Sentir cómo un aceite vegetal va penetrando en la piel con un suave masaje resulta muy agradable. Pero, más allá del puro placer sensorial, su riqueza en ácidos grasos nutre la dermis en profundidad y ayuda a mantenerla tersa y luminosa.

Los aceites vegetales son líquidos más o menos espesos, extraídos generalmente de semillas oleaginosas por presión en frío. En su mayor parte están constituidos por ácidos grasos saturados e insaturados. Además, poseen vitaminas A y E, así como otros componentes que justifican su empleo en cosmética.

No hay que confundir los aceites vegetales con los esenciales, que se obtienen por destilación en corriente de vapor de agua de las plantas aromáticas y son sustancias muy concentradas que no pueden utilizarse directamente sobre la piel. Precisamente, los aceites vegetales, por su capacidad de penetración, sirven para diluir los aceites esenciales y poder aplicarlos sobre la dermis.

1. Aceite de argán

El aceite de argán se extrae del fruto del "árbol de la vida" (Argania spinosa), que crece en la costa suroeste de Marruecos. Los frutos se recolectan del suelo y se secan al sol. El proceso de extracción del aceite lo llevan a cabo cooperativas de mujeres siguiendo un laborioso proceso artesanal.

Las antiguas tribus bereberes lo usaban para cuidar y proteger la piel seca y arrugada. Resulta también excelente para tratar cabellos secos y frágiles y para fortalecer las uñas quebradizas.

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2. Aceite de rosa mosqueta

El aceite de rosa mosqueta se extrae de las semillas de la Rosa moschata o Rosa rubiginosa, que crece en los Andes en estado salvaje. Oleoso, transparente, de color amarillo anaranjado y olor característico, presenta un elevado contenido en ácidos grasos poliinsaturados.

Resulta muy útil en la regeneración de los tejidos dañados. Su aplicación continuada previene el envejecimiento cutáneo y ayuda a atenuar las cicatrices, arrugas y manchas solares en el cutis, cuello y escote.

3. Aceite de almendras dulces

El aceite de almendras dulces se obtiene del fruto del almendro dulce (Amygdalus comunis L. Var. Dulcis). Presenta en su composición un 95% de ácidos grasos insaturados, principalmente linolénico y oleico. Favorece la regulación y renovación de la fase grasa del manto cutáneo en todo tipo de pieles, especialmente las más sensibles.

Es una buena base para macerar plantas y así obtener aceite de caléndula, manzanilla, árnica, etc. Aplicado después de la ducha, con la piel húmeda, ayuda a prevenir las estrías.

4. Aceite de onagra

El aceite de onagra o prímula (Oenothera biennis) se obtiene de las semillas de esta planta sometidas a un proceso de presión en frío. Es muy rico en ácidos grasos esenciales insaturados, que mejoran la elasticidad de la piel.

Aplicado sobre la piel o tomado en perlas por vía oral, favorece la regeneración celular, mejora la sequedad cutánea y regula la secreción de las glándulas sebáceas, por lo que se suele emplear para calmar tanto inflamaciones como eccemas y erupciones cutáneas.

5. Aceite de avellana

Se extrae de la semilla del avellano (Corylus avellana) y es rico en ácidos grasos insaturados y vitaminas A y E.

Regula la secreción sebácea, por lo que resulta adecuado para tratar pieles grasas y acneicas. Tiene muy buena penetración y limpia los poros.

6. Aceite de germen de trigo

Se obtiene del trigo (Triticum). De color naranja intenso y fuerte olor, constituye una buena fuente de ácidos grasos esenciales y vitaminas, sobre todo la E.

Regenera los tejidos, y calma y flexibiliza la piel. Se usa para tratar eccemas y urticarias o en productos antiarrugas.