Aunque parezca paradójico, el cuerpo mantiene el equilibro gracias a que lo pierde y lo recupera constantemente en milésimas de segundo. Somos buenos representantes de la estabilidad de la inestabilidad.

La postura, construida sobre la base de los pies y las cadenas musculares, está en constante cambio. La tabla de equilibrio ayuda a tomar conciencia de la capacidad que tiene el cuerpo para perder y restaurar el equilibrio, del sofisticado sistema que mantiene esa estabilidad dinámica y de la disponibilidad del cuerpo para adaptarse al medio.

El equilibro se apoya en el espacio circundante, con el que forma un todo. Y a partir de la información que recibe va adaptando la musculatura y el movimiento. La tabla de equilibrio permite experimentar la fragilidad de ese equilibrio y la posibilidad de mejorarlo. Puede parecer difícil montarse en ella sin caerse, pero es, en realidad, un aparato fácil de usar que permite trabajar el equilibrio, la orientación y la coordinación.

Entrena la predisposición del cuerpo a adaptarse al entorno

Los tres premios Nobel de Medicina de 2014 señalaron que tenemos un "GPS" interno, unas células que permiten al cerebro crear un mapa del espacio que nos rodea para situarnos y orientarnos.

Unos sensores que hay por todo el cuerpo nos informan de cómo estamos colocados: los "propioceptores". Cuando se nos tuerce un tobillo este se endereza automáticamente gracias a ellos, que así evitan más daños. Pero si hay lesión o dolor no funcionan tan bien.

Cómo utilizar la tabla de equilibrio

El uso continuado de la tabla de equilibrio permite entrenar estos receptores inconscientes y mejorar la coordinación. Existen muchas formas de entrenarse en ella, desde las más sencillas, si se está lesionado, a las más complicadas:

  • Sentarse con la tabla bajo los pies y girarla despacio varias veces en cada dirección.
  • De pie sobre la tabla, balancearla adelante y atrás, y luego a los lados.
  • Girar en círculo la tabla con el borde siempre en contacto con el suelo.
  • Mantenerse en equilibrio sobre la tabla sin que los bordes toquen el suelo.
  • De pie, con una pierna sobre la tabla, balancearla adelante y atrás, y luego a los lados. Girar la tabla en círculos.
  • Mantener el equilibrio sobre la tabla con una sola pierna.

A partir de aquí, se puede añadir resistencia u otros retos, como realizar ejercicios con pequeños movimientos con visión periférica para ver a nuestro alrededor.

Cada día se puede así, de forma divertida, mantener y mejorar el equilibro en todos los sentidos.

Dr. Pablo Saz, médico naturista y presidente la Asociación Europea de Medicina Naturista Clásica