Ashley Montagu, el reconocido antropólogo y humanista autor del libro El tacto. La importancia de la piel en las relaciones humanas (Paidós), dice: “¡cuánto más fácil sería todo si aceptáramos el hecho de que la ternura no es un síntoma de debilidad –que solo vale para niños y jóvenes amantes– y, de vez en cuando, liberásemos nuestros sentimientos para tratar de recobrar la magia de nuestra intimidad perdida!”.
Sobre qué significa la vulnerabilidad realmente y sobre esa poderosa capacidad de mostrarse vulnerable reflexiona en este artículo Mireia Simó, psicóloga y terapeuta Gestalt, a partir del caso particular de Jorge, que había aprendido durante su infancia a mostrarse siempre valiente y fuerte. Al final nos da algunas claves sobre cómo aceptar la propi vulnerabilidad y mejorar así nuestra relación con nosotros mismos y con los demás.
Cuando se aprende a ocultar la vulnerabilidad
Jorge había nacido en una familia donde llorar estaba casi prohibido. Se valoraba la fortaleza por encima de todo, y mostrarse vulnerable se consideraba un gesto de debilidad que se castigaba duramente. Él había crecido creyendo que, pasase lo que pasase, siempre había que mostrarse duro, valiente y fuerte para ser merecedor de la admiración, el respeto y el amor de los demás.
Sin embargo, esta creencia lo atormentaba porque él no siempre se sentía así, por lo que procuraba mantenerse muy distante de las personas que lo rodeaban. Cuando conectaba con su vulnerabilidad, lo único que quería era que nadie lo viera. Entonces se apartaba y se sentía pequeño, desprotegido y solo.
Aun así, cuando veía a otras personas llorar o mostrar su sensibilidad, sentía una gran admiración por ellas y pensaba lo mucho que deseaba poder él hacer lo mismo sin juzgarse.
De este modo, durante años luchó internamente por ocultar su vulnerabilidad, aferrado a la creencia familiar que había incorporado sin darse cuenta. Durante el proceso terapéutico fue consciente de que esta creencia no era suya, sino una herencia familiar que no quería y, por fin, pudo elaborar su propia idea.
El rechazo social a la vulnerabilidad
Al principio de su terapia, Jorge hizo dos dibujos: de su parte vulnerable y de su parte fuerte.
- La fuerte era un hombre alto, guapo, competitivo, frío, distante, rígido, serio, con éxito en su faceta profesional y superficial en sus relaciones personales.
- La vulnerable era un hombre débil, pequeño, pasivo, feo, atormentado y solo.
Así acabó dándose cuenta de que los dos estaban solos e insatisfechos con su vida y sus relaciones.
Socialmente, la polaridad de la fortaleza está mucho más valorada que la de la debilidad. Ser fuerte, duro e invulnerable está mucho mejor visto que ser débil, blando y vulnerable. Sin embargo, en todos nosotros conviven las dos polaridades, por lo que solo podremos sentirnos libres y plenos en la medida en que podamos aceptarlas e integrarlas, siendo capaces, al mismo tiempo, de construir relaciones de pareja íntimas y profundas.
A pesar de que la parte fuerte de los seres humanos tiene más reconocimiento social, cuando una persona nos muestra su parte vulnerable, sucede algo mágico en nuestro interior; nuestro corazón se abre, nos conmovemos, nos sentimos más cercanos a ella y acaban surgiendo sentimientos de amor y lazos afectivos mucho más profundos.
¿Qué significa vulnerabilidad?
Jorge ahora sabe que la vulnerabilidad es un estado emocional.
- Es una manera de sentir el mundo que implica sensibilidad, honestidad y confianza, y es precisamente ese estado emocional el que nos permite conectar con nuestros sentimientos más delicados, valiosos y profundos, como son el amor, los temores, las inquietudes y las inseguridades.
- También es el estado que nos permite estar conectados con nosotros mismos y darnos cuenta de nuestras necesidades psicológicas y emocionales.
¿Por qué es tan importante ser vulnerable?
Al completar el proceso terapéutico, el dibujo de la parte vulnerable de Jorge era un hombre sereno, sólido, afectuoso, cercano, sensible, seguro y capaz de construir relaciones íntimas y profundas. Jorge pudo reconocer, aceptar, valorar e integrar esas dos partes suyas y así poder elegir cuándo mostrar una y cuándo mostrar la otra.
Entonces, Jorge llevaba un tiempo de relación con quien sigue siendo su pareja actual. Permitirse compartir su vulnerabilidad con ella fue también un cambio que enriqueció profundamente la relación. Cada vez que alguno de los dos se sentía vulnerable y lo compartía con el otro, aparecía la magia, y el amor que los unía se mostraba con profundo respeto, cuidado y acompañamiento.
Stan Tatkin, psicólogo clínico creador del Enfoque Psicobiológico de Terapia de Pareja, dice que “las parejas que funcionan sobre una base segura son aquellas en las que las dos personas consideran la relación como el primer lugar adonde ir para compartir tanto lo bueno como lo difícil”. Son parejas que también se caracterizan porque uno nunca avergüenza al otro y ambos pueden mostrarse vulnerables al saber que el otro está a siempre su lado.
En una relación de pareja, compartir la vulnerabilidad es uno de los factores clave para poder tener un encuentro íntimo y profundo. Si somos capaces de vivirla, si somos libres de sentirnos vulnerables, podremos prestar atención tanto a nuestras necesidades, sentimientos, inquietudes y temores como a los de nuestra pareja.
La sensibilidad nos ayuda a percibir movimientos y gestos sutiles y a compartir los secretos más profundos del alma.
Cuando podemos vivir juntos momentos en los que intercambiar lágrimas que brotan espontáneamente, lágrimas que no tienen por qué ser tristes ni infelices, sentimos que algo nos toca el corazón y nuestra vulnerabilidad más honda puede aflorar. Sin duda, este es uno de los mayores regalos que podemos compartir en una relación de pareja.
Sin embargo, si actuamos siempre desde la fortaleza, nos relacionaremos de una manera distante y fría, con una sensación ilusoria de control y con una falta de apoyo en los momentos que más lo necesitamos. Si no somos capaces de mostrar nuestra sensibilidad, además de que la otra persona no podrá atendernos ni acompañarnos, tendremos una relación superficial y solitaria, ya que si algo no se muestra, es como si no existiera.
Cómo manejar tu sensibilidad
Acepta tu vulnerabilidad
Valórala como un elemento que forma parte de tu ser. Cuando somos capaces de experimentar los dos extremos de una polaridad (fuerte-vulnerable), podemos integrarlos y, posteriormente, ser libres para elegir cuándo queremos conectarnos y mostrar uno u otro.
Muéstrate sin temor
Puede que pensemos que si mostramos este aspecto, la otra persona nos puede rechazar. Sin embargo, cuando una persona nos muestra su parte vulnerable, toca nuestro corazón, nos emociona y nuestra relación se hace más sincera y próxima.
Cultiva tu relación de pareja
Construye una relación íntima y profunda. Si somos capaces de permanecer en el sentimiento de vulnerabilidad y vivirlo con las personas a quienes nos une un vínculo significativo, podremos atender tanto nuestras necesidades como las de la otra persona, construyendo así lazos afectivos sólidos y seguros.
Comparte tu vida interior
Es un placer hacerlo con alguien con quien sentimos la seguridad suficiente como para desnudarnos emocionalmente y sentirnos protegidos y acompañados. Construir un lugar donde poder disfrutar de la vulnerabilidad compartida es todo un reto... y un regalo.