La naturaleza nos ha provisto de unos pies fuertes y resistentes. Son la base sobre la que se apoya nuestro cuerpo, y sus múltiples huesecillos y articulaciones los hacen flexibles para que podamos andar, correr, escalar o subir a los árboles.

Cuidarlos ayuda a sentirnos más cómodo y a mantener un mejor estado de salud y equilibrio.

Ahora bien, los pies han nacido para ser libres y, al someterlos a la presión del calzado -a veces inadecuado-, aparecen dolores, callos... o se suda en exceso. Llevarlos tapados hace, además, que muchas veces se descuiden.

Si hablaran, seguro que su estación preferida sería el verano: se va más descalzo, los zapatos son más ligeros y cómodos, y se los libera de calcetines y medias que no dejan transpirar.

En verano los pies también se ven más y ya no hay excusa para dejarlos de lado. Y es que su cuidado es tan importante como el de las manos o la cara, y el hecho de que en otras épocas del año no estén expuestos a las miradas no significa que deban olvidarse.

1. Exfoliar los pies con azúcar

Es importante porque facilita la renovación de la piel, que con el tiempo se hace más lenta; además, con el calzado la piel tiende a endurecerse y volverse más gruesa.

Puede aprovecharse para hacer la exfoliación después de la ducha o el baño, cuando los pies están mojados.

Con el guante de crin se aplica un masaje suave y circular, sin rascar para no lesionar la piel (sobre todo la de la parte superior del pie, mucho más fina que la de la planta). Esto mejora la circulación y facilita la exfoliación.

Existen peelings comerciales especiales para pies, que suelen elaborarse con extractos frutales y las semillas trituradas de algunos frutos.

Para aplicar el exfoliante se pasa el producto con cariño por todo el pie, prestando especial atención al talón y las zonas donde se tienden a formar los callos. Después se aclara con agua.

Exfoliación con azúcar

Cada semana o dos, antes de acostarte, aplica una crema exfoliante casera con azúcar para retirar las células muertas y prevenir las grietas.

  • Para hacerla, mezcla 2 cucharadas de azúcar con 4 de aceite de oliva y añade 2 gotas de aceite esencial de menta y de romero alcanfor.
  • Aprovecha para hacer un masaje, sujetando cada pie con las dos manos y deslizando los pulgares desde el centro a los lados. Si tienes durezas puedes usar una piedra pómez.
  • Después enjuágalos con agua tibia, sécalos y aplica una cantidad generosa de aceite de almendras dulces o karité. Ponte un par de calcetines de algodón y acuéstate. Te despertarás con los pies muy suaves.

2. Hidratar y nutrir los pies con aceite de almendras

Una vez los pies limpios y exfoliados, hay que hidratarlos. Puede optarse entre muchos productos para pies: cremas y lociones refrescantes, nutritivas o con extractos de plantas relajantes y descongestivas.

También son útiles las cremas a base de urea o ácidos frutales que facilitan el recambio celular y suavizan la piel.

Así como basta una exfoliación por semana, la hidratación debería hacerse todas las mañanas después de la ducha.

En días con prisas sirve la misma loción corporal, pero conviene acostumbrarse a utilizar un producto especial para pies.

Crema casera nutritiva para masajear los pies

Aplicándola todas las noches, los pies mejoran de forma envidiable.

  • Se mezclan dos cucharadas de aceite de almendras dulces, una cucharada de zumo de limón y una pizca de miel en un frasco de cristal.
  • Si se guarda en la nevera proporciona una agradable sensación de frescor.

3. Un masaje con canicas

Después de un día agotador para los pies, nada mejor que dedicarles unos minutos con un masaje relajante.

Lo ideal es utilizar aceite de almendras dulces, sésamo o avellanas, que son muy nutritivos y mantienen la elasticidad de la piel, pero también puede hacerse sin aceite.

Para hacer un buen masaje se empieza por los dedos: se masajean uno a uno, moviendo bien las articulaciones, estirándolos suavemente, deslizando los dedos entre ellos y separándolos.

Después hay que entretenerse en la planta con movimientos circulares y descendientes insistiendo en los puntos dolorosos, pero siempre con suavidad.

A continuación se pasa a la zona de los tobillos, moviendo con cuidado la articulación, y finalmente a la parte superior del pie.

Cómo hacer un masaje con canicas

  • Llena una palangana con un tercio de canicas de cristal y dos tercios de agua tibia, echa 100 g de sales de epsom y 5 gotas de aceite esencial de lavanda.
  • El agua no tiene que estar caliente, pues favorecería la deshidratación de la capa más superficial de la piel.
  • Desliza suavemente los pies entre las canicas durante 10 minutos. Luego seca con atención, sobre todo entre los dedos. Además, de vez en cuando se puedes hacer rodar el pie sobre una pelota de tenis mientras estás de pie o sentada.
  • Es un ejercicio beneficioso para los músculos y huesos del pie y el tobillo.

4. Caminar descalzos

Siempre que puedas, aprovecha el buen tiempo para descalzarte; cuando estés en casa, ve sin zapatos ni calcetines.

Y, si estás cerca de la playa, no dejes escapar la oportunidad de dar un paseo por la orilla. La arena masajea la planta del pie y éste puede moverse libremente en todas direcciones, mientras que el agua de mar alivia los pies hinchados.

El mero hecho de andar con el agua hasta las rodillas mejora la circulación de las piernas.

5. Zumo de cebolla contra las durezas

Conviene pasarse una piedra pómez o una lima un día a la semana e hidratarse después los pies.

  • Jugo de cebolla. Un remedio casero muy conocido es cortar una cebolla por la mitad, vaciar el corazón y ponerle un poco de sal; al cabo de unas horas, se exprime la cebolla y se aplica el jugo con una gasa o algodón.

6. Baño con vinagre desodorante

Echa unas gotas de limón y una infusión de mentaen un cuenco de agua y sumerge en él los pies. Este baño relaja, desodoriza y es muy fácil de preparar.

  • Baño para pies sudorosos. Echa media taza de vinagre de sidra en una palangana con agua tibia y deja los pies en remojo durante 5-10 minutos. Este baño es antifúngico y desodorante.

7. Baño helado contra la hinchazón

Al llegar a casa procura siempre elevar las piernas y hacerte un masaje ascendente de unos cinco minutos en cada pierna, sin cremas ni aceites, desde el pie hasta la ingle.

Una ducha fría en pies y piernas acabará de estimular la circulación.

  • ​Baño helado. La hinchazón y la inflamación después de un duro día se puede reducir metiendo los pies en una palangana con agua y cubitos de hielo durante 20 minutos. Luego descansa con los pies más elevados qu la cabeza. No lo hagas si sufres algún trastorno cardiovascular.

8. Alternar el uso de los zapatos

Los zapatos absorben la humedad liberada por los pies, así que deja que se aireen y se sequen entre uso y uso. Elige calzado de materiales naturales y que respete la forma del pie. Ve descalza siempre que puedas.

9. Cortar las uñas en línea recta

Cuando te cortes las uñas no las redondees por los lados para evitar que se encarnen. No hace falta que cortes ni retires las cutículas. Si quieres pintarlas, que sea solo con productos con certificación natural o ecológica. Las lacas convencionales pueden contener formaldehído y ftalatos, entre otros compuestos perjudiciales.