Haz tus germinados en casa

De legumbres, de cereales o de verduras. Germinar en casa es fácil y provechoso: la riqueza del alimento, multiplicada por diez.

Actualizado a 1 de diciembre de 2017, 09:32

Germinar semillas es como viajar a los comienzos de la agricultura, es como tener un hermoso pequeño huerto en nuestra cocina. Disfrutarás enormemente viendo crecer las semillas, cuidándolas, cosechándolas cuando llegue el momento adecuado y comiéndolas.

Germinar una semilla es despertarla de su larga siesta después de que el sol la secara para que se pudiera conservar por sí sola. Cuando germinamos una semilla, comienza su proceso de vida. El agua, la temperatura y el hábitat son los elementos clave para que las semillas comiencen a brotar y a convertirse en planta.

Los beneficios de los germinados

Comer germinados es incorporar energía y vitalidad a nuestro organismo. En los germinados existe una extraordinaria concentración de nutrientes, son el germen de lo que se convertirá en una planta en el futuro. Alcalinizan la sangre, ayudan en el proceso digestivo, aportan aminoácidos esenciales, clorofila, vitaminas, minerales… repercutiendo así en la salud en general.

Es un alimento muy vivo y también económico, ya que con un puñadito de semillas podemos obtener diez o más veces su volumen.

¿Qué semillas se pueden germinar?

Existen muchas variedades de semillas para germinar, e incluso pueden germinarse legumbres y granos. Cada una de esas semillas tiene sus características y nutrientes particulares. Generalmente en el mercado convencional se encuentran dos tipos de germinados característicos: el de alfalfa y el de soja, pero en realidad hay muchos más.

Yo he germinado alfalfa, soja verde o judías mungo, lentejas, fenogreco, rabanitos, quinoa, trigo sarraceno, berro, mostaza, cebolla, remolacha, garbanzos, girasol, trigo, espelta… Y la lista continúa, así que tú también puedes probar cuáles te gustan más e incorporarlos a tu dieta.

Cómo se germina

Hay varias formas de germinar: con germinadores de barro, de plástico o eléctricos; y con coladores, con bolsas de tela, en platos o en frascos de cocina raw. Las semillas no deben cubrir toda la boca del frasco, ya que necesitan ventilación.

Una vez germinadas, lo ideal es exponerlas a la luz del sol para que se forme clorofila. Así tendrán un sabor más agradable. Si tienen sabor amargo es señal de que se han pasado. Aun así, hay algunos germinados que son amargos, como el fenogreco.

Te recomiendo utilizar semillas, legumbres o granos de cultivo ecológico, pues están libres de cualquier sustancia química. De igual manera, los germinados son los alimentos menos contaminados hoy por hoy en el mercado, así que te resultará fácil encontrarlos de calidad.

En la cocina

Los germinados tienen muchos usos. Puedes utilizarlos como una hoja verde y añadirlos a tus ensaladas, ponerlos en un sándwich, puedes decorar con ellos un plato, añadirlos de relleno en una crepe o condimentarlos y comerlos tal cual. Y también puedes usarlos como ingrediente para hacer varias preparaciones, como patés o sopas.

Se conservan entre una y dos semanas en la nevera. En el frío el proceso de germinación se detiene. Y en el caso de algunas semillas, es recomendable separar las cáscaras para que se conserven bien. Para ello, se colocan los germinados en un recipiente con agua: las cáscaras flotan y suben a la superficie, mientras que los germinados se van al fondo

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