Siempre me gustaron las cosas hechas a mano, el valor añadido de lo que somos capaces de hacer, una tarta, un collage, una crema...
Amapola Biocosmetics ya estaba en mí, pero no nació hasta el 2004, como respuesta a la pregunta: ¿qué quiero aportar a la sociedad? Alquimia natural.
Cosmética ecológica, artesanal y vegana
Mezclé mis conocimientos de alquimista con mi amor por la naturaleza y surgieron fórmulas cosméticas sencillas para cuidar la piel de forma saludable, sin ingredientes químicos que dañen a la persona o al medio ambiente.
Desarrollamos nuestra actividad en un pueblo de Segovia, y dentro de un edificio de nueva construcción con eficiencia energética (lo que se conoce como passive house).
Desde esta casa-laboratorio elaboramos todos nuestros productos, controlando todo el ciclo productivo. Estamos certificados por el sello VidaSana-Bioinspecta.
Una pequeña gran iniciativa
Nosotros mismos realizamos todo el proceso: recolectamos plantas, preparamos oleatos y tinturas, desarrollamos las formulaciones, fabricamos, envasamos, etiquetamos y distribuimos por toda España y Europa.
Lo que empezó como un proyecto de autoempleo se ha convertido en una pequeña gran empresa con diez trabajadores.
Hemos desarrollado más de ochenta referencias, tenemos dos tiendas propias y distribuimos en más de 400 puntos de venta especializados.
Cuidamos las pieles sensibles
Somos expertos en cuidar las pieles más sensibles y reactivas. En nuestro catálogo hay productos para bebés, protección solar sin filtros químicos, jabones, cremas faciales, corporales o bálsamos para tratar problemas concretos.
Mi objetivo, como emprendedora, es demostrar que las empresas pueden ser diferentes, sostenibles, y que su principal objetivo no tiene por qué ser ganar dinero, sino aportar algo a la sociedad. Porque otra manera de emprender y de trabajar es posible.
Ana Isabel de Andrés se formó como farmacéutica en la Universidad Complutense de Madrid y al terminar sus estudios se especializó en Plantas Medicinales.
Publicó Plantas que curan: laboratorio de la vida (Ed. Caja Segovia, 2003), y tras continuar su formación en cosmetología, empezó a desarrollar sus propias formulaciones.
En 2004 abrió su laboratorio de fabricación de cosméticos en San Cristóbal de Segovia, en el que hoy trabajan diez personas y en el que es responsable de la dirección general y técnica.