Todos recordamos los veranos de nuestra infancia en los que nuestra madre o nuestra abuela nos decía que tras la comida debíamos esperar al menos dos horas antes de bañarnos para que no nos diera un peligrosísimo "corte de digestión". Y es muy probable que estemos repitiendo el consejo a nuestro hijos.

La realidad es que el término "corte de digestión" cuenta con la aceptación popular, pero no describe bien lo que puede ocurrir cuando nos zambullimos en agua fría, que no tiene nada que ver con el proceso digestivo.

El problema es la diferencia de temperatura

A favor del "corte de digestión" están las muchas personas que se han sentido mal después de meterse en el mar o en la piscina, con síntomas como vómitos, mareos e incluso desvanecimiento.

Pero lo que pasa no es que se corte la digestión, sino que se produce un choque térmico que provoca los síntomas del síndrome de inmersión o hidrocución.

En los casos más agudos se puede producir una pérdida de conocimiento e incluso un paro cardiaco. Si la perdida de conocimiento se produce en el agua y la persona no es auxiliada, puede ahogarse.

Una reacción instintiva

Lo que realmente les sucede a estas personas es consecuencia de una una reacción del nervio vago (el más largo de todos los nervios craneales) al sufrir un cambio brusco de temperatura. El riesgo de que se produzca aumenta cuando la temperatura del agua está por debajo de los 27ªC.

La reacción del nervio vago es instintiva y se produce cuando los receptores de la nariz y otras áreas de la cara quedan sumergidas en el agua. En ese momento el cerebro ordena que se cierren las vías respiratorias y disminuyen la frecuencia cardiaca y la llegada de sangre a los órganos, excepto el cerebro. Esta reacción permite aumentar el tiempo que podemos pasar bajo el agua sin respirar.

El problema surge cuando este reflejo se produce de forma abrupta debido al cambio brusco entre la temperatura corporal y el agua fría (choque termodiferencial).

En verano el problema se multiplica porque la temperatura corporal puede estar aumentada por los baños de sol o el ejercicio intenso. Haber comido recientemente también puede aumentarlo un poco, pero, como hemos visto, no es el factor decisivo.

Cómo se puede prevenir el síndrome por inmersión

No hay estudios claros, pero se recomienda tomar una serie de medidas:

  • Evita la inmersión brusca en agua fría.
  • Evita meterte en el agua después de una exposición prolongada al sol.
  • En la piscina, date una ducha antes de entrar al agua para aclimatar el cuerpo.
  • No te bañes en agua demasiado fría, especialmente si está por debajo de 27ºC.
  • Evita la actividad física vigorosa antes de bañarte en agua muy fría.
  • Aprende las técnicas básicas de reanimación para usarlas en caso de emergencia.
  • En verano presta especial atención a los niños y enséñales a comportarse de manera responsable en el agua.
  • Humedece el cuerpo gradualmente antes de sumergirte, ya que en caso de que experimentes alguna molestia te pueden sacar del agua rápidamente.

¿Qué hacer si se sienten molestias?

Si sospecha de que las molestias pueden deberse a un choque térmico hay que tumbarse a la sombra con las piernas más altas que la cabeza y reposar, mientras se espera la llegada de la ayuda médica.

Si la persona se ha desvanecido hay que comprobar si respira. Si es así, se coloca de lado, con un brazo debajo de la cabeza y una rodilla flexionada para mantener la posición, a la espera de la llegada de los sanintarios.

Si la persona no respira es necesario realizar urgentemente un masaje cardiaco.