Actualmente cabe preguntarse si los denominados esquizofrénicos, aparte de encontrarse en un momento conflictivo de su desarrollo psíquico, con las altas dosis de neurolépticos e hipnóticos con los que se están medicando, no se está patentando el estar bajo ese prejuicio de deficientes mentales.
Dichas sustancias inciden brutalmente en las conexiones neuronales, con efectos muy negativos sobre su motricidad (temblores, descoordinación de movimientos, etc.), sus pensamientos y palabras se enlentecen, además de hacerlos engordar un mínimo de cinco kilos. El resultado es un aspecto físico y conductual pesado y torpe.
Una etiqueta llena de prejuicios
Histórica y tradicionalmente la etiqueta de esquizofrenia ha sido el “cajón de sastre” donde colocar todo tipo de comportamientos extraños, que no encajaban dentro de los dos grandes bloques, el de las psicosis paranoicas (sentirse constantemente perseguido) o el de las maníaco-depresivas (alternancia de grandes depresiones con fases maníacas).
En ella han entrado desde los que padecían demencia o déficit mentales orgánicos, hasta aquellos que, aislándose del mundo, dejaban de interesarse por lo que sucedía a su alrededor, pasando por quienes quedaban fijados en una idea única y repetitiva. Esto ha comportado que dicha categoría psiquiátrica esté asociada a una baja capacidad cognitiva.
El diagnóstico infantil
Si trasladamos este estado actual de diagnóstico y tratamiento de la esquizofrenia a los niños y adolescentes, el panorama se convierte en aterrador. Se está condenando para siempre a un ser en constitución a llevar una vida casi vegetal, reducida a todo tipo de limitaciones físicas y mentales.
Se nos dice que ellos escuchan voces. Pero ¿no es que todos nos hablamos y hacemos hablar a otros, mentalmente?
Hubo una psicoanalista, Melanie Klein, quien trabajó con mucho éxito con niños con dificultades, que defendió que todos los seres humanos partimos de un núcleo psicótico. En nuestra andadura vital comenzamos con una confusión-fusión entre lo interno y lo externo, donde alucinaciones e interpretaciones persecutorias de los malestares internos es lo normal. La diferenciación se va logrando a través del mundo simbólico humano, rico pero complejo.
Podemos pensar entonces que los niños y niñas que entran en conflicto con la realidad sufren una regresión, parcial o total, a esa fase en la que el mundo se lee con códigos muy simples de malestar-bienestar interno y lo que gusta o no gusta de afuera. Todo lo desagradable se convierte en angustiante y de difícil asimilación.
Cada individuo difiere entre lo que le resulta limitante y lo que no le molesta en absoluto.
Lo que nos enseña esta perspectiva es que más bien se trata de si sabemos leer bien los códigos de cada uno, en un mundo en que, a diferencia de los animales, nuestros signos son abiertos a multitud de interpretaciones y de situaciones.
Una nueva lectura
La cuestión es si los adultos cuidadores y responsables de la inserción de los niños en la realidad, nos damos y damos tiempo, para enseñar y aprender a leer todo lo que sucede en un entorno humano. Que las cosas y las personas cambian dependiendo del contexto y que incluso, detrás de lo desconocido, puede haber algo placentero.
Freud decía que las psicosis se producían por una desconexión con la realidad histórica. Esto quiere decir que el sujeto no se siente dentro de la trama de la historia familiar y/o social, sino una especie de objeto o animalillo que cayó en el mundo y que no tiene un lugar entre los humanos. No los entiende, ni lo entienden.
Cómo abordar, pues, este acercamiento...
- Debemos tener mucha paciencia y utilizar con ellos todas las herramientas simbólicas posibles. Comenzando por las palabras, con relatos de personajes familiares anteriores, sus características, sus cambios, sus significados afectivos, el lugar que ellos vinieron a ocupar y que ocuparán en el futuro.
- Escuchar su lógica e intentar, mediante juegos simbólicos, que pueda establecerse una buena identidad diferenciada, al mismo tiempo que aprenden la flexibilidad de los lugares y vivencias que pueden lograr.