En nuestra sociedad empleamos el término “narcisista” cual insulto dilapidador especialmente cuando queremos descalificar a alguien sin conmiseración. Describimos entonces a una persona vanidosa, ególatra y pagada de sí misma, carente de la más mínima empatía y consideración hacia las necesidades de los demás y lo hacemos así porque pensamos que nos ayuda a explicar muchas de las ásperas dificultades con que lidiamos en algunas de nuestras relaciones y también como una manera de solicitar comprensión.

Así regamos nuestras conversaciones con este calificativo y hablamos de mi exnovio, un tipo muy narcisista, o mi jefe, un narcisista de tomo y lomo que no escucha a nadie, habla sin parar de sí mismo, de lo que él necesita, de sus infinitas bondades, etc.

Al emplear el término “narcisismo” aludimos con ello a un tipo de personas que se hallan ensimismadas en sí mismas y creen de forma crónica que son mejores y superiores a los demás. El otro no cuenta o cuenta poquito.

Es posible, que si profundizamos con sinceridad dentro de nosotros mismo,s descubramos en ocasiones la presencia de actitudes narcisistas en nuestra manera de proceder y de actuar. Pero cuando hablamos de “trastornos narcisistas de la personalidad” aludimos a una condición clínica de salud mental en donde la consideración excesiva sobre uno mismo, tanto de sus propias facultades como de sus obras, afecta y entorpece de forma significativa la vida, tanto en el tipo de relaciones que la persona establece como en la vida cotidiana.

El trastorno narcicista de la personalidad está incluido desde 1980 en la clasificación ofrecida por el Manual Diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales y se engloba en aquel grupo caracterizado por el predominio de emociones inestables y la existencia de una autoimagen distorsionada. Es como si estas personas se miraran a sí mismos a través de espejos cóncavos o convexos. Aparece ya en los primeros compases de la vida adulta y afecta más a hombres que a mujeres.

Síntomas del trastorno narcicista de la personalidad

Si resumiéramos una condición necesaria sería una consideración excesiva de su propia importancia que se expresa en los siguientes síntomas:

  • Manifiestan sentimiento de grandeza y prepotencia (exageran sus logros y talentos, esperan ser reconocidos como superiores sin contar con los correspondientes éxitos...).
  • Están absortos en fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza o amor ideal ilimitado.
  • Creen que son “especiales” y únicos y que solo pueden comprenderles o solo pueden relacionarse con personas (o instituciones) especiales o de alto estatus.
  • Tienen una necesidad excesiva de admiración, lo que resulta agotador para quienes les rodean.
  • Exhiben un sentimiento de privilegio (por ejemplo, mantienen expectativas nada razonables de recibir un trato especialmente favorable simplemente por ser ellos o de que los demás cumplan inmediatamente sus deseos y expectativas).
  • Explotan las relaciones interpersonales y se aprovechan de los demás para sus propios fines.
  • Carecen de empatía y no parecen estar dispuestos a reconocer o identificarse con los afectos y necesidades de los demás.
  • Con frecuencia envidian a los demás o creen que los demás les envidian a ellos.
  • Exhiben actitudes arrogantes y de superioridad.

Consecuencias de sufrir este trastorno

Estas personas tienen muchas dificultades para encajar las críticas y se sienten heridos fácilmente. Cuando surge un conflicto no reconocen que ellos pueden también haber hecho algo mal, son auténticos expertos en echar la culpa a los demás y además se enfadan mucho si los demás no siguen sus órdenes o disposiciones.

La sombría consecuencia es que tienen serias dificultades en sus relaciones debido a su incapacidad de escuchar al otro, su falta crónica de empatía en especial ante la expresión de sentimientos de vulnerabilidad y fragilidad, una manera frívola de desechar a las amistades ante pequeños o imaginarios desencuentros, etcetera. También tienen un riesgo elevado de consumir drogas y alcohol al igual que de aislarse socialmente.

Sin embargo, oculto frente a esta manera arrogante de mostrarse ante los demás su mundo interior está habitado por dolorosos sentimientos de inseguridad y de baja autoestima que pueden revertirse con el tratamiento adecuado dando espacio a actitudes y conductas más positivas y consideradas en sus relaciones.

Causas del trastorno narcicista de la personalidad

Como con otros trastornos de la personalidad no existe un consenso específico sobre las causas del mismo. Se considera que influyen un conjunto de factores genéticos y psicológicos, así como ciertas experiencias infantiles tempranas en la construcción de la personalidad que favorecen una representación de sí mismo poco realista.

Hay dos autores destacados Otto Kernberg y H. Kohut, ambos provenientes del modelo psicoanalítico, que han contribuido enormemente a la comprensión de la personalidad narcisista.

H. Kohut en 1971 explica que el trastorno narcisista es un trastorno del desarrollo infantil normal. Estas personas mantienen una fijación a una fase normal del desarrollo infantil del narcisismo que no fue superada adecuadamente por patología de los objetos externos, y, por lo tanto, correspondería a una patología de déficit estructural. Sería algo así como una casa construida con los pilares torcidos.

Los psicoterapeutas observamos en su tratamiento cómo en el contexto terapéutico se despliega y reactiva un self grandioso, es decir, un Yo ideal, una imagen distorsionada e idealizada de sí mismo que en un niño sería visto como expresión del narcisismo infantil normal.

A lo largo del desarrollo madurativo psicológico y emocional todos vamos construyendo una representación sobre nosotros mismos más ajustada. Lo podemos observar, por ejemplo, en cómo ya de adultos lidiamos y resolvemos el conflicto entre nuestros deseos y aspiraciones y nuestras posibilidades reales sin por ello sentir que no alcanzar todo lo que queremos o deseamos compromete el sentido de nuestro propio valor personal.

Cómo se puede tratar este trastorno

Cuando una persona padece este trastorno y no hay otro tipo de problemática adicional, estas personas pueden ser tratadas por un Psicoterapeuta, Psicólogo o Psiquiatra, especialistas en este tipo de trastornos.

Lo realmente importante es animar a realizar un trabajo de cambio personal, interno que les ayude a ubicarse en la vida desde una mirada más adecuada de si mismos y a relacionarse con el mundo y los demás de forma más amable, creativa, esperanzada y significativa.

La Psicoterapia se considera que es el abordaje más adecuado y puede llevarse a cabo desde diferentes abordajes:

  • Psicoterapia Dinámica basada en el Modelo Psicoanalítico: Eenfocada en ayudar a la persona a comprender sus emociones, pensamientos y conductas disruptivas. Allí descubren otras perspectivas sobre sus dificultades. Estos insights, o nuevos conocimientos, ayudan en el proceso terapéutico a comprender la realidad de forma más adecuada y tienen como objetivo construir vínculos más armoniosos y saludables. Otto Kernberg ya en 1975 sugiere que cuando además existe un funcionamiento límite se combine con medidas destinadas a estructurar las sesiones y la vida del paciente.
  • Modelo Cognitivo- Conductual (CBT): ayuda a las personas a identificar patrones negativos de pensamiento desadaptados y a reemplazarlos por otros más productivos y positivos.
  • Terapia de Familia y Terapia de pareja: Este tipo de trastorno puede afectar seriamente a las relaciones familiares. Acudir a una sesión puede ayudar a las personas en sus relaciones, trabajando comunicación positiva y ayudándoles a encontrar manera de resolver sus problemas. No se aborda a través de tratamiento farmacológico, aunque en algunos momentos si la persona desarrolla síntomas de ansiedad o depresión y en ese caso el tratamiento antidepresivo puede ayudar.