El hígado es un órgano depurador. Sus funciones se pueden resumir en tres palabras: producción, destrucción y desintoxicación de sustancias tóxicas que se acumulan en el organismo.

Nos ayuda a desintoxicar tanto sustancias tóxicas elaboradas en los propios tejidos (es el caso del amoniaco que fabrican las bacterias intestinales, que el hígado transforma en urea), como las que llegan del exterior (la mayoría de medicamentos se transforman en complejos solubles en agua para que puedan eliminarse a través del hígado).

Por ello, si el hígado se sobrecarga toda la salud puede resentirse.

Síntomas como sensación de malestar general, sabor de boca amargo, náuseas, falta de apetito, fatiga, mareos, alteraciones intestinales (flatulencia, diarrea, estreñimiento), prurito anal, tendencia a la urticaria o ciertas cefaleas o migrañas pueden revelar una sobrecarga del hígado. Determinados hábitos de vida pueden servir para proteger el hígado y evitar que se sature.

¿Cómo funciona el hígado?

Las células hepáticas realizan numerosos procesos químicos y almacenan sustancias vitales; entre ellas, glúcidos, prótidos y lípidos. Así, el hígado absorbe glucosa de la sangre y la almacena en forma concentrada –glucógeno–, de modo que cuando se pasan muchas horas sin comer o se realiza ejercicio físico intenso y se precisa energía, los hepatocitos reconvierten el glucógeno en glucosa para que pase a la sangre.

La función eliminatoria se realiza a partir de la excreción, mediante la bilis, de los desechos derivados de la destrucción de glóbulos rojos. El hígado también descompone las sustancias tóxicas absorbidas por el intestino o producidas en cualquier parte del organismo.

Estas se eliminan luego como subproductos inocuos, por la bilis (y de ahí al intestino y las deposiciones) o la sangre (excreción urinaria a través del riñón).

Siete consejos dietéticos para tu hígado

Ciertas pautas dietéticas facilitan la tarea del hígado. Adoptarlas a la larga puede ser vital para proteger la salud del hígado y, con ello, preservar nuestro bientestar. Son las siguientes:

  1. No abusar de las grasas saturadas, pues elevan el colesterol (lo que favorece los cálculos biliares) y pueden inducir la infiltración grasa del hígado.
  2. Comer abundante fibra (legumbres, verduras, frutas...), ya que aparte de disminuir el colesterol y aliviar el estreñimiento (que hace trabajar más al hígado) estimula la secreción de bilis.
  3. Una dieta rica en carbohidratos, que dé prioridad a los productos integrales.
  4. La dieta vegana es idónea si hay problemas hepáticos. Las verduras contienen folatos, potasio y otras sustancias beneficiosas.
  5. Conviene sobre todo el azufre, gran depurador hepático, presente en cebollas y rábanos (que fluidifican la bilis).
  6. La fruta siempre es beneficiosa, sobre todo como desayuno o cena.
  7. Alimentos frescos. Resultan idóneos los alimentos crudos y frescos, la cocina al vapor, hervida o a la plancha, así como hidratarse bien.

Las emociones y el hígado

El hígado también parece participar en la digestión de ciertas emociones. La envidia, la avaricia o las penas silenciosas pueden afectarle.

Pero quizá sea la cólera la emoción más perjudicial. Según la medicina tradicional china, roba energía al hígado cuando se expresa hacia afuera y lo hace más proclive a ciertas patologías si se guarda dentro.

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