Con el final del estío, los bos­ques y campiñas se nutren de una variada gama de frutas silvestres, bendecidas por la generosidad de las lluvias primaverales.

Frambuesas, grose­llas, serbales, endrinos, moras y fresas, entre otras, rivalizan para llamar la atención de las aves y otros animales del bosque, que al consumirlas contribuirán a la dis­persión de sus semillas.

Algunas de estas bayas pueden resultar demasiado ácidas o insul­sas para el paladar delicado de los humanos, pero otras constituyen toda una delicatessen y se emplean para dar sabor y color a los platos más sofisticados.

En general todas las frutas des­tacan por su riqueza en pigmen­tos naturalesantocianinas y ca­rotenoides–, que explican su poder antioxidante. También constituyen pequeños tesoros de fibra, vitami­nas y minerales.

4 frutas silvestres de otoño y todas sus propiedades

Aunque el contacto con la naturaleza siempre es beneficioso, no es preciso pasar horas en los bosques buscando bayas de otoño, pues las de cultivo ecológico son igual de saludables. Destacan:

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Fotografía: Unsplash

Fresa

Fresa

Las fresas silvestres tienen un sabor algo más ácido que las de cultivo, pero son un placer hasta para los paladares más exigentes. Aportan mucha vitamina C (100 g satisfacen el 100% de las necesi­dades diarias) y antioxidantes, que ayudan a retrasar el envejecimien­to celular.

  • Propiedades de la fresa: Actúa como antioxidante, he­mostática local, antidiarreica, vitamínica y remineralizante. Están indicadas como apoyo en caso de fragilidad capi­lar, varices y hemorroides.
  • ¿Cómo tomarla? Frutas frescas, en zumo, jara­be, sorbete, jaleas, mermela­das y en repostería.

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Fotografía: Pixabay

Arándano

Pocas frutas del bosque poseen tantas virtudes medicinales como las del arándano. Se indican para combatir los edemas y la retención de líquidos, para aliviar los proble­mas de insuficiencia venosa como varices y hemorroides, y para tra­tar retinopatías y la hemeralopía, que es la disminución de la agude­za visual con la luz del crepúsculo o una luz tenue, originada a veces por un déficit vitamínico.

  • Propiedades: Es vitamínico, antiinflamato­rio, oftálmico, diurético, an­tiedematoso y hemostático.
  • ¿Cómo tomarlo? Frutos frescos, en jarabe o zumo, o bien en mermeladas. También está disponible en extracto, tintura e infusión.

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Fotografía: Pixabay

Madroño

Madroño

El monte mediterráneo se deco­ra en septiembre con los frutos del madroño. Son comestibles y gus­tosos, un punto ácidos a veces, pe­ro no deben consumirse más que unos pocos ya que en personas predispuestas pueden provocar mareos y migraña. Aportan vitami­nas y fibra, y con ellos se elaboran licores, mermeladas y confituras.

  • Propiedades: Resulta vitamínico, reminera­lizante y diurético, así como antiséptico urinario (las hojas y la corteza).
  • ¿Cómo tomarlo? Frutas frescas, en mermela­das, jaleas, confituras y lico­res. Las hojas y la corteza en infusión o decocción.

 

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Fotografía: Unsplash

Guillomo

No tan conocidos, los guillomos crecen en orlas de bosques y pe­ñascos. Los frutos, de color azul negruzco, son aromáticos, ligera­mente dulces. También aportan vi­taminas y minerales.

Se conservan frescos o desecados, y con ellos se elaboran mermeladas y pasteles.

  • Propiedades: Nutritivo, vitamínico, remine­ralizante, diurético, hipoten­sor, febrífugo y antirreumáti­co (hojas y corteza).
  • ¿Cómo tomarlo? Frutas frescas o desecadas, en compotas y jaleas. Infu­sión y decocción de hojas y cortezas.