El sol, que nos brinda un tono favorecedor y eleva nuestra autoestima haciéndonos sentir más atractivos, tiene beneficios más allá de lo superficial. Varios estudios han demostrado que recibir regularmente sus rayos nos hace más dinámicos, optimistas y vitales. Además, estimula la formación de vitamina D3 y ayuda a fijar el calcio en nuestros huesos.

No obstante, como contrapartida, sus radiaciones son consideradas como la principal causa de envejecimiento prematuro de la piel, provocan deshidratación y manchas de pigmentación, y lo que es más preocupante, aumentan el riesgo de desarrollar diversos tipos de cáncer de piel.

Para aprovechar los beneficios del sol y evitar que el agua de mar y el cloro dejen su marca en nuestra piel, es importante tomar algunas precauciones sencillas:

 

    1. Descarta el bronceador del año anterior

    Como precaución conviene descartar los bronceadores del año anterior. Un almacenamiento inadecuado, los cambios de temperatura y el no haber estado cerrado herméticamente durante un tiempo pueden haberles hecho perder parte de su eficacia.

    La cosmética natural elaborada en casa, carente de conservantes artificiales, también tiene fecha de caducidad. Se aconseja preparar poca cantidad y renovar la mezcla más a menudo.

    Aceites como los de borraja, onagra, hamamelis, sésamo, aguacate, almendra, coco, té o zanahoria pueden servirte para elaborar tu propia cosmética solar.

    Todos ellos ofrecen muy buenos resultados, pero tienen una contrapartida: la dificultad de calcular su índice de protección.

    2. No te perfumes antes de tomar el sol

    No debe rociarse nunca la piel con colonia o perfume antes de exponerse al sol. Pueden aparecer manchas e incluso llegar a producirse lesiones en las células sobre las que haya caído.

    3. No te depiles antes de tomar el sol

    La depilación y el sol también son incompatibles. No es aconsejable depilarse e ir a tomar el sol. Y mucho menos a la inversa. Es necesario que transcurran al menos ocho horas para que la piel se recupere de las agresiones sufridas.

    Ante cualquier aumento de un lunar o aparición de uno nuevo, conviene acudir con celeridad al médico para descartar un melanoma.

    3. Exfolia tu piel

    La exfoliación, facial y corporal, se convierte en verano en un protocolo obligado.

    El salitre, el sudor y la sequedad provocada por el sol producen una acumulación de impurezas que ralentiza la renovación celular.

    Mediante la exfoliación se limpia la piel en profundidad, eliminando las células muertas adheridas que entorpecen la absorción de los cosméticos y empobrecen la respiración cutánea.

    Una piel libre de células muertas se broncea mejor y más rápidamente.

    4. alimenta tu bronceado desde dentro

    Tomar alimentos que contengan betacaroteno y vitaminas en los días previos a la exposición solar beneficia la calidad del moreno.

    Los albaricoques son una mina de betacaroteno: 200 gramos al día bastan para aportar la dosis necesaria.

    La vitamina E ayuda a evitar el envejecimiento prematuro. Se encuentra principalmente en cereales integrales, germen de trigo, aceite de girasol, frutos secos, legumbres y hortalizas.

    La vitamina C, esencial para la formación. de colágeno, abunda en cítricos, kiwis, bayas, pimientos y espinacas. Aumenta la defensa inmunitaria y mejora el aspecto de la piel.

    El ácido fólico -presente en las verduras de hoja verde, zanahorias, fresas, setas, lentejas .. . - da vigor al cabello.

    5. Bebe mucha agua

    Beber mucha agua también es imprescindible para mantener el equilibrio de la piel y evitar la deshidratación. Aunque afloje el calor hay que seguir ingiriendo grandes cantidades de agua, zumos naturales, infusiones u otros líquidos.

    6. ponte una mascarilla después del sol

    Para disfrutar de una piel suave y bien bronceada es imprescindible seguir un tratamiento posterior a la exposición solar para calmarla, hidratarla y repararla.

    Un aftersun contrarresta los efectos de la deshidratación y permite a la piel recuperar su flexibilidad. Su misión principal es crear una barrera que impide la evaporación del agua existente en la piel, evitando la deshidratación.

    Los productos a base de aloe vera, provitamina B5 y vitamina E son muy efectivos.

    Deben aplicarse después de una ducha fresca que elimine los restos de salitre, cloro, cremas o arena, extenderse abundantemente por todo el cuerpo con un suave masaje y volverse a aplicar en cuanto desaparezca de la superficie. La piel quedará descansada, fresca y revitalizada.

    La aplicación de un sérum reparador o una mascarilla facial ayuda también a mantener un correcto nivel hídrico. Son momentos en los que la piel "pide a gritos" recuperar el agua que necesita para estar suave, tersa y luminosa.

    La mascarilla de aguacate es excelente por su contenido en grasas vegetales y vitaminas D y E, que aceleran la renovación celular, retrasan el envejecimiento y revitalizan la piel.

    Se mezcla un aguacate maduro con dos cucharadas de nata para cocinar, otra de pétalos frescos de caléndulay una cucharadita de aceite de almendras dulces.

    7. No olvides proteger los ojos

    Conviene proteger los ojos con gafas homologadas.

    Aunque poseen sus propias defensas naturales frente a los rayos ultravioleta, la disminución de la capa de ozono provoca en algunos casos la aceleración de ciertos problemas oculares.

    Además, llevar gafas de sol evita gesticular excesivamente con movimientos reiterados que ocasionan la aparición de arrugas en el contorno de los ojos.

    8. Cuida también tu pelo

    El sol del verano, el viento, la sal del mar y el cloro de la piscina también alteran la capa hidrolipídica de la superficie del cabello, dejándolo débil, quebradizo, áspero y con las puntas abiertas.

    Una manera de evitarlo es no correr riesgos innecesarios, utilizando, por ejemplo, una gorrita o pañuelo. Esto es especialmente importante en los niños y las personas que tienen poco pelo.

    También puede utilizarse un protector solar para el cabello, como un cosmético natural que incluya en su formulación aceite de germen de trigo o de aguacate.

    Al llegar a casa es conveniente lavarse la cabeza con un champú suave para eliminar restos de producto, sal, arena, polvo... Tras el aclarado, es el momento perfecto para aplicarse un acondicionador o mascarilla capilar. Pueden elaborarse en casa con yogur, huevo, aceite de girasol, aceite de almendras...

    9. Elige bien tu protector solar

    La efectividad de un producto protector solar depende de su calidad, aplicación correcta y la cantidad utilizada. Muchas veces no se utiliza la cantidad suficiente, lo que disminuye su efecto protector.

    El nivel de protección necesario varía según varios factores, como el tono de piel, alergias, edad, ubicación (montaña o playa), latitud, altitud y hora del día, presencia de cicatrices o áreas quemadas, y consumo de medicamentos.

    Es importante recordar que cuanto más cerca estemos de la línea del ecuador, más verticales serán los rayos y, por lo tanto, más peligrosas serán las radiaciones.

    Además, los rayos solares son menos nocivos en los valles que en las montañas, por lo que se debe tener precaución en zonas de mayor altitud. Las horas más perjudiciales son generalmente entre las 11 de la mañana y las 5 de la tarde.

    Un protector para cada tipo de piel

    El protector se aconseja extenderlo al menos veinte minutos antes de la exposición solar, volver a aplicarlo si pasa más de una hora y siempre después de un chapuzón.

    Es importante aumentar la protección en zonas en que la piel es más fina, sensible y vulnerable: escote, pecho, nariz, boca y hombros.

    • Pieles claras y sensibles. Necesitan un factor muy elevado. Resisten un menor tiempo de exposición y han de renovar más veces la aplicación del producto protector. En este grupo se incluye la piel de los niños. Para ellos, principalmente, está concebida la pantalla total, cuyo índice de protección apenas permite el paso de rayos nocivos. Crean en la superficie de la piel una barrera protectora que refleja y desvía las radiaciones solares.
    • Pieles grasas. También se queman. Es cierto que en ocasiones el sol mejora su apariencia; sin embargo, en la mayoría de casos surge el efecto rebote: los poros se obstruyen y aparecen granitos. Se recomienda elegir productos no comedogénicos y libres de aceites, pero nunca debe prescindirse de un fotoprotector.
    • Pieles maduras. Se puede recurrir a bronceadores para el rostro con efecto antiarrugas. Los de aceite de sésamo, germen de trigo o aguacate son excelentes.
    • Pieles oscuras y de color. Son más resistentes, pero su protección natural no basta. Precisan las mismas aplicaciones que una piel normal, pero pueden permitirse un factor de protección más bajo.