La importancia y las virtudes de madrugar son reconocidas en todo el mundo. El modo en que una persona se despierta marca la tónica del día. Lo mejor, pues, es tomarse el despertar como el obsequio de un nuevo día que será grande si se plantea así.
Aprovechar el día desde el primer momento o que pase de largo depende en gran parte de los rituales que acompañen al despertar. Las siguientes pautas pueden ayudar a comenzar un gran día.
Procurarse un buen descanso
El despertar es un proceso que no se inicia cuando suena el despertador, sino mucho antes, el día anterior, cuando uno se prepara para irse a dormir. Lo primero que hay que conseguir para levantarse con buen pie es un buen descanso. Para ello existen tres hábitos fundamentales.
El primero es prescindir de bebidas estimulantes como el té, el café o los refrescos excitantes después de la comida del mediodía. Estas bebidas alteran el sistema nervioso y pueden dificultar el sueño o incluso impedir que resulte profundo y reparador, especialmente en personas sensibles o con problemas para dormir bien.
El segundo hábito beneficioso esevitar las comidas copiosas antes de irse a dormir yoptar por una cena ligera y nutritiva. Nuestros antepasados decían: "Hay que desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo".
Después de una cena copiosa, la sangre del cuerpo se concentra en la digestión.
Si nos vamos a dormir enseguida, al ralentizarse el metabolismo, la digestión también se hará lenta, será más fácil ganar peso y nos despertaremos con la boca seca, pesadez, un ligero malestar general y la sensación de no haber descansado.
El tercer buen hábito es irse a dormir a una hora razonable habiendo terminado las actividades más energéticas hace rato, estando en paz con quienes nos rodean y sin dejar cabos sueltos.
Escoger el mejor despertador
Si se usa despertador, hay que procurar que sea agradable. No se trata de darse un susto, ni conviene usar las noticias de la radio o la televisión como despertador. Existen despertadores electrónicos con sonidos de campanas, de trinos de pájaros, de viento en los árboles o de olas del mar.
Algunos permiten programar música clásica o relajante. Lo más recomendable es acercarse en lo posible a la voz y al calor humanos que nos despertaban de niños. Al abrir los ojos y mirar adelante, podemos ver una imagen que hayamos colocado frente a la cama: la foto de un paisaje, un mandala, una pintura sugerente… Si se dispone de una ventana al exterior, se puede mirar el color del día o el amanecer. Ver es abrir la percepción.
Estirar el cuerpo
Por la mañana, una vez despertados suavemente, podemos realizar algunos estiramientos todavía en la cama. Se estira una pierna desde la cadera hasta el pie, en dirección de este último, y se deja la otra pierna y el resto del cuerpo relajados, de manera que ayuden al estiramiento. Luego se cambia de pierna.
Después se coloca los brazos relajados y alargados junto a la cabeza. Se estira un brazo desde el hombro y hasta los dedos de la mano, en la dirección que marcan estos últimos. El resto del cuerpo permanece suelto de manera que ayude al estiramiento. Seguidamente se cambia de brazo. Es muy importante no estirar las dos piernas o los dos brazos a la vez sino cada extremidad en solitario.
Observaremos que el resto del cuerpo reacciona: si se estira el brazo derecho hacia arriba, baja el izquierdo y sube la pierna izquierda, y al revés.
Todo ello abrirá el diafragma, lo que invitará al bostezo relajante y reparador que estimulará la respiración, el sistema nervioso y el cerebro.
Ya estamos despiertos. ¡Deseémonos un buen día! Es el momento de iniciar un diálogo interior positivo con nosotros mismos que nos acompañe, si es posible, a lo largo de la jornada.
Levantarse con buen pie
Si se respeta el cuerpo desde el primer momento del día, este lo agradecerá.Hay que intentar no salir de la cama de un salto.
Si se está tumbado de espaldas, es mejor no levantarse directamente sino rodar un cuarto de círculo hacia el lado del cuerpo desde el cual se quiere salir de la cama, sacar las piernas fuera de ella y, después, con ayuda del brazo, incorporarse y sentarse en el borde del colchón.
A continuación se apoyan los dos pies en el suelo y se inclina ligeramente el tronco en línea recta hacia delante. No queda más que levantarse, con la fuerza de los músculos abdominales tirando en dirección de la espalda.
Darse un masaje energético
Con las yemas de los dedos corazón e índice derechos se dan golpecitos suaves alrededor de la boca, dibujando un óvalo. Después, se hace lo mismo alrededor del ojo derecho. Con las yemas de los dedos de la mano izquierda se hace lo mismo alrededor del ojo izquierdo.
A continuación, se coloca sobre la frente las yemas de los dedos de ambas manos excepto el pulgar. Los dedos meñiques han de quedar cerca de las cejas y los índices, cerca del cuero cabelludo. Las uñas de ambas manos permanecen tocándose unas frente a otras.
Se dan golpecitos con la punta de los dedos en línea recta desde la frente hasta la nuca. Se repite el proceso seis veces, dibujando cada vez dos líneas paralelas que se alejan de las primeras realizadas.
Dejar un momento para la observación
Merece la pena observar los pequeños cambios que marcan el día. Dice el científico Jorge Wagensberg que buscar diferencias, por pequeñas que sean, entrena la observación, mientras que buscar similitudes entrena el entendimiento.
Se puede ir sin prisa hacia la ventana, la terraza o el balcón y contemplar aquello que cambia continuamente y más influye en nuestro estar en la tierra: se mira la luz que viene del cielo y se observa cómo ilumina. Se puede percibir el aroma matinal y disfrutar del silencio que nos acompaña y saluda en esta hora temprana.
Si se tienen plantas se les puede prestar atención, olerlas, notando si han cambiado en algo.
Finalmente, se puede volver a mirar el cielo, nuestra primera casa, la que siempre está ahí dándonos cobijo, cambiante, inmutable, generosa y llena de luz aunque esté nublado o sea de noche.
Prestar atención a la respiración al despertar
De pie, se escucha la propia respiración, al inspirar se abren los brazos en cruz y al espirar se dejan caer ligeramente hacia abajo iniciando la caída por el codo, después las muñecas y finalmente las manos, como si se fuera un pájaro.
Se imagina con cada inspiración que la luz del día llega desde el cielo por la cabeza, atraviesa el cuerpo y sale por los pies hacia la tierra. Con la espiración se imagina el camino contrario. Se repite cinco veces en una dirección (norte, este…) y otras tantas hacia los otros tres puntos cardinales.
Después se deja caer la cabeza y el tronco por delante del cuerpo, con los brazos relajados. Se dobla un poco las rodillas hasta que las manos toquen el suelo y se llevan los dedos de las manos por debajo de los pies tocando las plantas. Con el dedo corazón se aprieta un punto central del pie, justo debajo de la almohadilla: en acupuntura este punto despierta la energía y se conoce como "el manantial burbujeante".
Empezar el día con optimismo
Continuamos desarrollando el diálogo interior estimulando la energía positiva hacia uno mismo. Allí donde se pone la atención fluye la energía.
El Dalai Lama sugiere una oración que prepara para que el día fluya hacia el optimismo, nuestro bienestar y el de aquellos que nos rodean. Dice así: "Hoy soy muy afortunado por haber despertado, estoy vivo y poseo una vida humana preciosa, no la voy a desperdiciar. Voy a usar todas mis energías para desarrollarme, para expandir mi corazón hacia los demás, para conseguir la iluminación que beneficie a todos los seres. Tendré pensamientos amables para los demás, no juzgaré o pensaré mal de otros, beneficiaré a todos los que encuentre tanto como pueda".
Una vez que hemos establecido un propósito, visualizamos que una luz recorre el día por venir y esa misma luz nos ilumina e ilumina nuestro entorno, permitiendo que encontremos a personas interesantes y motivadoras, que los problemas que teníamos mejoren o se solucionen, que nuestro trabajo se desarrolle sin fricciones, enriqueciéndonos.
Con ropa cómoda y calzado de poco peso que se ajuste bien al pie, activamos el cuerpo poco a poco hasta movilizar el corazón y los pulmones, y llegar a sudar un poco. Podemos realizar el "saludo al sol" de yoga, bailar, saltar a la comba o caminar a buen ritmo alrededor de casa diez minutos para volver corriendo.
No olvidar la importancia de una buena ducha
En todas las culturas el agua sirve como medio de purificación, de cambio energético: los hindúes se bañan en el río Ganges, los cristianos bautizan a los recién nacidos con agua… Nosotros podemos repetir cotidianamente este ritual con la ducha matinal, que mueve las energías que se hayan podido bloquear durante la noche o el día anterior.
El agua refresca, revitaliza y limpia tanto interior como exteriormente.
Una vez bien secados con la toalla, podemos aplicarnos una crema hidratante por todo el cuerpo, masajeando la piel en círculos, y dejando que penetre especialmente en las zonas más secas (rodillas, talones, codos…).
Nos miramos al espejo y nos decimos que somos lo mejor que tenemos. Nos vestimos para estar guapos y para sentirnos bien con nosotros mismos. Recordamos que somos tan atractivos como nos sentimos y que no hay mayor belleza que esta; quizás aquello que tomamos como defectos son cualidades y características que nos hacen únicos. El secreto está en saber que, al margen de nuestro físico, somos dignos del amor de muchas personas, capaces de amar y ser amados.
Tomar un buen desayuno
Finalmente vamos a la cocina para alimentarnoscon un buen desayuno que contenga los alimentos que nos gustan, pero también los que nos nutren: fruta, cereales, algún producto lácteo. Paladeemos cada bocado.
Nos podemos regalar un buen zumo de frutas del tiempo, al que podemos añadir zanahoria para completar la ingestión vitamínica. Sintamos cómo nos alimenta.
De buena mañana y en ayunas el cuerpo aprovecha al máximo las vitaminas y minerales.
Aquello que disfrutamos en cada momento queda en la memoria física y nos ayuda a encarar el día con dos ingredientes básicos en la vida: la paciencia y el buen humor.