Con el buen tiempo y las vacaciones tenemos más oportunidades de perdernos en parajes naturales, salir de nuestras rutinas y conectar con la naturaleza. Pero si la mente está distraída, en otro lugar o llena de preocupaciones, es fácil de comprender que no obtendremos todos los efectos beneficios que producen los entornos naturales.

Para establecer esa conexión positiva con lo natural (y con nosotros mismos) que mejora nuestros estados emocional y físico podemos recurrir a prácticas de atención plena simples y eficaces.

Técnicas de mindfulness en la naturaleza

En pocas palabras, la atención plena (mindfulness) es la capacidad de mantenerse presente en el momento actual sin interferencias de pensamientos no deseados. Se emplea como técnica contra el estrés, trastornos como la depresión y las adicciones, o para potenciar el desarrollo personal.

El primer paso es evitar conscientemente las preocupaciones sobre cosas que ocurrieron en el pasado y los problemas que se prevén en el futuro. Este esfuerzo voluntario nos prepara para realizar las técnicas concretas.

Si quieres empezar a practicar la atención plena, prueba la formación online que te ofrece la Escuela Cuerpomente. Vivirás una experiencia transformadora que cambiará tu manera de gestionar el tiempo, las emociones y las experiencias y te ayudará a llevar una vida más plena y más feliz.

1. Respira

Las personas que sufren de estrés o cualquier alteración emocional suelen realizar una respiración superficial y sin un ritmo regular. Acostumbran a respirar por la boca, de manera algo acelerada y son frecuentes los suspiros o la sensación de falta de aliento.

Concentrarse en la respiración ayuda a resolver todos estos desequilibrios y sobre todo sirve para que la mente se fije en algo y abandone sus rutinas de pensamiento o su vagar habituales.

En tu paseo por el campo, detente cuando encuentres un lugar tranquilo y en el que te sientas bien para pasar un rato y realizar este ejercicio:

  • Vacía lentamente el aire de tus pulmones, inspira con calma por la nariz durante 3 segundos y espira por la boca el mismo tiempo.
  • Mientras respiras, presta atención a las sensaciones que te llegan del cuerpo: los sonidos del aire al circular por las vías respiratorias, el movimiento del pecho o las tensiones musculares.
  • Después de cinco minutos, cierra los ojos y percibe también los aromas que te llegan y que se introducen en tu cuerpo con cada inspiración, y fíjate en la temperatura del viento al rozar tu piel.

2. Escucha

Escuchar con atención consiste, en un primer momento, en centrarte en todo lo que te llega al oído, sin discriminar ningún sonido (normalmente los pensamientos no nos dejan escuchar la mayor parte de ellos).

El proceso de escuchar conscientemente implica reconocer los ruidos como meras vibraciones. En la montaña o el campo donde te encuentres cuando realices estos ejercicios los sonidos serán seguramente agradables, pero si te llega el rugido de un motor, no te molestes, escúchalo como si fuera el trino de un pájaro.

Quédate quieto y escúchalo todo. Intenta que tus "antenas" capten los sonidos procedentes de cada vez más lejos. Una vez que has sido capaz de escucharlo todo, puedes fijarte sucesivamente en cada uno de los sonidos. Si es un pájaro, ¿sabes reconocer de qué especie se trata? Si no lo sabes, ¿cómo te lo imaginas? ¿De dónde procede el sonido?

3. Observa

La visión es el sentido que más nos atrapa. Ahí están todas las pantallas, grandes y pequeñas, atrayendo nuestra atención de una manera que tiene mucho de adicción.

Sin embargo, fuera del marco rectangular de las pantallas existe un mundo fascinante. Fíjate en cualquier planta: ¿qué diseñador famoso podría haber creado algo así? Percibe sus formas y colores, ¿los habías visto antes?

Si puedes acércate y mira cada pequeño detalle. Después de un par de minuto vuelve a alejar la mirada para captar todo el paisaje.

Después de realizar los tres ejercicios continúa con tu paseo pero mantén en la medida de lo posible tu concentración en la respiración, escúchalo todo y cada sonido, mira el paisaje y cada planta y cada insecto.

Cuando vuelvas a casa, recuerda lo experimentado, y si alguna vez te encuentras estresado o desconectado de ti mismo, practica la concentración, la escucha y la mirada en el lugar en que te encuentres.