Si hay un órgano que explique fielmente el estado de salud de nuestro cuerpo a su nivel más profundo, el cuidado que tenemos con la alimentación y con el ejercicio físico, ese órgano es la piel.

La superficie del cuerpo humano adulto, que puede llegar a medir casi 2 metros cuadrados de extensión, muestra el estado general de salud, y la práctica de unos cuidados sencillos le puede devolver su belleza. En el fondo, todo tratamiento cosmético empieza abordando la salud.

La aplicación de sustancias sobre la piel constituye un complemento muy importante y útil para recuperar la salud cutánea, aunque el éxito total depende también de la alimentación cotidiana y del consumo de nutrientes vitamínicos y minerales. Los hábitos dietéticos influyen en la mejora del estado de la epidermis y estos dependen de cada tipo de piel. Veamos, pues, algunos consejos adecuados para los tipos más frecuentes de piel.

Piel fina y seca

Este tipo de piel, que cuando se pellizca en el antebrazo se percibe como un papel de seda, reacciona con mucha sensibilidad a la luz del sol y puede presentar pequeñas arrugas en las zonas donde es más fina.

Las causas de este tipo de piel pueden ser: una dieta pobre en grasas, una escasez de vitaminas y minerales, el tabaquismo, y la escasez de nutrientes esenciales debido a dietas inadecuadas o a enfermedades como la diabetes o la diarrea crónica.

  • En estos casos, es aconsejable realizar una abundante ingesta de agua, y no evitar demasiado la sal justamente con la intención de que el cuerpo pueda retener cierta cantidad de agua.
  • Se recomienda tomar tubérculos (patatas, zanahorias, nabos, etc.) hervidos al vapor para que sean más fáciles de digerir y de asimilar, y consumir frutas en abundancia.

Piel gruesa y grasa

Las personas con piel grasa suelen tener transpiración abundante, y sudan sobre todo en la mitad superior del cuerpo (cara, cuello y tronco).

Las posibles causas son: una alimentación con demasiadas grasas, demasiados dulces o demasiados productos lácteos. También puede aparecer cuando se realizan comidas muy abundantes y pesadas por la noche o bien cuando se abusa de los alimentos crudos, ya sea fríos o congelados.

  • En estos casos, hay que evitar las grasas en la dieta y los dulces refinados, optar por los hidratos de carbono integrales de absorción lenta (arroz, avena, etc.) y tomar pocos productos lácteos.
  • Otro consejo importante concierne a la cantidad: es preferible desayunar y comer bien, y cenar temprano y poca cantidad, que lo contrario. Además, en estos casos, es mejor consumir los alimentos y las bebidas calientes o bien templados, y evitar un exceso de alimentos crudos.

Piel gruesa y seca

En este grupo entran las personas cuya piel es gruesa, incluso en algunas zonas más que en otras, irregular, está seca y puede presentar zonas de seborrea.

Para este tipo de piel, lo mejor es tonificar la función de eliminación del organismo, especialmente del intestino.

  • Tomar diariamente manzanas y peras (preferiblemente ecológicas, con su piel), cereales integrales, y hacer ejercicio físico que provoque la sudoración, son medidas fundamentales. Puede ayudar tomar arroz integral con verduras por lo menos dos veces a la semana, y el consumo moderado de especias como la pimienta o el jengibre.
  • Además, va bien entrenar los vasos sanguíneos cutáneos con duchas alternas (calientes y frías), a fin de tonificar la circulación sanguínea y recuperar la tensión cutánea.
  • Finalmente, es importante utilizar la ropa adecuada para la época del año, ni demasiado escasa en invierno, ni demasiado abrigada durante la primavera y el verano.

Piel fina, seca y pruriginosa

Este tipo de piel reacciona excesivamente frente al calor y el frío, el sol y los alérgenos. Por ello, la persona tiende a sufrir prurito e irritaciones.

  • En estos casos hay varios grupos de alimentos que es preciso evitar: los que tienen un sabor ácido (pepinillos agridulces, tomates, vino, los cítricos), el marisco, la carne roja, el pescado rojo, el café y las bebidas con teína y cafeína.
  • Además, se aplican los consejos recomendados en el punto 1 para la piel fina y seca.

Piel fina y arrugada

Es el tipo de piel que presentan muchas personas fumadoras, es decir, la piel "prematuramente envejecida". También puede verse en personas que siguen una dieta demasiado pobre en grasas, o demasiado rica en sustancias con efecto diurético (incluidos el café, el té y el alcohol).

En estos casos es fundamental corregir los errores dietéticos y sobre todo dejar de fumar. Si la persona sigue fumando, la piel no podrá mejorar. También se puede humidificar el aire con nebulizadores o colocando plantas de interior en casa.

  • El aporte de agua es importante: hay que beber agua de forma regular y uniforme a lo largo del día.
  • Tomar suficiente sal (salvo que se padezca hipertensión arterial), para retener un mínimo de agua corporal, y evitar alimentos considerados "calientes" (como los platos muy especiados, cordero, ternera o alcohol).

Piel con acné

Aparece sobre todo en cara, cuello, escote y parte alta de la espalda. Puede tener relación con una sobrecarga de tóxicos y estreñimiento más o menos crónico.

La higiene cutánea es esencial en este tipo de casos. El maquillaje bloquea los poros y empeora el problema. Se puede hacer, por la mañana y por la noche, un baño de vapor o sauna facial y luego aplicar una crema hidratante suave.

  • Es necesario beber más agua de lo habitual, no muy fría (incluso templada), pues mejora la circulación.
  • Ayuda una dieta exenta de dulces, chocolate y productos lácteos; se ha de realizar ejercicio aeróbico que haga transpirar bien, y combatir el estreñimiento (comiendo cereales integrales, o dos cucharaditas de semillas de lino en el desayuno).
  • La flor de bach "manzano silvestre" se indica para limpiar la piel y los intestinos. El aceite esencial del árbol del té al 5% (uso local) lo mejora sensiblemente.

Y para las uñas...

El aspecto de las uñas también está relacionado con nuestro interior, en concreto con el estado del hígado.

  • Unas uñas secas, con mellas y agrietadas pueden reflejar, en el fondo, una deficiencia energética del hígado. En todas estas situaciones, un buen preparado vitamínico a base de calcio, vitamina B1 o tiamina y otras vitaminas puede ayudar a mejorar el estado de salud desde el interior.
  • Uñas débiles o quebradizas. En el caso de las uñas, el silicio es un buen aliado para recuperar su salud. Mejora la absorción de minerales como el calcio, el fósforo y el magnesio, y en el caso de uñas débiles o quebradizas, hace recuperar su brillo, consistencia y dureza habitual. Se halla en alimentos como: avena, arroz integral, aguacate, espinacas, lechuga, eneldo, perejil, cola de caballo y diente de león.