En verano nos apetecen alimentos más refrescantes y llenos de vitalidad. Estas son nuestras recomendaciones para que llenes tu mesa de vida. Estamos acostumbrados a ver la soja en múltiples presentaciones, pero no tanto a comerla tierna. Hirviéndola con sal se prepara el edamame , un popular aperitivo en Asia. Aquí las vainas se suelen encontrar congeladas, aunque algunos comercios ya las ofrecen frescas y hay quienes se animan incluso a cultivarlas en casa . Contienen todos los aminoácidos esenciales . Las proteínas de la soja (10-13% en la soja tierna) son muy completas y fáciles de asimilar y una ración de 60 g de edamame cubre el 90% de las necesidades diarias de ácido fólico . Las grosellas rojas sorprenden con su sabor ácido, ideal para crear contrastes en repostería o incluir en un smoothie y enriquecerlo con sus antioxidantes. Y es que, como otras bayas, poseen antocianinas , unos pigmentos que combaten los radicales libres y protegen así del envejecimiento celular . Gracias a su fibra y potasio las grosellas resultan depurativas y ligeramente laxantes . En vitamina C las grosellas negras son unas campeonas (50 g cubren las necesidades diarias), pero las rojas no se quedan cortas (aportan el 30%). Este melón , el más habitual en la mesa de verano, se conoce como "piel de sapo" por el aspecto de su corteza verde con manchas oscuras. Posee una pulpa dulce y aromática repleta de jugo (contiene un 86% de agua), lo que lo convierte en una fruta muy refrescante e hidratante. El sabor dulce se lo otorgan sus azúcares (12,4%), responsables de casi todas sus calorías: solo 53 por 100 g. Su agua se acompaña también de abundante potasio . Esto lo hace diurético y útil frente a la retención de líquidos y la hipertensión . Unas dos rodajas (200 g) proporcionan nada menos que el 80% de la vitamina C que se precisa al día, el 30% del ácido fólico y el 20% de la vitamina A . El tomate rosa, procedente de barbastro, en Huesca, es una variedad tradicional que solo se cosecha en verano , en temporada. Por su piel rosada y fina se le llama "piel de doncella" . Es grande, carnoso, de esos tomates que aún saben a tomate ¡y qué aroma! Además de ser rico en ácido fólico y vitaminas A y C, aporta licopeno , un antioxidante que protege el corazón y ayuda a prevenir el cáncer de próstata . El pepino , un ingrediente habitual de refrescantes recetas como el gazpacho andaluz o el tzatziki griego , se considera diurético y depurativo. Pero al tiempo que ayuda a eliminar aporta buenas dosis de vitaminas y minerales. Contiene, además, tres tipos de lignanos, unos polifenoles que se han asociado a una mayor protección cardiovascular y anticancerígena . Un ejemplar de unos 250 g proporciona el 18% del ácido fólico que se precisa al día, el 13% de la vitamina C y el 10% de la B1 y del magnesio. La piel contiene esteroles vegetales , una sustancia que ayuda a reducir el colesterol , por lo que el pepino resulta aún más saludable si se come sin pelar. Pruébalo también: En batidos: casa bien con el limón y el jengibre. Puedes añadir apio y triturarlo todo en la batidora. Otra buena combinación es pepino, espinacas, manzana, jengibre, perejil, zumo de limón y un poco de agua. Con yogur y hierbas: una combinación clásica, como este entrante asiático: la raita . Corta el pepino, mézclalo con yogur y aderézalo con sal, pimienta, comino y menta o cilantro. Puedes añadir cebolla y tomate. La lechuga romana es la estrella de las ensaladas estivales , que agradecen una verdura de hoja tan suave y ligera. Aporta tan pocas calorías (10 por 100 g) que se podría pensar que no tiene sustancia, pero nada más lejos de la realidad: no solo aporta pequeñas cantidades de muchos minerales sino que es rica en ácido fólico (100 g proporcionan el 18% del requerido al día) y vitaminas A y C (el 15%). Además en su tronco posee un látex blanco de efecto relajante .