, distintas maneras de percibir las realidades, diferentes desarrollos cognitivos, emocionales o sociales, diferentes formas de ser...
Por ello, será necesario diferenciar la educación de cada uno de los niños y niñas, si lo que pretendemos es que ejerciten el derecho a la educación de calidad.
Ofrecer un entorno adecuado a las necesidades de cada cual, dando a cada persona lo que necesita para facilitar su desarrollo, debería ser prioritario. Por ello, la identificación temprana de la superdotación y de las altas capacidades debería ser una de las preocupaciones de los sistemas educativos, de la sociedad y de los profesionales, si precisamente pretendemos ofrecer esa atención de calidad a todas las personas.
Para ello sería interesante apostar por una auténtica educación inclusiva a todos los niveles, lo que, entre otros aspectos fundamentales, supone ofrecer una educación individualizada, personalizada para todos los niños, ajustando la enseñanza de forma flexible a los estilos de aprendizaje específicos de cada persona, desarrollando al máximo las capacidades, la personalidad, los talentos, la creatividad de todos y cada uno, incluyendo también a los niños y niñas de altas capacidades. Porque, además, estos niños y niñas mejoran también la calidad de los aprendizajes que se dan dentro de las aulas y de la escuela. Es necesario organizar las aulas, las escuelas y los centros educativos, pues ofrecer una educación individualizada y personalizada no significa segregar.
También ofrecer una crianza positiva, con adultos de referencia (padres, tutores educativos) que aporten un modelo afectivo de apego seguro, estimulando el desarrollo de una capacidad cognitiva basado en el pensamiento crítico y reflexivo; crear sinergias verdaderas que sean capaces de crear auténticas redes de relaciones efectivas y de calidad.