Es una de esas palabras tan fáciles de pronunciar como difíciles de decir (aunque no para todo el mundo). Un simple monosílabo que, según los expertos, decimos mucho menos de los que deberíamos y que, si lo hiciéramos, ganaríamos mucho en salud mental y bienestar emocional. Nos referimos a la palabra "no". 

Al utilizarla, no solo estamos negando una situación o una idea, también estamos marcando los límites de nuestro espacio, la distancia hasta donde dejamos que entren los demás y hasta donde llegamos nosotros. También, y eso es lo más importante, cuando nos negamos a hacer todo lo que nos proponen, nos estamos priorizando, nos estamos colocamos en primer lugar reconociendo nuestra existencia y dándonos la importancia que merecemos. 

Siguiendo esta lógica, decir "no" es la manera de proteger nuestra autoestima. Sin embargo, no son pocas las personas que no lo dicen lo suficiente. Veamos si eres parte de ese colectivo y cómo puedes dejar de serlo.

¿te cuesta decir "no"?

Lo más probable es que sea así. El problema es que la mayoría de las veces no nos reconocemos en esta situación y, sin darnos cuenta pasa el tiempo y vamos "maltratando" nuestra autoestima restándole valor a nuestras necesidades o despreciando lo que queremos o lo que no queremos hacer en la vida. 

Y es que, por alguna razón, la mayoría de las veces, damos por sentado que estamos en una posición de inferioridad y que es el otro es que "tiene la sartén por el mango", cuando la realidad nos dice que esto no siempre es así. La cuestión es que normalmente interiorizamos hasta tal punto esta actitud que cada vez nos resulta más dificultoso reconocernos como ese tipo de personas que no usan la palabra "no" con la frecuencia necesaria. La psicóloga sanitaria Natalia Franco de Área Humana señala en su web un par de pistas que nos pueden servir de guía a la hora de averiguarlo:

  1. Si le quitas importancia a tu decisión. Muchas veces, cuando decimos, "no importa", "me da igual", no es real. Pese a que nos suponga un malestar obligarnos a hacer algo, lo vemos como un mal menor.
  2. Si nos hace sentirnos enfadados, decepcionados o culpables. Es decir, si te estás cuestionando a ti mismo que lo que querías hacer era decir no y... no lo has hecho.

¿Quién lleva las riendas de tu vida?

Una de las consecuencias más importantes de no decir no lo suficiente es la que señala la psicóloga: dejamos de ser nosotros mismos. Obviamente, no es algo que ocurra de hoy para mañana, pero sí llega un momento en que desconocemos lo que queremos, y por tanto, quiénes somos. Algo que responde a una lógica aplastante, ya que, cuando escuchamos solo a los demás e ignoramos nuestros deseos, una y otra vez, el resultado no puede ser otro que una voluntad capada. En palabras de la psicóloga: "No decir 'no' tiene consecuencias y nos afecta de alguna manera".

Esa actitud nos lleva a la pérdida de control sobre nuestra vida. Un caldo de cultivo ideal para que fecunden sentimientos de indefensión y la sensación de que son los demás los que manejan los hilos de nuestra vida. 

conflicto pareja
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Además, esta pérdida de control junto con la obligación autoimpuesta de agradar a los demás puede generar dolor de cabeza, ansiedad, e incluso, estrés crónico. 

Las consecuencias de esta actitud de asentimiento constante se manifiestan en todos los ámbitos de la vida. En las relaciones personales, familiares, en el trabajo, con los amigos, y claro está, también en la esfera sentimental. Ahora bien, la pareja no tiene por qué ser la culpable de esta sumisión, aunque lo cierto es que sí se le debería atribuir cierta responsabilidad.

Estrategias para "plantarse"

Vaya por delante que decir "no" es un acto completamente legítimo. Al menos, así lo considera la psicóloga, quien afirma que "negarse a los deseos de los demás es una manera de expresar nuestra autonomía e independencia". Algo que refuerza la confianza, la autoestima, y en última instancia, nuestro bienestar emocional. 

Además, Franco destaca que las personas que aprenden a decir no, se sorprenden de que, en lugar de provocar rechazo, se encuentran con respeto y admiración por el hecho de ser asertivos en esas situaciones sociales.

Estos son algunos de los consejos que la experta proporciona para aprender a decir no con criterio y con una frecuencia saludable:

  • Usa la técnica del sándwich. Es importante cómo decimos no para no molestar ni ofender a nuestro interlocutor. Para ello, puede servirte esta técnica. "Consiste en expresar un mensaje negativo, pero empezando con un mensaje positivo y empatizando con el otro", explica Franco. Un ejemplo podría ser decir: "Estoy de acuerdo con que no puedes hacerlo sola. Además, me encantaría echarte una mano, como he hecho otras veces, pero…".
  • Identifica y controla las emociones. La mayoría de las veces, cuando abandonamos la postura de la sumisión, nos sentimos culpables o avergonzados. Por esta razón, es fundamental enfrentarnos a estas sensaciones y gestionarlas correctamente con el fin de evitar que nos hagan daño. 
  • Piénsatelo dos veces. Muchas de las decisiones que tomamos, las verbalizamos de manera rápida sin sopesar sus pros y sus contras y sin valorar sus consecuencias. Nos precipitamos. Por ello, es importante que nos pensemos la respuesta que vamos a dar. Puede que acabes tomando la primera decisión, pero ya no será un impulso, si no una decisión debidamente meditada.
  • No te olvides de tus derechos. Al hacerlo no estás desbancando los de otra persona, simplemente estás confirmando tu lugar. Recuerda que tienes derecho a dar tu opinión, a no hacer algo que no te guste o a que no te sobrecarguen de trabajo y obligaciones más allá de lo legítimo.