Hay días en que nos sentimos intranquilos. Cualquier noticia nos altera, reaccionamos estresados a los hijos y en el trabajo no rendimos lo que debiéramos. No sabemos qué hacer, nos sentimos entristecidos, con un montón de emociones, a punto de zozobrar, y el cuerpo nos avisa sintiéndose incómodo. Es un buen momento para aplicar los principios fundamentales del taichí, que nos ayudarán a alejar el estrés.

Es un remedio general, pues la práctica del taichí te permite integrar todas las partes de tu ser. Este es el objetivo de una técnica que nació en China y que nos devuelve la serenidad perdida para vivir plenamente. Pertenece a las artes meditativas y propone distintas secuencias de movimientos que te mantienen en la frontera que separa la tensión y la relajación.

Tres características esenciales del taichí son que cuerpo y mente se conciben como una unidad, que los movimientos son circulares y en espiral, y que se ejecutan con lentitud. Gracias a estas cualidades, la práctica regular y periódica del taichí genera todos sus beneficios.

Un camino para sanar

La unidad de cuerpo y mente reduce el estrés, despierta la atención sin agobios y aumenta las defensas.

  • Los movimientos circulares y en espiral siguen las estructuras de los huesos y los músculos, que se tonifican, vigorizan y consolidan. La colocación del cóccix de una manera natural permite que se abran las vértebras lumbares y protege la columna vertebral. Se evita así el dolor de espalda tan común y se mejora la posición y la alineación del cuerpo.
  • Los gestos lentos permiten seguir los procesos internos del cuerpo, como el humedecimiento del ojo o de la piel, los movimientos del aparato digestivo, de los riñones, del sistema linfático... Al sintonizar el exterior con el interior, desarrollamos y facilitamos su funcionamiento. Y entramos anímicamente en otro ritmo más pausado, tranquilo y humano. Por todo ello es ideal para antes o después de cualquier esfuerzo físico continuado.

Te proponemos 5 ejercicios muy sencillos que puedes practicar en casa para combatir el estrés.

1 /5
1. Equilibrio por dentro y por fuera

1 / 5

Fotografía: Gettyimages

1. Equilibrio por dentro y por fuera

Esta postura también se conoce como Jin Ji Du Li.

  • De pie, con la mirada fija en un punto lejano a la altura de los ojos, siente el contacto de las plantas de los pies con el suelo. Levanta el pie derecho y colócalo como en la foto.
  • Siente el pie izquierdo firmemente enraizado en el suelo, activa la musculatura abdominal llevándola ligeramente hacia dentro en dirección a la columna vertebral y, desde el enraizamiento, nota cómo te proyectas hacia el cielo.
  • Extiende los brazos para equilibrarte. Al principio, puedes colocar un dedo tocando una pared para conseguir estabilidad. Comienza manteniendo la posición cinco segundos.
  • Cuando te sientas a gusto, intenta realizar el ejercicio con los ojos cerrados.

2. Conectar tierra y cielo

2 / 5

Fotografía: Gettyimages

2. Conectar tierra y cielo

Estamos hechos del mismo material que las estrellas y los planetas. Si seguimos nuestro movimiento con el pensamiento podemos conectarnos con ellos.

  • Siente los pies en la tierra y eleva suavemente los brazos hacia el costado derecho. Dibuja un círculo con ellos por delante del cuerpo, que desde el costado derecho vaya por encima de la cabeza, hacia la izquierda y finalmente abajo. Procura relajar las articulaciones de los brazos.
  • Realiza cinco círculos en este sentido, a dos respiraciones por círculo, y repite hacia el otro lado.
  • Dibuja otro círculo desplazando ahora también la cabeza y el torso en la dirección de las manos.

3. Abrir y cerrar la puerta

3 / 5

Fotografia: Gettyimages

3. Abrir y cerrar la puerta

Así como la noche fluye hacia el día a través de la luz del alba, nosotros fluimos también a través de la vida.

  • Coloca el peso del cuerpo sobre el pie izquierdo y extiende la pierna y el pie derecho como para dar un paso adelante. Mantén los brazos a los lados con las palmas mirando al suelo.
  • Mientras pasas poco a poco el peso al pie derecho ve subiendo los brazos y las manos dibujando un arco por delante del cuerpo hasta llegar a la posición de la foto. Hazlo con una respiración completa.
  • Pasa el peso a la pierna izquierda mientras devuelves los brazos a la posición inicial con otra respiración completa.
  • Hazlo cinco veces en esta posición y otras cinco con las piernas cambiadas.

4. Abrazar el horizonte con los brazos

4 / 5

Fotografía: Gettyimages

4. Abrazar el horizonte con los brazos

Si al abrir los brazos sientes cómo se extienden hasta el horizonte, con los pies y piernas enraizados y la columna proyectada hacia el cielo, integras el cielo, la tierra y el horizonte en tu ser.

  • Dobla un poco las rodillas para enraizarte, da un paso a la izquierda con el pie izquierdo y desplaza la pelvis hasta centrar el peso.
  • Levanta los brazos a los lados mientras sientes cómo los omoplatos descienden y se abren hasta llevar los brazos en cruz. Todo ello durante una respiración.
  • Baja los brazos doblando algo los codos y las muñecas hacia el cuerpo con otra respiración completa.
  • Repite cinco veces y escucha cómo la energía circula por tu ser.

5. Respirar de forma plena

5 / 5

Fotografía: Gettyimages

5. Respirar de forma plena

Este ejercicio abre el meridiano del pulmón.

  • Al inspirar levanta los brazos y las manos con las palmas hacia la tierra por delante del cuerpo.
  • Comienza a espirar al llegar a la altura de los hombros y abre los brazos en cruz.
  • Gira las palmas de las manos mientras inspiras. Dirige los brazos hacia el cielo a la vez que llevas el torso y la cabeza, en un arco, a mirar también hacia el cielo. Al espirar vuelve a la posición inicial.
  • Repite cinco veces estos dos últimos movimientos.

Energía tranquila contra el estrés

El chi es la energía que circula por nuestro cuerpo y el Universo. Cuando lo hace libremente en nuestro interior se equilibran cuerpo, mente y espíritu, y entran en un estado apacible pero lleno de energía. El chi se activa a través de la imaginación. Cuando imaginamos que circula, lo hace.

Nuestra atención mueve el chi por los canales de energía o meridianos principales y por los cinco puntos que nos unen al entorno.

Los meridianos principales por los que transita son dos: uno va por delante del cuerpo, desde la punta de la lengua hasta el perineo, y otro sube desde el perineo por la columna vertebral pasando por la fontanela hasta llegar al velo del paladar, donde con la lengua podemos unir los dos canales. Al imaginar un flujo de luz circulando por ellos creamos energía, claridad y sosiego.

Los cinco puntos principales por los que el chi se comunica con el Universo están en las plantas de los pies, en el arco que forma la almohadilla, llamado yonquan, "manantial efervescente", que nos comunica con la tierra; en el centro de las palmas de las manos, que nos comunican con el entorno; y en la parte más alta de la cabeza, en la fontanela, que está abierta cuando nacemos y se cierra en una espiral, que nos comunica con el cielo.

Imagina una esfera de luz en cada uno de estos lugares y comenzarás un intercambio energético con el mundo que te dará energía tranquila y la dimensión de lo que eres: un ser que se relaciona no solo con los demás, sino con la tierra y el cielo.