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No encuentro satisfacción en nada

A veces tengo la sensación de andar sin rumbo fijo: me planteo un objetivo y me pongo a trabajar para conseguirlo, pero, cuando al fin lo logro, no encuentro la satisfacción que esperaba obtener. Entonces, pienso que me he equivocado, cambio de meta y, cuando de nuevo la alcanzo, me encuentro igual de insatisfecha. ¿Cuál es mi problema? ¿No sé lo que quiero? ¿O es que me hago demasiadas ilusiones con mis planes?
Marta, Madrid

Estimada Marta:

  • El problema que nos planteas nos parece muy interesante, pues es muy frecuente en el mundo occidental, donde cada vez se hace más hincapié en el consumo. Esto nos ha llevado a creer que la vida consiste en “tener”, ya no solo bienes materiales sino también un montón de otras cosas: éxito, estatus, belleza, vínculos...
  • El problema es que el tener en sí es insatisfactorio, por eso nada que pueda conseguirse produce satisfacción. Los logros pueden traer una alegría más o menos intensa y más o menos duradera, pero no satisfacción ni, mucho menos, felicidad. La vida no consiste en lograr metas como si de coleccionar figuritas se tratase.

Lo que puede traernos cierta satisfacción es encontrar una dirección en la que podamos crecer como personas; es decir, ocuparnos de “ser” y no de “tener”.

  • Esta es la tarea que tienes por delante. Encontrar una dirección en la que puedas avanzar sintiendo que tu ser amplía sus horizontes cada vez más... Tal vez así puedas encontrar cierta paz cercana a la satisfacción.

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Ejercer control sobre los hijos

Mi hijo acaba de cumplir 18 años y, si bien aún es bastante inmaduro, su padre quiere saber siempre con quién sale y qué hace. A mí este control me parece excesivo. Además, mi hijo pronto irá a estudiar a otra ciudad y sé que, entonces, hará lo que le venga en gana. ¿Cómo puedo hacerle ver a mi marido que un exceso de control puede ser contraproducente?
Dolores, Huesca

Apreciada Dolores:

  • Es cierto que no es sencillo definir hasta dónde cuidar a los hijos sin sobreprotegerlos y hasta dónde dejarlos hacer sin exponerlos a situaciones de riesgo, así que es natural que tú y tu marido tengáis desacuerdos en este punto y que ambos sintáis vuestras razones como válidas.
  • El problema está en que lo más probable es que estéis transmitiendo vuestras diferencias a vuestro hijo. Tu marido y tú debéis encontrar una postura que ambos podáis sostener, una posición que, aunque no refleje exactamente lo que cada uno de vosotros cree individualmente, se aproxime lo máximo posible a vuestra opinión como pareja de padres.
  • Y una última cosa, el hecho de que vuestro hijo deje de vivir con vosotros no significa que haga “lo que le venga en gana”.

Una buena educación es aquella que un hijo puede interiorizar y que lo acompaña allá donde vaya, no aquella que se sostiene solamente cuando la autoridad está presente.

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Síndrome del abandono

Soy una mujer adulta de cierta edad, muy vital y alegre. Sin embargo, toda mi vida he guardado una gran angustia como fruto de la soledad. De pequeña, pasaba mucho tiempo sola, ya que mis padres trabajaban mucho; después, pasé varios años en un internado. Mi primer marido murió en un accidente y el segundo viaja frecuentemente. He recibido mucho desamor de mis hijos y parientes cercanos. ¿Cómo podría manejar esta carencia?
Patricia, Viña del Mar (Chile)

Apreciada Patricia:

  • Para aliviar tu sensación de soledad, es muy importante que continúes haciendo lo que has hecho al enviarnos esta consulta: explicar tu carencia, hablar de lo que sientes y contar a los demás la necesidad de compañía que tienes.

​​Uno de los grandes problemas de la soledad es que genera vergüenza y, por tanto, existe una mayor dificultad a la hora de hablar sobre ella.

  • Nuestras ciudades están repletas de personas que se sienten solas, creyéndose, cada una de ellas, que son las únicas que están en esa situación, pues nadie se atreve a confesar sus deseos de encontrarse con el otro. Por desgracia, hemos aprendido que necesitar de los demás es una especie de debilidad o fallo del carácter. Pero nada más lejos de la naturaleza humana, que es, por definición, sociable y vincular.

Es hora de que te hagas cargo de tu soledad y te preguntes: “¿Qué haré con mi soledad?”.

  • Nos cuentas que muchas personas no han estado contigo como hubieses querido. Comprendemos que esto sea doloroso, pero repasar, una y otra vez, las historias de tus abandonos solamente conseguirá hundirte cada vez más en la autoconmiseración.
  • Nos gustaría alentarte para que tomes las riendas de esta situación y te ocupes de buscar aquello que necesitas. Repasa los vínculos que tienes y fíjate si alguno podría cubrir la falta que estás sintiendo. Si es así, no dudes en dar el primer paso. De lo contrario, deberás empezar a frecuentar nuevos ámbitos para que se puedan producir nuevos encuentros.

Envíanos tu consulta a mentesana@rba.es y la trataremos en los próximos consultorios.