Mucha gente no puede imaginarse el comienzo del día sin café, porque la cafeína realmente despierta, pero de una manera que puede no ser agradable para el organismo de algunas personas.

La cafeína pone al organismo en un estado de estrés, hace que la presión arterial aumente y los latidos del corazón se aceleran. Como es habitual en los estados estresantes, eso permite rendir más durante un periodo de tiempo relativamente breve, lo que lleva a que el café y otras bebidas con cafeína se consuman por toneladas en todo el mundo a diario.

La cafeína cambia el cerebro

Es conocido que la cafeína puede provocar trastornos del sueño, especialmente cuando se consume a partir de la tarde. A su vez, la falta de sueño puede afectar al estado de la materia gris del cerebro. La conclusión es que, en última instancia, la cafeína podría provocar daño cerebral debido a sus efectos negativos sobre la calidad del sueño.

Sin embargo, recientes investigaciones indican que la acción de la cafeína sobre el cerebro puede ser directa. Un equipo de investigación dirigido por el doctora Caroline Reichert y el profesor Christian Cajochen, de la Universidad de Basilea (Suiza), examinaron la conexión cafeína-cerebro y obtuvieron un resultado interesante: en realidad la cafeína no conduce a un sueño deficiente, pero sí que puede comprometer el cerebro y provocar cambios en la materia gris. Los resultados se publicaron a mediados de febrero de 2021 en la revista especializada Cerebral Cortex.

La materia gris del cerebro está formada en particular por los núcleos celulares de las células nerviosas, que también se conocen coloquialmente como "pequeñas células grises". La sustancia blanca, por otro lado, consiste en las extensiones celulares de las células nerviosas, es decir, las fibras nerviosas.

Menos materia gris con la cafeína

En el estudio suizo participaron 20 jóvenes sanos que normalmente bebían café todos los días. Para estandarizar el consumo durante el estudio, recibieron cápsulas de cafeína durante 10 días (150 mg, tres veces al día) y cápsulas de placebo durante 10 días más. No debían de tomar café durante el período que duraba el estudio.

Al final de cada período de 10 días, los científicos examinaron la materia gris de los participantes del estudio mediante escáneres cerebrales. Al mismo tiempo también se comprobó la calidad del sueño con la ayuda de un electroencefalograma.

La calidad del sueño de los participantes resultó ser sorprendentemente siempre la misma, tanto si habían tomado cafeína como si no. Pero se notaron claras diferencias en la materia gris (formada por los alones que conectan las neuronas y por células nerviosas de soporte). Después de la fase de placebo de 10 días, el volumen de materia gris fue mayor que después de la fase de cafeína.

La diferencia fue particularmente clara en el lóbulo temporal, donde también se encuentra el hipocampo, una región del cerebro que es importante para la llamada consolidación de la memoria, un proceso que tiene lugar principalmente por la noche durante el sueño profundo. Lo aprendido y experimentado durante el día se transfiere a la memoria a largo plazo y se consolida para que pueda recuperarse una y otra vez.

El cerebro se recupera rápidamente al no tomar cafeína

"El consumo diario de cafeína afecta nuestro hardware cognitivo de una manera que debería dar lugar a más estudios", ha explicado la doctora Reichert. Lo tranquilizador del estudio suizo es que después de 10 días de abstinencia de cafeína se podía ver cómo el cerebro comenzaba a recuperarse, de modo que el posible daño cerebral causado por la cafeína solo parece ser temporal.

Para desengancharse de la cafeína se puede recurrir a las infusiones calientes, como el té o el rooibos. El cereal tostado que se comercializa como alternativa por su sabor similar no es la mejor opción, porque contiene demasiadas acrilamidas. Para saber más sobre estos compuestos nocivos, puedes leer el artículo Acrilamida, un riesgo oculto en tu mesa.

Referencias bibliográficas: