Nadie imagina que el aire en las casas y los espacios cerrados es peor que el de una calle de una gran ciudad. Sin embargo, un exhaustivo análisis de la Agencia de Protección Ambiental estadounidense detectó en los interiores más de 900 compuestos tóxicos, algunos de ellos entre 2 y 5 veces más concentrados que en la calle, y en ocasiones, incluso más de 100 veces.

Sequedad e irritación de ojos, de nariz, de garganta y de piel, dolor de cabeza, fatiga, dificultad para respirar, hipersensibilidad, alergias, tos, rinitis, infecciones respiratorias o bronquitis crónica son algunos de los problemas que acarrea respirar un aire poco saludable en espacios cerrados.

Cómo ensuciamos el aire

La mayor parte de los compuestos que «ensucian» el aire del hogar se liberan con actividades muy comunes: el uso de productos de limpieza o de higiene con sustancias químicas, los insecticidas, el combustible para cocinar y calentar el hogar, e incluso velas o incienso.

Los materiales de construcción son un importante foco de contaminación. También los muebles, colchones y muchos objetos de decoración liberan sustancias perjudiciales. Hay que añadir muchos microorganismos (hongos, ácaros, bacterias...) que suman al ambiente esporas o proteínas insanas.

Buena ventilación

Es la medida más efectiva, porque renueva el aire y rebaja la concentración de contaminantes. Si se abren poco las ventanas, los tóxicos pueden acumularse, pero si se ventila excesivamente, en invierno se pierde energía. Abrir las ventanas entre 20 y 30 minutos es suficiente.

Un estudio del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (Estados Unidos) ha confirmado que ventilar las escuelas a razón de 7,1 litros por segundo por persona reduce las ausencias por enfermedad en el 3,4 por ciento.

Menos productos de limpieza

Desde la televisión enseñan a limpiar la casa como si fuera un quirófano, con un producto casi para cada rincón. Lo que no nos dicen es que son cócteles químicos que liberan gases tóxicos, entre ellos los llamados compuestos orgánicos volátiles (COV). Estos gases causan síntomas respiratorios, alergias, cefaleas e irritación ocular, además de alterar el hígado, los riñones, el sistema nervioso y el hormonal (disruptores endocrinos) e incluso favorecer el cáncer.

Para disminuir su presencia, es preferible elegir productos con alguna certificación ecológica reconocida. Otra recomendación es usar solo dos o tres productos para toda la casa, ya que se desconocen los efectos sobre las personas de la combinación de esos tóxicos.

Fórmulas caseras y seguras

Con bicarbonato, limón, vinagre, sal, jabón natural, agua oxigenada y aceites esenciales se puede limpiar de forma eficiente toda la casa. No es adecuado hacer acopio de productos de limpieza porque estén de oferta: incluso tapados, son una fuente importante de COV. Hay que comprar solo lo que se va a usar y guardarlo en un lugar exterior.

Limpiar el polvo a menudo usando un paño húmedo para que no vuelva al ambiente o aspiradoras con filtros HEPA que controlan los ácaros son buenas medidas para mantener la calidad del aire interior, ya que análisis del polvo doméstico realizados por Greenpeace demostraron que en cada gramo de polvo hay un miligramo de sustancias químicas tóxicas.

Mejor, cosmética ecológica

Los productos de higiene y cosmética convencionales contienen también derivados del petróleo que se liberan al ambiente: no hay que acumularlos en el baño, que suele ser un lugar más difícil de airear. En la actualidad hay una variadísima gama de cosmética e higiene con certificado ecológico.

Elegir materiales sanos

«Hoy en día, en muchos hogares, el nivel de degradación del aire es muy alto debido a las emanaciones de la cantidad tan enorme de elementos químicos con los que muchos materiales de nuestras viviendas están fabricados o tratados. Muchos de los elementos que usamos en decoración están elaborados con materiales nocivos», explica Ángel González, arquitecto y autor de Bioconstrucción. Cómo crear espacios saludables, ecológicos y armoniosos (Ediciones i).

El benceno es un COV cancerígeno que tiene como fuentes principales pinturas, resinas, aceites, plásticos... Si se tienen sobrantes de pintura convencional u otros productos de construcción, debemos llevarlos a un punto verde de reciclaje municipal, nunca almacenarlos en el hogar.

Muchos de los elementos que usamos en decoración están elaborados con materiales nocivos: pinturas plásticos

En el caso de pintar, hay que dejar pasar al menos 48 horas antes de habitar de nuevo la casa y ventilar a conciencia. El formaldehído es otro compuesto que se libera con facilidad al aire y está relacionado con el cáncer. A pesar de ello es omnipresente en el mobiliario moderno: en madera contrachapada, paneles, aglomerados, barnices...

Pinturas ecológicas

Para que el aire del hogar sea lo más natural y sano posible, Ángel González aconseja utilizar pinturas y barnices ecológicos, así como aislamientos naturales (fibra de madera, corcho natural, pinturas al agua con pigmentos minerales...); evitar revestimientos acrílicos, químicos o que emanen sustancias volátiles nocivas; elegir materiales y elementos naturales en la decoración (muebles de madera maciza, de mimbre, bambú o cáñamo); rodearnos de tejidos de fibras naturales, tanto en nuestra vestimenta como en la ropa del hogar o en revestimientos de sofás y muebles; minimizar o eliminar los elementos plásticos; y procurar que los suelos sean de materiales naturales (tarimas de madera, baldosas de cerámica o barro...).

Humedad óptima

Debe situarse entre el 35 y el 45 por ciento. Si es excesiva, creamos un ambiente donde pueden proliferar mohos. Para controlarlos hay que ventilar bien, limpiar las superficies húmedas con celeridad y solucionar las fugas de agua. Por el contrario, un ambiente muy seco, sobre todo con el uso de calefacción, reseca la piel, las mucosas y los ojos. Además de la ventilación, es importante no abusar de la calefacción, colocar cuencos con agua si el ambiente es muy seco y «naturalizar» la casa con plantas interiores variadas, que además son depuradoras naturales.

Mucho cuidado con otros productos

Insecticidas, ambientadores, aceites cosméticos, productos de tintorería, monóxido de carbono por malas combustiones... La lista es muy larga y muy peligrosa para nuestra salud. Lo bueno es que cada vez hay más opciones respetuosas con el entorno y las personas.