Los vientos fríos del invierno, la lluvia, la nieve y la neblina de la mañana pueden dar un cariz melancólico a nuestras vidas, sobre todo pasadas las fiestas, cuando sabemos que aún quedan unos meses para empezar a quitarse capas de ropa.

Chaquetas, abrigos, bufandas y gorros protegen de las bajas temperaturas, pero la cara, las manos y el cuello quedan casi siempre expuestos al frío y al viento cortante. Además, la sequedad del ambiente y los cambios bruscos de temperatura al entrar en locales con calefacción fuerte causan un contraste en la piel que favorece las rojeces e incluso la rotura de vasos sanguíneos.

Si a esto se añaden las ganas de prolongar la ducha caliente cada día, es común acabar con la piel seca, tirante y descamada. Esto no solo le da un aspecto envejecido (las arrugas se notan más en la piel seca), sino que la hace propensa a irritarse y a cortarse, lo que la deja desprotegida frente a las infecciones.

Muchas afecciones de la piel empeoran así con el frío. El eccema, la psoriasis y la rosácea, por ejemplo, se agudizan con la sequedad y la disminución de vitamina D.

Hidratar la piel para protegerla en invierno

La hidratación es una estrategia, esencial en invierno, para mantener la piel sana.

El aceite de coco es una buena opción para todo tipo de pieles. Es suave, muy hidratante y antibacteriano. Aunque en frío se mantiene en estado sólido, al contacto con la piel se funde y proporciona una suave capa de hidratación y protección que se absorbe rápidamente, idónea para el cuerpo entero pero especialmente para la cara y el cuello.

Los productos elaborados a base de aceite de jojoba —que es más bien una cera derivada de los granos de jojoba— protegen e hidratan y resultan ideales, por ejemplo, para cuidar las manos, especialmente las cutículas que tanto sufren en esta época.

Un remedio tradicional para todo el cuerpo es el tónico de glicerina y agua de rosas. La glicerina, a ser posible de origen vegetal, da una capa de protección a la piel, mientras que el agua de rosas, aparte de tener ese aroma tan agradable, ayuda a hidratarla.

Puedes preparar el tónico en casa, vertiendo glicerina vegetal y agua de rosas a partes iguales en un bote con difusor. Es idóneo para uso diario Se aplica con un suave masaje, insistiendo en zonas secas como rodillas y codos.

Para los labios, a no ser que se planee viajar a un lugar de frío extremo, es preferible evitar la vaselina —ofrece una barrera de protección, pero no hidrata demasiado— y decantarse por productos más naturales, como la manteca de karité.

Buenos hábitos para fortalecer la piel

Para evitar irritaciones, se puede asimismo cambiar ciertos hábitos con objeto de fortalecer la piel y que resista mejor el frío y la sequedad.

Es importante darse duchas y baños cortos, con el agua menos caliente pero sin pasar frío; utilizar ropa de algodón, y no lana, en zonas de roce como la barbilla para que no se corte la piel; o mantener la casa algo fría y usar un humidificador o los recipientes de agua que se colgaban antes de los radiadores para conservar la humedad del ambiente.

La dieta también afecta a la piel. Aunque apetezcan cafés y tés calentitos, es mejor optar por bebidas sin cafeína, beber agua, preparar comidas caseras que no contengan demasiado sodio o azúcar, limitar el alcohol e incluir en la alimentación frutos secos y pescados que aporten grasas saludables.