De pepino, de avena, de manzanilla…las mascarillas faciales son auténticos cócteles de vitaminas que se emplean desde la antigüedad para cuidar de la piel, en especial para limpiarla en profundidad y nutrirla.

Una máscara facial no es más que una mezcla de ciertos ingredientes activos de consistencia más o menos espesa que se aplica en la piel de la cara y el cuello con el fin de limpiar, hidratar, nutrir, relajar o reafirmar la piel.

Los beneficios de las mascarillas para la piel

Aplicarse periódicamente una mascarilla no solo es una manera agradable de cuidarse y dedicarse un momento sino que tiene beneficios para el cutis:

  • Preparan la piel para otros cosméticos: Las mascarillas forman sobre la piel una capa aislante que produce una ligera congestión. Este efecto va acompañado de una vasodilatación, un aumento de la temperatura local y un incremento de la hidratación de la capa córnea. De esta forma, la epidermis está preparada para absorber de forma óptima los nutrientes que se le aportan.
  • Limpian la piel: al aumentar la temperatura también se acrecienta la sudoración, por lo que la secreción sebácea, al fundirse y ser arrastrada, destapa los orificios pilosebáceos. De este modo, se desprenden sus impurezas, que son absorbidas por la propia mascarilla.
  • Tienen un efecto revitalizador: La piel normal y sana es rosada, brillante, tersa y suave. Cuando está sin brillo, ajada, pálida o arrugada es porque experimenta algún tipo de desequilibrio y un envejecimiento prematuro a causa de los malos hábitos, la exposición a los contaminantes ambientales o el estrés.

    Estos síntomas se deben al deterioro de las principales funciones de la piel, como es el crecimiento de células nuevas o la producción de elastina y colágeno.​ Las mascarillas aportan antioxidantes para reparar y rejuvenecer el tejido dañado y mejorar el flujo sanguíneo, y proporcionan humedad y nutrientes para reponer las capas dañadas. En resumen, para restaurar el esplendor de la piel.

Cómo y cuándo aplicarse una mascarilla

Las mascarillas limpian en profundidad y aportan nutrientes a las capas más profundas de la piel, a fin de conseguir un rostro limpio, fresco y relajado, pero hay que elegir la más adecuada para nuestro tipo de piel y aplicarlas bien.

Hoy día existe una gran variedad de mascarillas, con funciones sumamente específicas. Las puedes utilizar como un complemento de los tratamientos diarios.

La frecuencia de aplicación dependerá del tipo de mascarilla que elijas y de tu tipo de piel.

  • Mascarillas hidratantes. Su función es aportar agua. Además, la piel queda suave y con un tono más luminoso. Alisan y rellenan las arrugas dejando la piel más jugosa. Se pueden aplicar dos veces por semana en pieles secas y maduras, o bien una vez por semana en pieles jóvenes y mixtas.
  • Mascarillas purificantes. Limpian en profundidad el exceso de grasa acumulado en los poros sebáceos y las impurezas que apagan el tono de la piel e impiden la penetración de otros tratamientos. Se conocen también como desincrustantes y su componente principal es la arcilla. Son muy recomendables en pieles grasas y mixtas, con una frecuencia de una o dos veces a la semana. Los resultados son espectaculares. También resultan útiles cuando la piel tiene un aspecto áspero y apagado. A continuación se aplica un tónico ligeramente astringente y una crema facial adecuada para pieles grasas o mixtas.
  • Mascarillas relajantes. Actúan relajando la piel y alisando las arrugas, y ejercen un efecto tensor. Se aplican en los rostros cansados y es importante hacerlo en un momento de relax, mientras se disfruta de un baño o tumbado en el sofá. Sus principales activos son plantas relajantes como el azahar, la lavanda, la milenrama o el aceite de manzanilla.
  • Mascarillas reafirmantes. Rellenan la piel y dejan una invisible película tensora que estira y deja la piel más lisa. Se denominan también estimulantesy contienen aceites vegetales de germen de trigo, rosa mosqueta, centella asiática o cola de caballo. Se recomienda su aplicación en pieles maduras a partir de los 40 años, una vez por semana.

Más abajo encontrarás información sobre los mejores ingredientes de las mascarillas para cada tipo de piel y podrás afinar aun más en la elección de tu mascarilla. Una vez la tengas, sigue estos pasos para aplicártela:

  1. Debes aplicar la mascarilla sobre el rostro limpio, con los poros abiertos. Lo ideal es realizar una ligera exfoliación previa a la aplicación de la mascarilla. De esta forma, la penetración de los activos resulta más fácil.
  2. Extiende la mascarilla con un pincel o con los dedos formando una capa uniforme de 2 mm de espesor aproximadamente, que cubra la cara y el cuello, pero que evite los ojos y los labios.
  3. Una vez extendida, es aconsejable que reposes tumbada o en la bañera, dándote un baño de agua caliente.
  4. Retira la mascarilla después de 30 o 40 minutos con una esponja húmeda o con agua templada.
  5. Finalmente, aplica un tónico para ayudar a cerrar los poros.

Las mejores mascarillas por tipo de piel

Aunque existen multitud de productos en el mercado, uno mismo puede prepararse su propia mascarilla personalizada en función del tipo de piel que se quiera tratar. Veamos a continuación algunos ingredientes adecuados para tratar los diferentes tipos de piel, igualmente aplicables a hombres y mujeres siempre que tengan el tipo de piel que se indica en cada caso.

Para la piel seca

  • Manzana. Es rica en mucílagos que actúan como suavizantes y humectantes. Además, aporta agua, vitamina C y potasio, mineral imprescindible en los procesos de regeneración cutánea.
  • Azahar. La flor de azahar y su agua de destilación o su aceite esencial actúan como relajantes de los tejidos epiteliales, refrescando y suavizando la piel.
  • Aguacate. Aporta un aceite rico en ácidos grasos esenciales monoinsaturados, vitaminas A, E y algunas del grupo B, que contribuyen a eliminar las arrugas y mantener la piel hidratada.
  • Aceite de germen de trigo. Es la fuente más notable de vitamina E, antioxidante natural que previene el envejecimiento prematuro y regenera la piel.

Para piel normal o mixta

  • Zanahoria. Es rica sobre todo en carotenos, precursores de la vitamina A. Se indica especialmente en personas con problemas dermatológicos.
  • Cítricos. El zumo de naranja o limón incorporado a cualquier mascarilla favorece la circulación sanguínea y el aporte de nutrientes a la epidermis.
  • Aceite de almendras. Resulta hidratante, nutritivo y protector. Contribuye a dar más elasticidad a la piel y es apto para todo tipo de pieles excepto las de tendencia grasa.

Para piel grasa

  • Ortiga. Las hojas de ortiga preparadas en infusión e incluidas en una mascarilla actúan como astringente y favorecen la eliminación de sustancias tóxicas de la piel.
  • Bardana. La infusión de bardana regula la secreción grasa de la piel y previene la aparición de granos y espinillas.
  • Hamamelis. El agua de hamamelis ejerce un efecto astringente, ya que cierra un poco los poros y disminuye la secreción grasa. También favorece el riego sanguíneo y tonifica la piel.
  • Tomillo. La infusión de tomillo funciona como antibiótico natural y desinfectante. Se indica para pieles grasas con tendencia a formar granos y espinillas que pueden infectarse.
  • Arcilla. La arcilla blanca o caolín absorbe las impurezas más incrustadas en los poros sebáceos y además ejerce un efecto astringente, por lo que disminuye la secreción grasa.

Para piel sensible

  • Manzanilla. El aceite o la infusión de manzanilla dulce relajan y calman la piel. Sobre todo disminuyen el enrojecimiento, la inflamación y el escozor.
  • Malva. Por su contenido en mucílagos, la flor de malva hidrata y evita que la piel pierda su contenido en agua. Además, suaviza la piel.
  • Avena. Es uno de los cereales más completos desde el punto de vista nutricional. Rico en polisacáridos que aportan suavidad y protección a la piel.Especialmente indicada en casos de eccemas, dermatitis atópicas y urticaria.
  • Caléndula. La flor de caléndula macerada en aceite suaviza y mejora el enrojecimiento, la descamación, el picor y la sequedad de la piel.
  • Aceite de jojoba. Rico en sustancias antioxidantes, se recomienda para pieles sensibles o maduras.

Mascarilla casera de manzanilla, avena y azahar

Esta mascarilla casera está especialmente recomendada para las pieles sensibles o secas:

  1. Previamente necesitarás haber macerado unas flores de manzanilla en un aceite vegetal de tu elección, por ejemplo un aceite de almendras.
  2. Mezcla 3 cucharadas de tu aceite de manzanilla con 3 de aceite de germen de trigo, medio vaso de agua de azahar y una cantidad suficiente de harina de avena para lograr la consistencia adecuada.
  3. Aplícatela sobre la piel limpia.