Al despertar, tenemos ganas de orinar, notamos el aliento más fuerte y, al poco tiempo, sentimos los primeros movimientos intestinales. El cuerpo está listo para expulsar lo acumulado durante la noche y conviene cepillarse la lengua y lavarse los dientes antes de beber o comer cualquier alimento, pues allí se quedan las toxinas que eliminamos a través del aliento.
Luego, es bueno tomar un vaso de agua del tiempo o tibia para rehidratar el cuerpo, a la cual puedes añadir unas gotitas de limón o una cucharada de vinagre de manzana para darle un toque alcalino y estimular los jugos gástricos.
Los desayunos han de ser ligeros y nutritivos para mantener esa tónica depurativa. Por eso, las vitaminas, minerales, antioxidantes y ácidos grasos están presentes en los desayunos que te sugiero, pero sin ser pesados.
Después del ayuno nocturno debes cepillarte la lengua