El remedio más eficaz para combatir las manos y pies fríos es hacerlos reaccionar en contacto con agua, ya sea fría, caliente o a temperatura alterna.

En este artículo te mostramos 4 ejercicios de hidroterapia que te pueden ayudar si suele tener el problema de tener las manos y los pies fríos en invierno.

1. Baño de temperatura ascendente

  • Utiliza un recipiente en el que quepan los pies y que tenga la altura de al menos media pierna. En el caso del baño de brazos, han de poder introducirse los dos brazos hasta la altura de medio antebrazo. Llénalo hasta la mitad con agua a 35-36ºC.
  • Introduce los pies o brazos y durante diez o quince minutos ve añadiendo agua muy caliente, hasta alcanzar una temperatura máxima de 41 ºC. Puedes mover los dedos, pies o manos para soportar mejor el calor.
  • Acaba el baño con un chorro de agua fría de 10 a 20 segundos. Seca bien las extremidades y abrígalas o muévelas un rato.

El tratamiento se realiza al inicio un par de veces al día, con el estómago vacío, y al cabo de un par de semanas una vez al día antes de cenar o acostarse.

2. Baño de temperatura alterna

  • Utiliza el mismo recipiente que para el baño anterior, y otro idéntico. Llena uno con agua bien caliente, a 39-40 ºC, y el otro con agua fría, a unos 15 ºC.
  • Introduce los pies o brazos primero en el agua caliente durante tres o cuatro minutos y luego en la fría durante veinte o treinta segundos.
  • Ve moviendo dedos, manos y pies para aguantar mejor los cambios de temperatura.
  • Repite tres veces este ciclo, acabando siempre con agua fría.
  • Después sécate y abrígate o haz ejercicio.

3. Chorros alternos

Para realizarlos en casa puedes emplear la ducha de teléfono, pero sin el cabezal, de forma que salga un chorro lo más amplio posible.

Hay dos versiones:

  • Para los chorros de pies hay que introducirse en la bañera, desnudo de cintura hacia abajo.
  • Para los de brazos hay que quedarse de rodillas fuera de la bañera y con el cuerpo descubierto de cintura para arriba. Una vez en esta postura, se pueden introducir los brazos en la bañera.

Se aplica el chorro de agua caliente en forma de manto a la temperatura que puedas soportar sobre las extremidades, empezando por el punto más lejano del corazón, manos o pies, y ascendiendo hasta los muslos o antebrazos.

Repiten estas maniobras por la parte anterior y posterior de cada extremidad hasta alcanzar los dos minutos.

A continuación cambia bruscamente al agua fría y se mantiene durante veinte segundos.

Repite tres veces este ciclo y acaba como en los baños de temperatura ascendente o alterna. La duración del tratamiento también es la misma.

4. Pisar agua fría

Llena la bañera con un palmo de agua fría y, con los pies descalzos (aunque se puede tener abrigada la parte superior del cuerpo, incluso se pueden llevar pantalones cortos), anda introduciendo los pies en el agua y sacándolos de ella a cada paso.

La duración del baño varía de quince segundos a unos pocos minutos, según la temperatura del agua y la resistencia de la persona. Hay que parar justo en el momento en que la sensación de frío pasa a ser de dolor.

Variaciones de esta técnica consisten en andar descalzo por la orilla del mar o por el cauce de un riachuelo. Después se friccionan bien los pies y se abrigan o se da un paseo.

El tratamiento está indicado para personas que sufren varices y pies fríos, y como continuación de los baños anteriores.

Se aconseja realizarlo de una a dos veces al día hasta alcanzar el equilibrio térmico del organismo.

¿Acabar la ducha en frío o caliente?

En verano, los vasos superficiales sanguíneos de la piel se dilatan para favorecer la pérdida de calor y mantener la temperatura interna dentro de la normalidad. Si aumenta mucho la temperatura externa, el cuerpo recurre a la sudoración para eliminar más calor.

Sin embargo, si el estímulo calorífico dura poco tiempo, como un baño de agua muy caliente en invierno, por ejemplo, a la reacción vasodilatadora inicial le sucede, al salir del agua, una vasoconstricción que produce una sensación desagradable y duradera de frío en todo el cuerpo, incluidos manos y pies.

Por el contrario, si se finaliza una ducha con agua fría, al salir del agua se obtiene una reacción vasodilatadora y, por tanto, de calor, que permanece durante tiempo. Por este motivo siempre se recomienda acabar cualquier ducha o baño con agua fría.

Libros sobre hidroterapia y equilibrio térmico

  • Hidroterapia, la curación por agua; Frederic Vinyes. Ed. RBA-Integral
  • La medicina natural al alcance de todos; Manuel Lezaeta. Ed. Cedel