Los efectos de los fenómenos meteorológicos nos recuerdan que formamos parte de la naturaleza y que nuestra salud depende en buena medida de que sepamos adaptamos a los cambios en nuestro entorno.

Todavía estamos unidos por un estrecho lazo a cuanto ocurre sobre la tierra y en el cielo, aunque a menudo no seamos conscientes de ello.

El frío, el calor, los vientos, la humedad, las proporciones de iones negativos y positivos o los cambios en la presión atmosférica pueden desequilibrarnos y favorecer la aparición de una amplia variedad de síntomas.

Las condiciones meteorológicas pueden afectar prácticamente a todos los órganos y sistemas corporales.

Dolor de cabeza con el cambio de tiempo: ¿es real?

La base de datos de la Red Canadiense de Meteorología Médica acumula estudios científicos que demuestran la relación entre el tiempo y la evolución de trastornos neurológicos, endocrinos, circulatorios, cardiacos, respiratorios, digestivos y músculo-esqueléticos.

Según los canadienses, los síntomas más frecuentes causados por los cambios de tiempo son irritabilidad y agresividad, ansiedad, depresión, fatiga, falta de concentración, trastornos del sueño, dolores, irregularidades cardiovasculares, náuseas, mareos y sobre todo migrañas.

Un estudio realizado en el Centro Nueva Inglaterra para el Dolor de Cabeza en Stamford (Estados Unidos) concluyó que el 51 % de los pacientes resultan afectados de alguna manera por el tiempo, aunque muchos no pueden precisar cuál es el factor climático concreto que en su caso actúa como desencadenante.

Qué es la meteorosensibilidad o sensibilidad al clima

No todas las personas tienen la misma sensibilidad a la meteorología. La susceptibilidad crece con la edad, la mala forma física y la debilidad debida a distintas enfermedades. Se estima que entre el 30 y el 70% de la población padece lo que actualmente se conoce como "meteorosensibilidad".

Una incidencia tan elevada justifica que en Alemania la previsión del servicio nacional de meteorología incluya advertencias dirigidas a los "pacientes sensibles al tiempo".

Además de informar sobre los niveles de ozono a ras de suelo, los de concentración de polen y el índice de radiación ultravioleta, los hombres del tiempo alemanes avisan a quienes sufren migrañas y artritis cuando se dan las circunstancias meteorológicas que puedan afectarles. Después del conocido mapa con soles, nubes y lluvias, aparece otro con caras sonrientes, indiferentes o molestas.

Entre nosotros el tema de la salud y el tiempo todavía no se considera importante ni en la prevención ni en el tratamiento de las enfermedades. En cambio, forma parte de los cimientos de la medicina tradicional china.

En su diagnóstico un médico chino puede afirmar que el viento y el frío exteriores han invadido los pulmones. Según el sistema médico chino, sobre el cuerpo actúan las energías de los cinco elementos –fuego, madera, tierra, metal y agua–, que están vinculados con otros tantos fenómenos meteorológicos: calor, viento, humedad, sequedad y frialdad, respectivamente.

Como es lógico, cada uno tiene efectos concretos sobre la salud.

Dolores asociados al frío

En España, los síntomas asociados al frío guardan relación con la entrada de vientos procedentes del norte: del Ártico, Siberia o el Atlántico. Estos últimos, que además son húmedos, resultan especialmente molestos.

Según la medicina china, el frío bloquea el flujo de la energía, que se contrae y estanca, provocando dolores en las articulaciones y otros lugares. Esta acción explica, por ejemplo, la agudización de las molestias en las personas que sufren artrosis.

Sin embargo, en la medicina occidental existe una intensa polémica entre escépticos y creyentes acerca de si la llegada de tiempo frío y húmedo influye en el dolor de las articulaciones.

No basta con que miles de enfermos aseguren que lo sienten, pues podrían atribuir al mal tiempo unas molestias que sentirían de todas formas. El problema es que no se conoce el mecanismo de causa y efecto.

  • Una teoría afirma que el frío puede irritar las terminaciones nerviosas e incrementar su sensibilidad. Además la bajada de la temperatura provoca una contracción de los huesos y los músculos que, como tienen diferentes densidades, podrían producir microestiramientos dolorosos.
  • Otra teoría sostiene que el frío exige al cuerpo un esfuerzo para mantener su interior a 37,5 ºC, lo que provoca una constricción de los vasos sanguíneos que irrigan la piel y las zonas periféricas para que la sangre se concentre y caliente la zona central del cuerpo donde se encuentran órganos vitales.
  • En los lugares donde la sangre no afluye como antes, tampoco lo hacen el oxígeno y los nutrientes que transporta. Los tejidos se esponjan y aparecen huecos que se llenan de aire o fluidos y acaba produciéndose una presión sobre las zonas enfermas, lo que provoca dolor.

Un efecto secundario de este redireccionamiento de la circulación sanguínea es un aumento de la diuresis, es decir, de la necesidad de orinar, que sienten muchas personas cuando tienen frío. La razón sería que el cerebro capta un aumento de la concentración interna de líquidos.

El frío tiene más consecuencias. Algunas personas presentan una reacción alérgica, con grandes manchas rojas sobre la piel que pueden picar.

Por otra parte, el corazón tiene que trabajar más para conservar la temperatura y empujar la sangre a través de los vasos estrechados. El esfuerzo puede resultar excesivo para un corazón debilitado por una enfermedad o por la edad y puede dar lugar a anginas de pecho e infartos.

¿Por qué duele la cabeza cuando cambia el tiempo?

Todos sentimos cuándo hace frío y podemos entender que influya en el cuerpo. Más misteriosa resulta la incidencia de la presión atmosférica. No somos conscientes de sus cambios y a menudo tampoco de sus efectos sobre el organismo aunque pueden ser importantes.

Los cambios de presión vienen anunciados en los mapas meteorológicos por los frentes fríos, señalados con líneas de triángulos azules, o cálidos, con líneas de semicírculos rojos.

Tanto si llega una masa de aire con presión baja -una borrasca- como una con presión alta -un anticiclón-, el cambio de tiempo aumenta significativamente el número de partos, infartos, migrañas, hemorragias y muertes por enfermedad o vejez.

La razón que explica el efecto de la presión es que en el organismo se encuentran muchas cavidades, rellenas de aire o líquidos bajo distintas presiones que pueden alterarse cuando las condiciones exteriores cambian.

Ejemplos de estas cavidades son el corazón o las venas, donde existen terminaciones nerviosas que funcionan como sensores barométricos que ayudan a mantener la presión óptima en el flujo de la sangre.

Un estudio realizado por las universidades Nacional de Ucrania y Ludwig-Maximilian de Múnich (Alemania), ha descubierto que estos sensores se alteran cuando se producen cambios mínimos en la presión atmosférica.

Otro hallazgo de esa investigación es que los mensajes procedentes de los sensores barométricos llegan hasta el hipotálamo, el centro cerebral que controla las emociones y el equilibrio fisiológico del organismo, lo que explica los variados efectos de la presión atmosférica y la influencia de la sensibilidad individual.

Algunas personas actúan como auténticos barómetros que anticipan uno, dos o hasta tres días la llegada del mal o del buen tiempo.

Las personas sensibles sienten enseguida malestar, zumbidos, mareos, vértigo y hasta pérdida de conciencia antes de que el cambio de tiempo resulte evidente para los demás. Esta habilidad predictiva se basa seguramente en las reacciones del oído y el hipotálamo a los cambios de presión.

Migrañas cuando viene tormenta: el origen "eléctrico"

Desde que se realizó un estudio pionero en Israel, en 1969, se sabe que las tormentas vienen precedidas de un aumento en la proporción de iones positivos.

Este cambio altera el funcionamiento eléctrico del cerebro de las personas sensibles y con ello aumenta la producción de serotonina, un neurotransmisor relacionado con los ataques de migraña.

Los iones positivos también aumentan la tensión nerviosa y empeoran el asma.

En cambio, después de la tormenta la atmósfera queda invadida de iones negativos que aumentan la sensación de bienestar y favorecen la relajación.

Por eso gozamos contemplando el mar, pues al romper las olas se liberan a la atmósfera millones de iones negativos.

Efectos del viento sobre la salud

La abundancia de estresantes iones positivos explica los efectos de determinados vientos.

Los extremadamente secos (menos del 10% de humedad), que superan las crestas y descienden por las laderas recalentándose y cargándose de iones positivos, provocan deshidratación, dolor de cabeza y alteraciones psíquicas. Se relacionan con el incremento de los accidentes de tráfico, las agresiones y los suicidios.

En Centroeuropareciben el nombre de föehn, y los jueces lo han considerado un atenuante en casos de agresión en más de una ocasión. Vientos similares son el chinooh de Norteamérica, el sirocco de Sicilia o el sharev de Israel.

En estas corrientes de aire temibles se combinan los efectos de la sequedad extrema, la temperatura alta, la ionización y el agotamiento nervioso que supone soportarlos durante días o semanas.

En cuanto a la sequedad, favorece la deshidratación, el resecamiento de las mucosas (que propicia las infecciones respiratorias) y las crisis asmáticas.

Por otra parte, los vientos secos y fríos, que vienen desde el interior de las grandes masas continentales, provocan crisis de asma o empeoran los síntomas.

Impacto del mal tiempo en los pulmones

Resulta lógico pensar que el sistema respiratorio sea uno de los más afectados por los cambios meteorológicos, puesto que protagoniza el intercambio de aire. Y así es.

Junto con los días de contaminación ambiental más alta, los síntomas que afectan al sistema respiratorio se agudizan cuando sobreviene una bajada repentina de la temperatura, acompañada de vientos fuertes y secos y aumentos rápidos de la presión atmosférica.

Los descensos bruscos de temperatura causan espasmos bronquiales que restringen el paso del aire por las vías respiratorias. Los vientos fuertes aumentan la concentración en el aire de todo tipo de partículas que pueden irritarlas. Para los asmáticos, resultan temibles los vientos cálidos que arrastran polvo.

Condiciones meteorológicas similares resultan también las propicias para las reacciones alérgicas, especialmente durante la primavera. Las primeras horas del día son las peores para los alérgicos, porque es cuando las plantas liberan la mayor parte del polen.

Los días lluviosos son, en cambio, mejores porque el agua se lleva el polen, pero el alivio es momentáneo, pues cuando el tiempo mejora las molestias vuelven con más fuerza ya que la producción de esporas, que se suman al polen, es máxima unas dos horas después del chubasco.

El exceso de humedad en el organismo

La humedad y la lluvia tienen un efecto directo sobre la piel, que se expande ligeramente cuando aumenta la concentración de vapor de agua en el aire y se contrae cuando el aire se seca. Esto podría explicar por qué los cambios en la humedad resultan dolorosos para las personas que tienen cicatrices.

Además la humedad empeora la artritis, pero mejora la bronquitis y el asma.

Según la medicina china, vivir en un ambiente demasiado húmedo representa un riesgo importante. Aumentan las probabilidades de sufrir enfermedades caracterizadas por la retención de líquidos y el exceso de mucosidad.

La humedad provoca también sensación de pesadez y piernas cansadas. Si se combina con viento puede causar resfriados que cursan con dolor de cabeza, fiebre nocturna, náuseas y diarrea.

Para combatirlo suele recomendarse la moxibustión, es decir, el estímulo de determinados puntos energéticos mediante el calor que emiten bastones encendidos de artemisa.

El calor moderado ayuda al cuerpo

La mayoría de personas se siente mejor cuando brilla el sol, pero los rayos ultravioleta, cuando se reciben en exceso y sobre todo si provocan quemaduras en repetidas ocasiones, aumentan el riesgo de cáncer de piel.

También favorecen las cataratas y la de-generación macular. Pero, tomados con moderación, los mismos rayos ultravioleta tienen efectos positivos: mejoran la salud de la piel y aumentan la asimilación de muchos nutrientes. La luz del sol combate la depresión y previene la osteoporosis porque favorece la síntesis de vitamina D y por tanto la fijación del calcio en los huesos.

Si la temperatura es demasiado alta disminuye la actividad del metabolismo y la vitalidad general, sobre todo entre personas sensibles. Una de las consecuencias es un riesgo mayor de sufrir problemas digestivos . Otro peligro es el golpe de calor: el cuerpo puede ver superada su capacidad para refrescarse y sufrir un colapso que puede resultar mortal.

Cambios de humor debidos al clima

El síndrome afectivo estacional (SAE) es quizá la enfermedad con una relación más estrecha con el tiempo.

Se trata de un trastorno anímico, caracterizado por periodos de depresión, cansancio, apetito por lo dulce, ganancia de peso, tendencia al aislamiento, ansiedad y dificultad para concentrarse.

Aparece en octubre y termina en abril, es decir, dura mientras los días son más oscuros que claros, más nubosos que soleados. Los afectados son mayoritariamente mujeres (75%) que pasan de los treinta y que viven en territorios norteños, aunque no exclusivamente.

La falta de luz natural es el principal desencadenante y también influyen la sucesión de tormentas y la nubosidad.

Los síntomas del SAE se deben a que el flujo de la hormona melatonina, secretada durante la oscuridad de la noche por la glándula pineal, no es cortado por la exposición a la brillante luz de la mañana.

Entonces se produce un desarreglo en los ciclos de sueño-vigilia que regulan el metabolismo, el flujo de hormonas y neurotransmisores, la temperatura corporal y los periodos de descanso y actividad física.

Cómo protegerse ante los cambios de tiempo

Para conservar la salud o recuperarla se debe reconocer el "clima interno" del cuerpo y adaptarse a los cambios externos, teniendo en cuenta que un organismo desequilibrado resulta más vulnerable a las fluctuaciones.

  • Aumentar el contacto con los elementos naturales. Nuestra sociedad se ha obsesionado con conseguir el bienestar recreando un entorno ideal con medios artificiales, pero ha sido a costa de reducir la resistencia del cuerpo ante el "estrés meteorológico". Exponerse a los elementos naturales ~ puede ser la mejor manera de 1 evitar la hipersensibilidad al s 1t tiempo. Hay que pasar más rato al aire libre y en cualquier circunstancia meteorológica.
  • Tomar conciencia de las propias reacciones. Puede escribirse un diario donde se registren los síntomas (o la ausencia de ellos) en una columna y a su lado otra con los datos meteorológicos (temperatura, humedad, presión, aspecto del cielo ... ). Es posible que pasado cierto tiempo se descubran correspondencias que habían pasado inadvertidas.
  • Vestirse, comer y comportarse de acuerdo con el tiempo meteorológico. Por ejemplo, en primavera y verano el cuerpo agradece las ropas ligeras de algodón y lino y preferiblemente de colores claros. Las comidas serán más jugosas, frescas y fáciles de digerir que en otoño o invierno. En cuanto al comportamiento, se estará más dispuesto a mantenerse activo hasta bien entrada la noche a cambio de una buena siesta cuando el sol se encuentra en lo alto.
  • Protegerse de los fenómenos meteorológicos extremados. Por ejemplo, en pleno verano, si una noche refresca no debe sorprendernos en la cama sin nada encima, de la misma manera que la ola de calor debería pillarnos siempre con una botella de agua y sombra.
  • Estar alerta ante la llegada de un frente, sea frío o caliente. La persona sensible puede estar al tanto de las previsiones meteorológicas y, cuando la situación nociva se produzca, evitar los otros agravantes (sustancias excitantes. estrés ... ) . así como recurrir a alguna técnica de relajación.

Curas de hidroterapia para enfermedades "climáticas"

Los tratamientos de hidroterapia que se realizan en balnearios situados en determinados enclaves naturales pueden resultar de mucha ayuda para aumentar la resistencia a los cambios de tiempo o tratar los síntomas.

Una revisión de estudios publicada en la prestigiosa revista Annals of the Rheumatic Diseases muestra que los tratamientos de la artrosis realizados en balnearios resultan eficaces y que sus be-neficios se mantienen de tresa nueve meses.

Las duchas calientes o frías alivian los dolores de cabeza que aparecen como consecuencia de los cambios de tiempo. El objetivo es dilatar o contraer los vasos sanguíneos.

Una técnica que alivia los dolores debidos a la constricción de los vasos sanguíneos provocada por el tiempo frío consiste en sumergir los brazos o las piernas en agua con una temperatura alrededor de los 36 ºC. Luego se añade agua caliente a los diez minutos para elevar la temperatura hasta los 40 ºC.

Si la migraña aparece, en cambio, como consecuencia de un aumento de la presión y la temperatura, se puede refrescar la cara y los brazos: inclinándose sobre la bañera, echar agua fría sobre la frente y después sobre las mejillas hasta la barbilla

El dolor articular puede tratarse aplicando calor en la zona. Muchas personas que sufren artritis y sienten la llegada del frío y la humedad se instalan, si pueden, en lugares más cálidos y secos durante el otoño y el invierno descansan unos días en balnearios

La sauna y los baños alternos fríos y calientes son magníficos para reforzar la capacidad de adaptación del organismo a los cambios del tiempo. Los baños de luz y sol, sobre todo en otoño e invierno y a primera hora de la mañana ayudan a prevenir y tratar el desorden afectivo estacional (el de invierno y el de verano).

Las diferencias constitucionales explican que unos pacientes de fatiga crónica se sientan mejor en invierno y otros en verano. Al parecer su sistema nervioso autónomo en unos casos se ha sensibilizado al frío, y en otros, al calor.

Libros sobre clima y salud

  • El clima y la salud, Jose Miguel Raso, Ed. Davinci
  • Curas balnearias y climáticas, Miguel Armijo, Ed. Complutense