Los alimentos envasados ​​contienen generalmente ingredientes poco saludables que provocan aumento de peso y otros problemas de salud crónicos. Los ultraprocesados, además, se relacionan con enfermedades cardiovasculares, inflamatorias e incluso cáncer.

Las sustancias que dañan la salud pueden proceder del propio envase, como los disruptores endocrinos que son liberados por las botellas y las latas con recubrimiento interior, o pueden formar parte del alimento que ingerimos porque son añadidos durante el proceso de producción industrial, como ocurre con los aditivos o las harinas y las grasas refinadas.

Además los alimentos envasados, sobre todo los ultraprocesados, suelen contener una proporción de nutrientes pequeña en relación con el aporte de calorías. Incluso lo que parecen opciones saludables, como las alubias ya cocidas, contienen frecuentemente una dosis de sal demasiado elevada.

Los envases son, además, un problema en sí mismos porque son residuos que pueden acabar en el medioambiente. Es bien sabido lo que ocurre con el plástico o los envases de tetrabrik: solo una pequeña parte se recicla, la mayoría acaba en incineradoras, vertederos o directamente en el mar.

Existen, por tanto, muchos motivos para evitar los alimentos envasados, pero estamos muy acostumbrados a ellos y ocupan la mayor parte de los comercios de alimentación. Por eso te proponemos unas cuantas medidas eficaces que protegerán tu salud y el medioambiente.

1. Empieza por beber agua filtrada.

El agua embotellada no solo sale cara, sino que puede contener disruptores endrocrinos como los bisfenoles. Si no confias en el agua del grifo –hay razones para ello–, invertir en un filtro de agua puede ahorrar dinero a medio y largo plazo.

En concreto, los filtros de ósmosis inversa reducen tu exposición a todo tipo de contaminantes (metales pesados, pesticidas, residuos de medicamentos, etc).

Luego puedes llevarte contigo tu agua filtrada en botellas de cristal o de acero.

2. Cultiva en casa

Seguramente no dispones de espacio para cultivar una parte significativa de los alimentos que consumes, pero si puedes cultivar plantas que necesitas en pequeñas cantidades y cuyo envase suele pesar más que el contenido.

Es fácil cuidar plantas aromáticas como eneldo, cilantro, albahaca, menta y mucho más en pequeñas macetas. Incluso puedes atreverte con especies algo más grandes, como tomates, pimientos, limones, kumquats o, incluso, lechugas.

3. Ves al mercado o evita el pasillo de los alimentos envasados

Los mercados forman parte de la cultura mediterránea y es en ellos donde encontrarás los alimentos vegetales y frescos –y, con un poco de suerte, de temporada y de proximidad– que deben componer la mayor parte de tus menús.

Puedes llevar tus propias bolsas de algodón ecológico para llevarte las hortalizas y las frutas a casa, sin recurrir para nada al plástico.

Si vas a un supermercado, ves directamente a la zona de productos frescos y no te detengas en los pasillos donde se amontonan los alimentos envasados que realmente no necesitas.

4. Adquiere los cereales y legumbres a granel

Estarás pensando que necesitas cereales –avena, arroz, quinoa, etc– y legumbres –garbanzos, lentejas, alubias– para completar tu dieta. Es cierto, pero búscalos donde los vendan a granel. En los mercados municipales los encontrarás y también en los nuevos comercios de productos a granel.

Aunque se vendan a granel y sin etiqueta, estos alimentos son igual de seguros que los envasados, pues el comerciante conserva los registros de trazabilidad.

5. Hazlo tú mismo

Con los alimentos que ya has conseguido puedes elaborar tu mismo las salsas y otros productos que te gustan. Les tendrás que dedicar un poco más de tiempo (en general, no más de 10 minutos), pero ahorrarás dinero y evitarás aditivos e ingredientes de mala calidad.