A lo largo de toda la vida, el cuerpo debe mantener una lucha permanente contra microorganismos patógenos, sustancias extrañas que lo acosan, toxinas que se acumulan y mutaciones celulares. El conjunto de tejidos y células encargados de defendernos frente a estos agentes agresores recibe el nombre de sistema inmunitario.
El estrés continuado, las emociones negativas, la vida sedentaria y una mala dieta que conlleva déficit de nutrientes y exceso de toxinas son factores que deprimen el sistema defensivo y propician el desarrollo de infecciones, alergias, cáncer o enfermedades autoinmunes.
Estudios realizados en grupos humanos longevos que no presentaban enfermedades comunes hoy (ubicados en valles apartados de los Alpes, el Cáucaso, el Himalaya o Japón), han revelado que –además de llevar una vida sencilla en lugares remotos y ajenos a la alimentación industrializada, de respirar aire puro y de no sufrir estrés– su alimentación consistía fundamentalmente en hortalizas, frutas, cereales y alimentos fermentados.
En las frutas y las verduras se encuentran auténticos "medicamentos" naturales capaces de neutralizar y eliminar toxinas, regular las funciones vitales, frenar la arteriosclerosis y potenciar el sistema inmunitario.
Una alimentación adecuada se impone como piedra angular para mantener una buena salud, aunque con frecuencia puede resultar necesario un aporte adicional de vitaminas, minerales, oligoelementos y compuestos fitoterapéuticos de calidad, que los productos de la industria alimentaria no siempre proporcionan en las cantidades óptimas.
Hemos realizado una selección de alimentos muy útiles si se quiere gozar de buenas defensas. Constituyen un gran talismán contra el ataque de agentes patógenos y la degeneración celular.