En un artículo anterior te hablaba sobre los beneficios de dedicarse a explorar a fondo una postura en términos de autoconocimiento. Hoy te cuento a qué me refiero al decir “explorar a fondo una postura” con un ejemplo práctico.

Conocer tus límites en el yoga y en la vida

Cuando llegas a un punto en la ejecución de una postura en que sientes que ya no puedes evolucionar, ¿dirías que es porque te falta fuerza?, ¿porque algo te frena?, ¿o porque estás en tu punto de equilibrio?

Si piensas que te falta fuerza, ¿dónde la aumentarías?, ¿la usarías para tirar o para empujar?

Si piensas que algo te frena, ¿dirías que quitar el freno es la solución o piensas que el freno se aflojará cuando encuentres algo más de estabilidad?

Si llegas a la conclusión de que ese es tu punto de equilibrio, ¿qué sensaciones te lo han hecho pensar?, ¿o no se trata de sensaciones, sino de lo que tú piensas que es el punto de equilibrio en la postura?

Estas son solo algunas de las preguntas que puedes formularte cuando llegas a tu límite en la construcción de una asana.

Esas mismas preguntas nos las podemos formular fuera del mat: dando un paso importante en cualquier aspecto de la vida o al desarrollar alguna de nuestras habilidades.

¿Te falta impulso o te estás frenando?

Por ejemplo, veamos las posturas de flexión como paschimottanasana, la postura en la que el tronco se pliega sobre las piernas extendidas (ver la foto).

Cuando la persona llega a su límite espontáneo y quiere seguir avanzando hacia delante y hacia abajo, estas son algunas de las estrategias más frecuentes:

  • Bajar la cabeza, queriendo tirar con ella de todo el tronco.
  • Avanzar el mentón, con el mismo objetivo de antes.
  • Abrir las nalgas e impulsarlas hacia atrás, para buscar empuje desde el suelo hacia la cabeza.

¿Qué otras estrategias podemos tomar para explorarnos en una asana como paschimottanasana?

Nuestro objetivo es el descubrimiento. Por ello, con las sugerencias que doy a continuación buscamos responder a algunas de las preguntas que hemos planteado antes. O descubrir nuevos caminos por recorrer, siempre llenos de nuevas preguntas que nos invitarán a seguir.

Las estrategias que antes he mencionado responden a soluciones que toma una persona que considera que se ha detenido por falta de fuerza e impulso, y cuyo motor de movimiento está en la cabeza y se vincula al tirar, en los dos primeros casos, o en las nalgas y se vincula al empujar, en el tercer caso.

Siguiendo con la posibilidad de que falte fuerza o impulso, también podemos activar el movimiento desde alguna zona que no estemos usando. Siguiendo con el ejemplo, veríamos que aún nos queda por ensayar la posibilidad de proyectar hacia delante el centro de la pelvis o el del pecho.

¿Qué podríamos hacer si nos abrimos a la posibilidad de que tengamos impulso suficiente y que el movimiento esté detenido a causa de un freno?

Cómo superar el freno

En este caso, en el que estamos aceptando que puede haber un exceso de fuerza contraria al movimiento que se pretende, podemos:

  • Aflojar la musculatura anal y las nalgas, dejando de sujetar el tronco y permitiendo que se elonguen los isquitibiales.
  • Dejar que los isquiones desciendan hacia el suelo para quitar tensión en las ingles, con el mismo objetivo que antes y el de sentir un mayor contacto con el suelo y más estabilidad.
  • Observar el flujo respiratorio para descubrir las zonas hipercontraídas y así poder ensayar con la posibilidad de aflojarlas. Este es siempre el inicio de apasionantes recorridos.

¿Cómo descubrir si hemos llegado a nuestro punto de equilibrio?

Detectar cuándo es suficiente es todo un arte. La mejor forma de verificar si estamos en el punto de equilibrio es salirnos de él y observar las sensaciones en términos de vitalidad, fuerza, sosiego y libertad de movimientos.

Salir de cualquier postura debe ser algo sencillo y sin esfuerzo, si no es así es porque hemos ido más allá del punto de retorno, del punto de equilibrio.

Si al introducir cambios en una postura alguno de estos parámetros baja, indica que antes estábamos mejor.

Volvamos al inicio. Esta exploración de nuestro recorrido y posicionamiento en la construcción de paschimottanasana podemos adaptarla a la realización de cualquier otra asana y a cualquier otro movimiento sobre el mat o fuera de él.

Pasar por el mat puede ser una excelente vía para volver a nuestra vida cotidiana con algún recurso más, y no solo el de la serenidad, que ya está muy bien.

Hábitos físicos y psicológicos

Entrar en una asana o desplegar un movimiento poniendo atención a los momentos en los que se detiene su despliegue nos aportará mucha información sobre nuestros hábitos de movimiento corporal y psicológico.

En esos momentos se nos abre una posibilidad: abandonar el objetivo de avanzar en esa dirección para centrarnos en otras metas: descubrir por qué y cómo nos hemos detenido, darnos cuenta de si detenernos es ahora un problema para nosotros o una solución, y ejercitar los recursos que tenemos para seguir adelante en ese camino u otro, que aún no hemos empezado a recorrer.

De esa comprensión, de ese contacto con los propios recursos, veremos surgir la claridad y la capacidad de dar el siguiente paso en el momento oportuno y en la dirección adecuada.