Las plaquetas son células sanguíneas que produce la médula ósea. Viven entre 8 y 12 días y su principal función es la coagulación, para evitar hemorragias o para que no perdamos demasiada sangre por una herida. La cifra normal de plaquetas oscila entre 150.000 y 400.000 por mm3.

Plaquetas bajas: cuándo preocuparse

Cuando el nivel es inferior a 100.000, pueden aparecer síntomas como sangrados espontáneos o moratones sin motivo aparente o por pequeños roces. Es importante vigilar que no haya sangre en la orina, al escupir o en las heces, o que no aumente excesivamente el sangrado en la regla. La disminución de plaquetas puede deberse a varias causas:

  • Una producción deficiente o anómala de plaquetas.
  • Una menor supervivencia por lesiones mecánicas en los vasos sanguíneos (por vasculitis o por prótesis vasculares, por ejemplo).
  • Una alteración inmunitaria que provoca su autodestrucción. El organismo elabora anticuerpos contra las propias plaquetas, lo que se conoce como púrpura trombocitopénica idopática, que se suele tratar con glucocorticoides orales.
  • La acumulación excesiva de plaquetas en el bazo, el órgano encargado de retener y destruir estas células, también provoca su descenso, lo que se conoce como "plaquetopenia". Normalmente el bazo almacena el 30-40% de las plaquetas antes de empezar a liberarlas a la circulación, pero a veces llega a acumular hasta el 80%.
  • Otras causas pueden ser una infección por virus, bacterias o protozoos, o bien una enfermedad primaria o la ingesta de ciertos fármacos. Entre los fármacos que desencadenan con mayor frecuencia este proceso destaca la heparina no fraccionada (el uso de heparina de bajo peso molecular reduce este riesgo). También están algunos compuestos utilizados en quimioterapia.

Cómo controlar el descenso de plaquetas de forma natural

Para favorecer el buen funcionamiento de las plaquetas y la coagulación sanguínea, estas son las cinco estrategias más importantes que debes tener en cuenta.

  1. Asegurarte buenos niveles de vitamina K. La funcionalidad de las plaquetas depende de la vitamina K, por lo que es importante controlar su nivel. Si está bajo, conviene tomar más alimentos ricos en ella (como verduras de hoja verde, brécol, tomates, alfalfa…) y reforzar la flora intestinal, que participa activamente en su síntesis:
  2. Es esencial seguir una alimentación rica en enzimas. No deben faltar los germinados, la remolacha, la zanahoria, el apio ni los cítricos. El jugo de aloe (10-30 ml diarios) es muy recomendable por su riqueza en nutrientes regenerativos.
  3. Realiza periódicamente un buen drenaje hepático. La hipertensión portal favorece el crecimiento del bazo y, en consecuencia, el secuestro de plaquetas. El extracto de cardo mariano (400-800 mg diarios) es un buen aliado del hígado; y la tintura madre de Ceanothus (15 gotas, tres veces al día) resulta muy efectiva para mejorar la actividad del bazo.
  4. Incorpora un suplemento de vitaminas del grupo B. Sobre todo el déficit de folatos y de vitamina B12 puede favorecer esta patología.
  5. Cambia de actitud frente a la vida. Desde el punto de vista energético o emocional la plaquetopenia se relaciona con la falta de alegría, el sentimiento de víctima y la sensación de estancamiento vital. Por ello trabajar estos aspectos y cambiar la actitud frente a la vida puede ser también una ayuda.

Ansiedad y plaquetas bajas: la visión de la medicina tradicional china

Nuestro cuerpo funciona por infinitas sustancias pero su principal protagonista es la sangre, una auténtica transformación de los alimentos que comemos.

En medicina chinacasi siempre se responsabiliza al bazo de los problemas de la sangre. El bazo es el órgano, junto con el estómago, que se encarga de generar el chi (energía) y xue (sangre) a través de los alimentos que ingerimos. Después de generarlos, se encarga además de transportarlos.

Otra función importantísima del bazo es contener la sangre y los órganos en su sitio. En el caso de la sangre, significa mantenerla en los vasos sanguíneos.

La función del hígado es almacenar la sangre. Si el bazo no produce la suficiente, el hígado no puede almacenarla. Ahora bien, si el órgano que la recibe y que tiene que funcionar no fuera lo suficientemente eficaz, tampoco obtendríamos la óptima producción.

Por mucho que se coma y que los alimentos sean de excelente calidad, si el bazo y el estómago no son capaces de absorber y transformar los nutrientes, no sirve de nada.

Aunque los resultados ya sean visibles en un análisis de sangre, no sirve de nada si no se llega a la raíz del problema. El estrés, la ansiedad, la obsesión, la irritabilidad y los moratones son sólo las hojas de un árbol que está señalando que su raíz necesita atención. ¿Cómo otorgársela?

Para empezar, asumiendo que nosotros no controlamos nada. Muchas veces buscamos la solución fuera cuando sabemos que el camino está dentro de nuestro corazón.

Conviene pensar que tal vez lo que se está comiendo (en todos los sentidos) no es lo que quiere el cuerpo y que, por ese motivo, no produce lo que tiene que producir.

Cambiar de forma de ser parece muy difícil pero no lo es tanto. Lo difícil es vencer la resistencia y comprometerse con uno mismo a intentar cuidarse y respetarse.