Apartir de cenizas de madera y grasas vegetales, nuestros antepasados fabricaban jabón para limpiarse y lavar la ropa. Hoy el proceso para elaborar un jabón natural prácticamente no ha cambiado y está al alcance de cualquiera que desee experimentar con aceites, olores y texturas. Solo hay que atreverse a probar.

El jabón se obtiene mediante una reacción química denominada saponificación. Esta se provoca mezclando una grasa animal o vegetal con una solución de agua y álcali (sosa), lo que produce como resultado jabón y glicerina.

En el proceso de elaboración artesanal, la glicerina formada permanece en el jabón, lo que le otorga propiedades emolientes, mientras que en la fabricación industrial, la glicerina se separa y se vende aparte como materia prima para otros usos.

De ahí que los jabones industriales suelan provocar más sequedad de piel. Es importante, pues, elegir jabones naturales o artesanales para cuidar la piel. Los jabones industriales no solo no contienen glicerina, sino que suelen elaborarse con grasas animales, de vaca o cerdo principalmente.

Cómo puedes elaborar jabón en casa

  1. Para fabricar jabón, disuelve la sosa en el agua y luego mezcla con aceites vegetales sin dejar de remover, hasta que se forme el cuajo. Es ese momento, cuando el jabón espesa, incorpora los aceites esenciales, los colorantes naturales o las infusiones de plantas.
  2. Debes poner especial atención en el momento de manipular la sosa, ya que al contacto con el agua, provoca una reacción química que quema al contacto y emite gases irritantes, por lo que tienes que ponerte guantes y mascarilla.
  3. A continuación, vierte en los moldes para que termine de solidificarse: en 24 horas suele estar duro y listo para cortar. Después tienes que dejarlo secar 3 o 4 semanas para eliminar el resto de sosa. El producto final que obtendrás es una pastilla de jabón sólida, de pH ligeramente básico (alrededor de 9), lista para utilizar.

Elige un buen aceite vegetal

Los jabones más adecuados para tratar la piel están elaborados con aceites vegetales en lugar de con grasas animales. Entre estos, los más utilizados se encuentran:

  • El aceite de oliva: aporta nutrientes a la piel; se puede emplear como base para macerar plantas y produce un jabón ligero y cremoso de pequeñas burbujas. El famoso jabón de Alepo es uno de los primeros jabones conocidos y se ha elaborado durante siglos con aceite de oliva y hojas de laurel –que aporta sus propiedades antisépticas– en la ciudad siria del mismo nombre.
  • El aceite de coco: produce un jabón duro con burbujas grandes y cremosas. En el artículo Aceite de coco para el pelo y la piel: cómo usarlo, te explicamos más cosas sobre sus propiedades cosméticas.
  • El aceite de almendras: útil también para macerar plantas. Da un jabón suave y cremoso muy suavizante.
  • El aceite de palma: produce un jabón cremoso de pequeñas burbujas, que limpia muy bien, cuaja rápidamente y con el que se obtiene una pastilla dura que se conserva largo tiempo.

Añade principios activos vegetales

Se añaden en la última fase de elaboración y otorgan propiedades únicas:

  • Gel de aloe vera: se puede sustituir con él parte del agua o añadirlo en el momento del cuajado; idóneo para pieles agrietadas, eccemas y quemaduras. ¿Te interesan las propiedades del aloe vera? Puedes leer este artículo: Los 4 aloes: grandes amigos de tu piel.
  • Cera de abejas: se mezcla con la grasa antes de añadirla a la solución de álcali; da un aroma dulce y un tacto de cera.
  • Manteca de cacao: excelente emoliente y suavizante; da dureza al jabón.
  • Arcilla: se añade en el cuajado y da un acabado suave; útil para limpiar en profundidad, sobre todo la piel grasa. Si te interesa saber más sobre las propiedades de la arcilla, puedes leer este artículo: 7 beneficios de la arcilla blanca que no conocías).
  • Aceites esenciales: se añaden al cuajar el jabón y dan un olor agradable.
  • Se pueden añadir asimismo otros aceites vegetales: de jojoba, germen de trigo, rosa mosqueta, argán, aguacate… para enriquecer la fórmula.