Conéctate con la naturaleza que te rodea
En la ciudad estamos expuestos a un exceso de estímulos que nos alejan de nosotros mismos y del momento presente. Nada mejor en esos casos que refugiarnos en lugares donde predomine la calma para que nuestro organismo descanse y se renueve cuanto necesita.
En cualquier estación del año nos beneficiamos de hacer ejercicio al aire libre –durante las vacaciones, escapadas de fin de semana o un pícnic de mediodía– porque es una fuente de equilibrio físico, mental y emocional.
Estirarte frente al mar, como te proponemos en este artículo, o darte un paseo por un parque, son formas de reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo.
Exponernos a la luz del sol nos proporciona vitamina D, esencial para asimilar el calcio en los huesos, y nos pone de buen humor. Y es que el contacto del sol en la piel hace que produzcamos endorfinas que hacen sentir bien e, incluso, aumentan el deseo sexual.
Calma y reduce tu estrés
Pasar tiempo en la naturaleza, por tanto, nos calma y reduce el estrés con el que vivimos, lo que tiene un efecto muy positivo sobre nuestro sistema inmunitario.
Un estudio realizado en Japón demostró que las personas que paseaban por la naturaleza tenían un nivel inferior de cortisol, la hormona del estrés, un pulso normalizado y una presión arterial más baja que aquellos que caminaban en la ciudad.
O sea que los baños de naturaleza, al fortalecer nuestras defensas, bien pueden evitarte ciertas enfermedades habituales, como, por ejemplo, el resfriado común.
Aprende a respirar de forma consciente
La respiración es nuestra primera fuente de energía y ¡qué fácil resulta conectar con la respiración en la naturaleza!
El silencio y la calma mental dirigen nuestra atención hacia dentro y, como por arte de magia, la respiración se vuelve consciente y omnipresente. Además, en los entornos naturales la calidad del aire es mucho mejor que en la ciudad, lo que aumenta nuestra vitalidad física y nos ayuda a restablecer el equilibrio emocional.
Céntrate en buscar la atención plena en el presente
Cuando contemplamos un paraje natural, ante nosotros se abre una percepción mística de la inmensidad que nos hace sentir en conexión con lo que nos rodea. En esos momentos de placidez contemplativa, las ondas cerebrales beta dejan paso a las ondas de tipo alfa, propias de los estados de relajación.
La naturaleza propicia la atención plena en el presente, pacifica nuestros pensamientos, pone en orden nuestra mente y favorece el desarrollo de un mejor autoconciencia.
Busca la naturaleza en la ciudad
Ahora bien, si no puedes realizarla en la naturaleza, ¡no te preocupes!, busca tu refugio en algún parque o espacio abierto de tu ciudad (o del lugar donde te halles) en el que haya árboles, agua corriendo, luz y silencio.
Aprovecha el entorno natural para conectar con la tierra con los pies descalzos directamente sobre el suelo, la arena o la hierba. Saborea este ritual de bienestar desde la calma: permanece tanto tiempo como sientas en cada postura y fluye hacia el siguiente ejercicio de una manera orgánica y sin esfuerzos.