Algo que he observado desde los inicios de mi práctica de yoga es que una mayor complejidad de la asana no se corresponde con un mayor beneficio. Sin embargo, sí he detectado un factor que potencia los beneficios de cualquier postura sea cual sea su dificultad: la atención.

La conciencia sobre el movimiento, el cuerpo y sus procesos, potencia los efectos y beneficios de nuestras prácticas corporales. Cuanto mejor nos conozcamos, más capaces seremos de ofrecernos lo que necesitamos.

A mayor atención, más autoconocimiento y menos lesiones

Mantener un alto grado de atención durante la práctica nos permite conocer nuestro estado y nuestras necesidades en cada momento. ¿Hoy tengo mucha o poca energía? ¿Necesito descanso o ponerme en movimiento? ¿Mi pie ya está en plena forma y necesita recuperar tono o aún se resiente del tropiezo del otro día y los tejidos necesitan un movimiento reparador?

Saber del punto del que partimos y lo que estamos necesitando hace que podamos ajustar nuestra práctica de una manera muy eficaz. Bienvenido el autoconocimiento y adiós a las lesiones.

Reducir la complejidad y la cantidad para aumentar la calidad

Para la mayoría de nosotros, realizar una gran cantidad de tareas simultáneamente, recibir un enorme volumen de estímulos o querer mantener la concentración durante un periodo prolongado y sin descanso tiene como efecto una disminución en la calidad de la atención. Sin embargo, podemos mantenernos atentos con facilidad si:

  • La tarea que realizamos es sencilla.
  • Disponemos del tiempo suficiente para adentrarnos en ella.
  • Tenemos pocos elementos que nos distraigan.
  • Podemos abandonar la práctica cuando sentimos que ya hemos tomado toda la información y experiencia que necesitamos de ella.

¿Cómo sería una práctica de yoga centrada en el cultivo de la atención?

Cuando decidimos que la asana está a nuestro servicio y no nosotros al suyo, nuestra práctica puede tomar distintos ritmos y estructuras para favorecer el ejercicio de la atención.

Apuesta por centrarte en una asana o dinámica para explorarla a fondo, antes que apresurarte para realizar una gran variedad de posturas realizadas de forma pautada y superficial.

Explorar una dinámica a fondo significa entretenerte en ella, experimentarla en diferentes ritmos, tiempos y espacios. Ofrécete el tiempo suficiente para que emerjan los efectos del movimiento o postura que realizas, pero no fuerces la permanencia en la asana solo para cumplir con lo que esté programado o se suponga ideal. Si tu intención es que se produzca un aprendizaje, nada más importante que respetar el ritmo y la capacidad del sistema nervioso en cada momento.

Al terminar, anota todo lo que haya llamado tu atención durante la práctica. El ejercicio de poner palabras a la experiencia nos ayuda a elaborarla y comprenderla. Intentaremos reflejar con la mayor claridad posible todo aquello que nos suceda.

Como puedes ver, buscaremos siempre ofrecernos la dosis justa. La que permita la inspiración y aprendizaje sin embotar nuestros sentidos al punto de entorpecer nuestra capacidad de percibir y comprender.

Y para iniciarse en esta búsqueda de la dosis justa es importantísimo recordar que menos es más, también en la práctica de yoga.