Ocho de cada diez casos de afonía (pérdida de voz) o disfonía (voz ronca) se deben al uso incorrecto de la voz. También está aumentando la incidencia de disfonías y afonías por causas ambientales: el ruido en las ciudades que hace elevar la voz, la inadecuada climatización de los lugares de trabajo y, sobre todo, el empleo de una excesiva tensión muscular para emitir la voz debido al estrés.

Te explicamos cómo prevenir la afonía y los problemas de la voz.

Principales problemas de la voz

No existe un órgano de la voz, pero la voz es el "órgano" humano, nuestro instrumento musical. Para producirla, un milagro que nos hizo humanos, el cuerpo debió recurrir a lo que tenía y que estaba destinado en principio a otras funciones (respiratorias, digestivas... ).

Cuando tenemos intención de hablar -o de cantar o de gritar o de susurrar- los sistemas nerviosos central y periférico ordenan la contracción sucesiva de los músculos que participan en la fonación.

La fisiología muscular de la voz abarca músculos respiratorios, laríngeos, resonadores, faciales y linguales.

  1. La contracción de los músculos torácicos sostiene la columna de aire que se empleará en la producción de la voz con un determinado tono, intensidad y énfasis.
  2. Inmediatamente después se activan los músculos de la cara y la lengua de manera que se produzcan sucesivamente, en pocas milésimas de segundo, las articulaciones adecuadas para emitir vocales y consonantes.
  3. Fracciones de segundo después se produce el sonido laríngeo que será modulado en la boca.

Las alteraciones de la voz pueden ocurrir en cualquiera de los lugares y momentos mencionados, desde el primer paso en el sistema nervioso central -lo que incluye el nivel afectivo emocional-, al intermedio en la boca y el último en la laringe.

En el primer nivel pueden producirse trastornos neurológicos como el síndrome de Tourette, un trastorno hereditario que cursa con sonidos involuntarios que a veces incluyen palabras inapropiadas, o la afonía por psiconeurosis, en que las dificultades con la voz, desde la ronquera a la imposibilidad total de articular un sonido, son debidas exclusivamente a razones psicológicas.

Causas de la afonía y la disfonía

La mayoría de casos de afonía o disfonía se deben al uso incorrecto de la voz. Gritar más de la cuenta, hablar deprisa, sin respirar correctamente o acumular demasiada tensión muscular provocan que las cuerdas vocales sufran y que eso se traduzca en un deterioro de la voz o, incluso, en su pérdida total.

Las mujeres son más vulnerables que los hombres a estos trastornos. El motivo es que las cuerdas vocales de la mujer suelen vibrar al doble de velocidad que las del hombre (un promedio de 220 ciclos por segundo frente a 110). La consecuencia es una voz más aguda y más delicada.

El tono de la voz es un carácter sexual de tipo secundario y por tanto está relacionado con las hormonas.

La laringe femenina depende mucho del estado hormonal: durante la menstruación, algunas mujeres tienen la voz cansada, más grave y con menos resistencia al sobreesfuerzo porque, al igual que el tejido uterino, las cuerdas vocales pueden estar congestionadas y edematizadas.

Otra disfonía debida a causas hormonales es la que sufren los adolescentes cuando cambian la voz. Este proceso puede durar entre seis meses y año y medio.

Además, está aumentando la incidencia de disfonías y afonías relacionadas con el ambiente. Entre las causas está el elevado ruido ambiental que obliga a elevar el volumen de voz, la inadecuada climatización de los lugares de trabajo y, sobre todo, el empleo de una excesiva tensión muscular para emitir la voz debido al estrés.

Una ronquera ocasional puede ser debida también a un estado de ánimo irritable que tal vez no se quiere admitir. Puede indicar, por ejemplo, que apetecería dar gritos pero que estos son reprimidos.

Otras causas menos frecuentes son las lesiones de la laringe desde el nacimiento, las alergias, los catarros y otras enfermedades. Los problemas digestivos también pueden perjudicar la voz cuando el reflujo gastroesofágico penetra en la laringe e inflama las cuerdas vocales.

Las personas que emplean la voz en el trabajo y en condiciones estresantes, como profesores, abogados o locutores, son lógicamente las más afectadas por la disfonía.

Al gritar o al hablar demasiado alto de forma prolongada se ejerce una excesiva tensión muscular sobre la laringe, la región del cuello y los hombros. Entonces las cuerdas vocales se congestionan, lo que dificulta la vibración normal y se produce un sonido ronco.

Si se trata de un episodio puntual y no se vuelve a forzar la voz durante unas ocho o diez horas, la disfonía desaparece sin más. Pero si no se respeta la recuperación, la inflamación se puede convertir en permanente.

Prevención y tratamiento de la afonía y la disfonía

Si las afonías se repiten, conviene hacerse examinar por un foniatra o un otorrinolaringólogo que observe la laringe, realice un análisis acústico y una historia clínica para determinar los factores de riesgo.

Cuanto antes se trate la disfonía, mejor es el pronóstico. Por eso se recomienda buscar ayuda si una ronquera no desaparece cinco o siete días después de que haya pasado el catarro o la alergia que la desencadenó. Sin embargo suele ocurrir que se busca tratamiento cuando los daños ya son demasiado grandes.

A menudo se llega al extremo de que se forman nódulos en las cuerdas vocales, de forma que estas ya no cierran bien, y se hace necesaria una intervención quirúrgica. Sin embargo, si las causas que dieron lugar al problema permanecen, la disfonía puede aparecer de nuevo y los nódulos también.

Por eso, actuar a tiempo sobre la verdadera raíz del problema y sin olvidarse de los factores emocionales es el tratamiento más eficaz.

La prevención de las disfonías requiere aprender a cuidar los factores que influyen sobre la voz y mejorar la técnica vocal, es decir, aprender a utilizar la voz correctamente.

Los concursos televisivos de cantantes han puesto de moda la llamada técnica vocal pero sus detalles no llegan al público.

En líneas generales, la técnica vocal forma parte de una adecuada postura corporal, ya que para utilizar bien la voz es necesario estar en equilibrio y sin tensión en la columna.

También se precisa una buena coordinación entre la respiración abdominal y la fonación, mediante inspiraciones cortas y espiraciones lentas, así como una vocalización correcta, es decir, una articulación idónea de los sonidos que se emiten desde la laringe (las consonantes se producen con la lengua y los labios).

La técnica vocal enseña a respirar de manera consciente y con el diafragma al tiempo que la parte superior del cuerpo permanece relajada, sobre todo cuello, hombros y garganta.

Algunos ejercicios consisten, por ejemplo, en inspirar y espirar en cuatro tiempos -suspendiendo la respiración en medio de la inspiración, antes de espirar y en medio de la espiración- mientras los brazos acompañan el ritmo respiratorio.

Así se aprende a mantenerse física y anímicamente relajados para que la voz pueda producirse con todo su potencial de sonido y expresividad. En buena medida, conquistar la propia voz es quitarle las mordazas que nosotros mismos le hemos puesto.

Reeducar la voz puede ayudar

Trabajar con la voz puede ayudar a superar autobloqueos físicos y limitaciones psicológicas. El trabajo vocal es un método de crecimiento personal, que explora la relación de la voz con los estados emocionales.

Existen varios métodos para cuidar y tratar de perfeccionar la voz. Algunos tienen una aplicación terapéutica en caso de disfonía, pero la mayoría están dirigidos a los profesionales de la voz como cantantes y actores.

  • Serge Wilfort, ex-cantante de ópera, asegura en Encuentra tu propia voz (Ed. Urano) que esta revela el bienestar o malestar psicológico interno, pero que a la vez es el instrumento que permite descubrir nuestro verdadero ser. Según Wilfart, a menudo el trabajo con la voz obliga a descender hasta las fuentes de energía más básicas (la sexualidad), para poder llevar la voz hacia lo alto. Se trata de recuperar la energía que teníamos al nacer.

Trabajando sobre el sonido y la respiración, el cuerpo y la mente se reencuentran en armonía.

  • Stewart Pearce es un entrenador vocal reconocido mundialmente, autor de La alquimia de la voz (Ed. Gaia). Su método promete descubrir el tono y la resonancia de voz naturales, personales y únicos. El resultado es una voz expresiva y atractiva.
  • Michael McCallion, siguiendo el método Alexander, asegura en El libro de la voz (Ed. Urano) que para la voz resulta esencial la posición de la cabeza, la nuca y la espalda. Si la postura es adecuada, los músculos y la respiración, el sistema linfático y los órganos vitales funcionan bien y a pleno rendimiento.
  • Stephen Chun-Tao Cheng aplica a la voz los conocimiento sobre las energías corporales de la medicina tradicional china. Según El tao de la voz (Ed. Gaia), quien aprende a modular las vibraciones sonoras, adquiere pleno dominio de sí mismo.

Consejos para cuidar las cuerdas vocales

Benefician...

  • Todas las técnicas de relajación, incluidos los ejercicios respiratorios, las visualizaciones o el yoga.
  • Beber agua en cantidad abundante, ya que contribuye a mantener hidratadas las mucosas y las cuerdas vocales.
  • Las infusiones de plantas medicinales no excitantes ni diuréticas. El erísimo o hierba de los cantores es una planta muy beneficiosa para la voz.

Perjudican...

  • El alcohol y el tabaco, porque resecan y estropean las cuerdas vocales.
  • Ciertos medicamentos como los antihistamínicos o los diuréticos, que deshidratan las mucosas.
  • Gritar o hablar tan alto que represente un esfuerzo (durante la digestión es más difícil sacar voz).
  • Dormir y descansar de manera insuficiente.

La personalidad en la voz

En la voz se superponen todas nuestras facetas individuales. ¡Todas quieren ser oídas! La persona que queremos ser, la que queremos parecer, la que ocultamos y la que no conocemos. No es extraño que el resultado a veces rechine.

Debemos reconocer que la voz tiene una extraña independencia. Vehicula aspectos de la propia personalidad y del estado emocional de los que a menudo no somos del todo conscientes. A través del tono, el timbre, el acento o el ritmo transmite seguridad o desconfianza, tristeza o alegría, miedo o amenaza.

La estrecha relación entre voz y emociones explica que estas estén a menudo en el origen de sus afecciones. Un desequilibrio emocional puede revelarse en una voz que resulta disonante bien con la imagen, bien con el mensaje que tratan de transmitir las palabras.

Una voz baja y apagada en una constitución robusta es tan chocante como una voz potente en un cuerpo escuálido. Lo primero es mucho más frecuente que lo segundo y da a entender que la persona no se atreve a mostrar su potencial. Por alguna razón tiene miedo. Puede ser algo pasajero, relacionado con una situación determinada, o algo aprendido muy pronto, en la primera infancia quizá.

Los bebés y los niños, salvo casos excepcionales, tienen un potentísimo chorro de voz que les sirve para afirmarse, salvo que un exceso represivo -en la familia o el colegio- les obligue a "no levantar la voz". Puede que se enseñe al niño a no gritar, pero también que aprenda a no hacerse oír, a ser sumiso.

Una voz poco clara, que se hace difícil de entender, quizá sea debida a una falta de seguridad. La persona no está convencida de lo que dice, sus pensamientos son confusos, por tanto no puede expresarse a través de una voz transparente.

Pero una voz permanentemente atronadora tampoco es un buen síntoma. Se puede estar utilizando para acallar la propia sensibilidad y para imponerse sobre los demás. Una persona que es un grito constante no se permite ser tierna y comprensiva.

Sobre la voz influyen las emociones, los cambios hormonales y el estrés. Respirar con calma y relajar la musculatura de cuello y tórax previene atonías.

Libros sobre la voz y las emociones

  • Una voz y nada más; Malden Dolar. Ed. Manantial
  • El cerebro al descubierto: de la emoción a la palabra; Isabel Güell. Ed. Kairós