Cuando toda esa gente alegre está dormida

En el agujero negro de la depresión parece que nunca vaya a cambiar nada. Que todo va a seguir así de gris, así de insípido. Que seguirá pesando respirar.

depresion

Las depresiones no sangran.

Te noto deprimida, te dicen.

¿Estás desanimado?

Te lo dicen porque notan que no te emocionas por las mismas cosas que se emocionan ellos.

Porque tú ves los hilos y las máscaras y las bambalinas.

Y tienes que hacer como que no te enteras.

Los planes te empiezan a parecer absurdos.

¿Para qué?

La gran pregunta.

Empiezas a dar largas. A no contestar al teléfono. A salir menos.

Para que dejen de decirte que te notan rara.

Y la gente se cansa de ti.

Es lo que querías. Estar en un barco flotando.

Una isla que va ensuciándose poco a poco.

Primero dejas un cenicero lleno.

Luego los platos.

Y de pronto las arañas han ocupado tu espacio.

Y no te importa.

Nada parece importante.

Y estás demasiado triste como para llorar.

Ojalá pudieras llorar porque al menos te darías pena.

Te darías algo.

A ti.

Tú puedes, venga sal de ahí, no seas tonta.

Querer es poder, venga, venga.

Boberías, eso se te quita con una buena marcha.

Un buen polvo.

Y tú escuchas todo como si ya nada fuera en directo y todo estuviera grabado.

Le das a pausa. Lo apagas. Lo vuelves a ver.

Y llega la noche.

Lo peor son las noches.

Cuando toda esa gente alegre está dormida.

Y tú no puedes.

Tú te inundas de todos los recuerdos.

Te sientes culpable porque solo depende de ti y no lo haces.

Mañana será otro día, mañana seguro que encuentro un aliciente.

Mañana salgo.

Mañana me arreglo.

Mañana llamo.

Mañana empiezo la dieta.

Mañana todo.

Pero llega mañana.

Y tú sigues siendo el mismo y transido fantasma.

Cuando recurres a la química ya no eres tú.

Ya no eres ese chico tímido.

Ni esa chica que tendía a la melancolía.

Pero tampoco eres otro.

Vives en un cuadro agradable de ver para otros.

Ya no quieres salirte del marco.

Ya no hay peligro.

Todos fuimos niños y niñas.

Todos esperamos un abrazo al llegar a casa.

Un guapa mía qué bonito el dibujo.

Un guapo mío qué bien.

Todos jugamos y al mundo le daba igual qué pensábamos.

Incluso a nosotros nos daba igual.

Simplemente estábamos jugando con un trozo de cuerda y un palo y un saltamontes.

Hubo un momento en que simplemente éramos y estábamos.

Y si fuiste algo, puedes volver a serlo.

Cierra los ojos.

Eres un niño.

Eres una niña.

No importa lo que piensas.

No importa lo que piensen.

Soy válido.

Merezco la pena.

Porque estoy viva aunque no sepa para qué.

Igual que lo están los sauces llorones.

Las orugas y las algas.

Todos mecidos en este asombroso infinito.

Abre los ojos.

Joder.

Qué bien.

Sigo aquí.

Solo una vez.

¿Cuántos ciervos nacerán hoy?

¿Deseas dejar de recibir las noticias más destacadas de cuerpomente?