Después de un día intenso, si llegamos a casa cansados, tener que ponernos a preparar la cena puede suponer casi un suplicio. Es en estos momentos cuando recurrimos a soluciones fáciles y rápidas que, muchas veces, son sinónimo de opciones poco saludables y para salir del paso.
Pero si de verdad quieres cuidar tu alimentación, sabes que este tipo de soluciones repercuten en tu día a día. Necesitas contar con recetas fáciles y ricas en la recámara para esas noches en las que el cansancio o la falta de inspiración van ganando la partida.
Es entonces cuando practicas el fast good y las cenas se vuelven rápidas y buenas en muchos sentidos: se convierten en cenas saludables, sabrosas y apetecibles.
Pero... ¿qué es el Fast Good? Utilizamos este término en contraposición al de fast food para insistir en que comer saludable no tiene por qué requerir mucho tiempo o esfuerzo y resulta bastante más apetitoso que cualquier opción procesada.
La socorrida ensalada es un excelente ejemplo de fast good: es rápida de preparar, puede ser supersaludable y admite infinitas variaciones para adaptarla a nuestros gustos, apetencias o caprichos.
Semillas, frutos secos, germinados, fruta, verduras de todo tipo y mucha hoja verde son los ingredientes recomendables en tu ensalada, pero si algo tengo claro es que lo que hace de una ensalada una verdadera receta fast good es la salsa que elijas.
Juega con tus vinagretas, atrévete a añadirles especias como curry, cúrcuma, mostaza... o incluye hierbas frescas como albahaca, menta, cilantro (mezclándolas las tres tu ensalada adquirirá un punto vietnamita que te enamorará). Utiliza yogures vegetales junto a un chorro de limón y pimienta o ponle lima, ajo y jengibre rallado al aceite.