La forma más popular de comerse las castañas es asadas. En muchos pueblos y ciudades aún podemos dejarnos guiar por el inconfundible aroma que desprenden los puestos de castañas en esta época para disfrutar de un buen cucurucho. Y es que son un alimento delicioso y saludable que reconforta algo más que las manos y el estómago en los días fríos.
Hoy en día podemos encontrar castañas de muchas formas, no solo frescas o asadas. También cocidas al natural o peladas en lata, al vacío, por ejemplo. Incluso castañas secas, las llamadas pilongas, que deben ponerse en remojo antes de utilizarlas.
A pesar de que se suele considerar la castaña como un fruto seco está más cerca de los cereales por su aporte nutricional, ya que es rica en hidratos de carbono y apenas aporta grasas. Posee un bajo índice glucémico, con lo que no provoca altibajos de glucosa, y su riqueza en fibra prebiótica favorece el buen estado de la microbiota. Además nos aporta nutrientes importantes, como manganeso y diferentes compuestos fenólicos de acción antioxidante.
No hay excusa, por tanto, para no incluir las castañas en tus menús. Puedes, por ejemplo, utilizarlas como sustituto de hortalizas como la patata o las legumbres, o mezclarlas con pasta, arroz, quinoa o cuscús. ¡Toma nota con estas tres recetas!