Cuando hace frío, solemos buscar el calor de las estufas o la chimenea para entrar en calor. Sin embargo, podemos hacer mucho para conseguir activar el organismo y mantener la temperatura corporal de otras maneras.

Hay tantas formas de activarse como uno pueda imaginar pero estas son algunas de las cosas más efectivas que podemos hacer para ganar energía y favorecer el bienestar físico y mental.

1. Tomar baños de sol

Con el sol no se suele tener término medio: en verano se toma hasta quemarse y en invierno se olvida.

Un baño de sol de cara y torso, de unos diez minutos de duración, nos reconcilia con la estación, ayuda a entrar en calor y favorece la síntesis de la dosis diaria de vitamina D, imprescindible para la fijación del calcio en los huesos y con acción preventiva frente a los tumores de pecho, colon y próstata entre otros.

Además los baños de sol invernales previenen y tratan el "síndrome afectivo" o "depresión estacional".

Los más eficaces en este sentido son los primeros rayos de sol de la mañana porque regulan la producción de las hormonas más influyentes sobre el estado de ánimo, la melatonina, controladora de los ciclos de descanso y actividad, y la serotonina, asociada a la sensación de bienestar.

2. Entrenar el despertar energético

Las personas que se retraen ante el frío pueden ser hipotónicas y les resulta muy extraña la idea de un invierno activo.

Suelen tener los pies y las manos frías, y se sienten especialmente desganadas durante las primeras horas del día.

Puede ayudarles mucho realizar estiramientos nada más despertarse para desentumecer los músculos y estimular la circulación.

Después de levantarse pueden meter las manos y los pies en agua fría un par de minutos y tomar luego una ducha alterna de agua caliente con unos segundos de agua fría al final.

Les ayuda aromatizar las estancias con esencias tonificantes: lavanda, que alivia las molestias superficiales; naranjo, que actúa contra la melancolía y la inapetencia; y verbena, que mejora la capacidad de concentración.

Si disponen de un jardín, al atardecer pueden pasear durante cinco minutos con los pies descalzados sobre el rocío o la nieve. Luego se toma un baño caliente de pies y se masajean con aceite de enebro.

3. Hacer ejercicio dentro de casa

Algunas personas sienten tanta aversión al frío que por mucho que se les garantice su bondad para la salud no harán ejercicio al aire libre. Pero no por eso están obligados a cultivar el sedentarismo: disponen de otras opciones.

En casa pueden hacer una tabla de gimnasia, pedalear en una bicicleta estática o utilizar steppers, cintas de correr, máquinas de esquí o remos.

Pueden también acudir a un gimnasio o a una piscina climatizada, donde además se beneficiarán de la relación con otras personas que puedan aconsejarles.

4. Practicar taichí y chikung

Las tradicionales disciplinas psicofísicas chinas, como el taichí o el chikung, movilitan el chi, la energía vital, con un efecto óptimo sobre la salud física y mental.

La combinación de movimientos, respiración en sincronía y visualizaciones del flujo del chi consigue influir sobre la generación interna de calor y su distribución.

Taichi y chikung resultan por tanto técnicas ideales para el invierno, aunque la práctica solo tiene sentido si es regular y se incorpora como un hábito.

Lo ideal es aprender con un profesor que corrija los errores más sutiles, pero a modo de ejemplo se puede probar con la siguiente secuencia de sólo dos posturas que activa la circulación en el meridiano energético de la acupuntura conocido como "triple calentador".

La primera postura se llama wu chi y se trata de imitar la dignidad de un árbol. Hay que colocarse con los pies separados el ancho de los hombros, los brazos descansando a los costados, el mentón un poco metido hacia adentro y la pelvis suavemente basculada de manera que se atenúe la curvatura lumbar. Las rodillas se flexionan ligeramente, como si se montara a caballo.

La concentración se dirige al punto tan tien, situado tres dedos por debajo del ombligo, y se hacen nueve respiraciones profundas y lentas antes de seguir con el próximo paso.

Se flexionan ligeramente las rodillas, con la espalda recta y sin sacar las nalgas, y se cruzan las manos por delante del abdomen con las palmas mirando hacia arriba. Se elevan al mismo tiempo las manos y el tronco. Los pulmones se llenan al tiempo que se asciende inspirando.

Al llegar al pecho las palmas giran hacia fuera para orientarse hacia el cielo. Se sigue levantando las palmas al tiempo que se elevan los talones. Finalmente se "sostiene el cielo" con el cuerpo totalmente estirado.

Cada vez que se inhala, los brazos se repliegan un poco, como si el aire entrase por las palmas de las manos. Al espirar se estiran levemente. Pero es el movimiento respiratorio el que mueve los brazos y no al revés.

Se abren lentamente los brazos hacia los lados como un pájaro que despliega sus alas, en un círculo amplio. El ejercicio se repite nueve veces.

5. Tener una actitud positiva

Hay quien dice que vivimos en la cultura de la queja y del miedo. En verano hace demasiado calor, en invierno el frío resulta insoportable y la culpa de todo se achaca al gobierno o las multinacionales "que favorecen el cambio climático".

Quienes se congelan en verano junto a la salida del aire acondicionado suelen cocinarse al lado de la calefacción en la estación fría.

Parece más sensato aprender a disfrutar de cada momento sin refugiarse en entornos artificiales que nos desconectan de los ciclos de la naturaleza. Dicho de otra manera: seamos activos, mostrémonos vivos. Es la actitud la que convierte al frío en bueno o malo. En lugar de sobreprotegernos, démosle la bienvenida.

Las actividades que son tan beneficiosas en invierno no tienen nada que ver con esas otras obligaciones laborales y rutinarias que tan frecuentemente resultan agotadoras y estresantes. Al contrario: proporcionan energía y satisfacen importantes necesidades físicas y psíquicas.

Así que empezar a hacer ejercicio al aire libre o iniciarse en alguna de las otras propuestas explicadas en este artículo no debería resultar ningún sacrificio, sino un placer.

6. Disfrutar de las relaciones

En invierno se tiende a interiorizar, a recluirse en el mundo personal, lo cual es necesario y enriquecedor, pero no hay que olvidarse de disfrutar de los amigos y las personas queridas.

Disfrutar juntos de un invierno activo, sea haciendo ejercicio engrupo o excursiones, permite contrarrestar el efecto de las temperaturas bajas con calor humano.

La camaradería, el compartir momentos agradables -como la entrada del año- y aventuras con las personas queridas favorece que mantengamos una actitud positiva que es seguramente la mejor manera de apoyar al sistema inmunitario frentes a los virus que lo amenazan en invierno.

7. Tomar baños de vapor

Si se echa de menos el calor intenso, la sauna puede convertirse en el rito invernal preferido.

Mejora la secreción de la mucosa bronquial, previene resfriados y gripes porque el calor mata los virus, elimina toxinas del organismo y mejora el estado de la piel, los músculos y el sistema circulatorio.

Otra opción para entrar en calor son los baños turcos de calor húmedo o el baño caliente con sales de sulfato de magnesio o aceites esenciales de jengibre y eucalipto, que se puede preparar tranquilamente en casa y resulta recomendable para recuperarse de los resfriados.

Una buena idea es realizar la sauna o el baño el viernes por la tarde, tras la jornada laboral. Se pueden reservar una o dos horas para regalarse una sauna relajante que abra las puertas a un fin de semana liberador.

Para dormir, descansar y preparar un buen despertar al día siguiente pueden realizar un ejercicio de relajación en la cama, respirando lenta y profundamente mientras aflojan la tensión de los músculos, comenzando por los pies y terminando por el cuero cabelludo.