Con el final del estío, los bosques y campiñas se nutren de una variada gama de frutas silvestres, bendecidas por la generosidad de las lluvias primaverales.
Frambuesas, grosellas, serbales, endrinos, moras y fresas, entre otras, rivalizan para llamar la atención de las aves y otros animales del bosque, que al consumirlas contribuirán a la dispersión de sus semillas.
Algunas de estas bayas pueden resultar demasiado ácidas o insulsas para el paladar delicado de los humanos, pero otras constituyen toda una delicatessen y se emplean para dar sabor y color a los platos más sofisticados.
En general todas las frutas destacan por su riqueza en pigmentos naturales –antocianinas y carotenoides–, que explican su poder antioxidante. También constituyen pequeños tesoros de fibra, vitaminas y minerales.
4 frutas silvestres de otoño y todas sus propiedades
Aunque el contacto con la naturaleza siempre es beneficioso, no es preciso pasar horas en los bosques buscando bayas de otoño, pues las de cultivo ecológico son igual de saludables. Destacan: