El sedentarismo se ha convertido en un gran problema de salud para millones de personas en todo el mundo. A primera vista no parece la causa directa de males y enfermedades; sin embargo, lo es: el organismo está diseñado para ser ejercitado de forma regular y adaptarse así al medio que le rodea.
Con el sedentarismo los músculos y los huesos se debilitan, y la proporción de grasa aumenta en relación a otros tejidos. Esto duplica el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes de tipo II y sobrepeso, además de muchos otros problemas de salud, a veces acompañados de ansiedad o depresión.
Los beneficios de hacer ejercicio
Son muchos los motivos que invitan a superar la inercia de una vida sedentaria realizando algún tipo ejercicio físico, aunque sea en casa. Por ejemplo:
- Menor riesgo cardiovascular. El sedentarismo está estrechamente relacionado con las enfermedades del corazón. En los últimos años se han reducido otros factores de riesgo, como el hábito de fumar o el exceso de colesterol en la sangre, pero la obesidad y el sedentarismo no disminuyen.
- Un bálsamo para la mente. El ejercicio moderado y regular puede aliviar los síntomas de depresión, pues regula la producción de las principales sustancias químicas del cerebro relacionadas con el ánimo, como la serotonina y la dopamina.
- Más salud. Practicar ejercicio de modo regular y sin excesos tonifica el cuerpo a múltiples niveles: además de reducir el riesgo cardiovascular y de diabetes, puede mejorar el estreñimiento, prevenir y aminorar la hipertensión arterial, prevenir y reducir la osteoporosis, y mitigar los dolores articulares. Además es una de las mejores formas de combatir el estrés.
- Vencer la inercia. Muchas personas querrían hacer ejercicio, pero siempre encuentran ocupaciones más acuciantes. Y cuando disponen de un hueco para ello la pereza o las excusas les impiden aprovecharlo. ¿Cómo se invierte esa dinámica? Redefiniendo las prioridades personales.
La motivación puede ser estética, lúdica, social, preventiva… Lo importante es cultivarla para que resulte cada vez más poderosa.
- Antídoto al cansancio. El ejercicio no añade cansancio, sino que lo disminuye, pues entrena al cuerpo a moverse con más eficacia y le ayuda a liberarse de algunos lastres, sea en forma de kilos, tensiones psíquicas o residuos metabólicos. Además, al ejercitarse, la presión que ejercen los músculos sobre los vasos sanguíneos ayuda a bombear sangre al corazón, lo que obliga a este a trabajar menos.
- Soltar lastre. El ejercicio ayuda a quemar reservas de grasa. Si se acompaña de una alimentación equilibrada, ayuda a reducir el sobrepeso y a sentirse más ligero.
- Reencontrarse con un mismo. Es mucho más fácil y agradable practicar una actividad deportiva acompañado que solo, sobre todo cuando hay amistad de por medio y no competitividad. De todas formas, la soledad también tiene sus atractivos. La cuestión está en atreverse a descubrirlos.