Nuestra forma de vida y su desarrollo mismo están unidos al movimiento: desde la respiración y la circulación sanguínea hasta el movimiento muscular más mínimo. La mayoría de los sistemas de gimnasia antiguos o de movimiento comportan la toma y la ampliación de la conciencia: son sistemas de desarrollo psicofísico.

Cada movimiento nos aporta experiencia, memoria y conocimiento. Sentir el movimiento, la acción, es sentir la vida, lo que somos, nuestra identidad única. Por ello, prestar atención al movimiento es una forma de conectar con el cuerpo y con la vida.

Por qué contemplar el movimiento

Sentir la quietud de la contemplación también es sentir la vida, y ambas situaciones modifican la conciencia.

Pienso y existo, no pienso y también existo: la acción y la contemplación se consideraron siempre dos formas de alcanzar la realización personal.

Tomar conciencia de nuestro movimiento es sentir la capacidad de supervivencia desarrollada durante miles de años: qué puedo hacer en esta vida, qué capacidad de movimientos tengo, cómo estoy concebido y qué habilidades puedo desarrollar.

Si aumento la capacidad de moverme, aumento mis posibilidades de sobrevivir, ensancho los límites, incluso mi flexibilidad y mi tolerancia mejoran, pero a la vez comprendo que mis movimientos tienen unos límites.

La flexibilidad y la tolerancia están guardadas por el dolor, por barreras físicas, psicológicas y ambientales que es preciso conocer y sentir, pues sobrepasarlas pone en peligro nuestra supervivencia.

Cada movimiento nos aporta experiencia, memoria y conocimiento.

En estos momentos, con un movimiento de la mano soy capaz de expresar lo que almaceno en mi memoria y con este movimiento intento relacionarme contigo que estás leyendo este escrito.

Cómo reconocer los límites del cuerpo

Mi cuerpo es el principal lugar de aprendizaje. Con él he aprendido lo que soy, tomo conciencia y exploro el medio que me rodea.

He sentido la contracción de los músculos en el esfuerzo y en las situaciones difíciles y dolorosas, así como la relajación del reposo y el agradable movimiento de los momentos alegres.

He comenzado a comprender la sabiduría de mi cuerpo, sus pulsaciones y emociones, y lo práctico que resulta para desenvolverme en la naturaleza.

Sostenerme con dos pies me deja libres las manos para ayudarme a resolver el problema de alimentarme y para expresar la capacidad creativa de mi cerebro.

Con los años quizá he perdido fuerza y rapidez, pero también he aprendido a economizar esfuerzos y a entender que hasta el último momento de mi vida puedo explorar y aprender nuevos movimientos.

  • Acepta tu cuerpo como una gran oportunidad: sólo a través de él desarrollas tus posibilidades en la vida.
  • Tómate un tiempo al día y explora el movimiento de tus articulaciones, sus límites, si es agradable o si hay dolor, y dónde está.
  • Alíate con tus sensaciones y alégrate con ellas: si son buenas, porque disfrutas; si son dolorosas, porque te avisan de tus límites y te proponen cambios.

Ejercicio: El movimiento infinito

Por Xavier Julià Eggert

El movimiento infinito es un ejercicio que permite mejorar la movilidad de las articulaciones con un énfasis especial en la caja torácica. También fortalece el sistema respiratorio y activa los meridianos tendinomusculares. En primer lugar hay que observar el tronco con sus tres ejes principales. El movimiento generado desde los brazos permite mover todo el cuerpo al unísono y ganar así energía.

El vertical formado por la columna vertebral y dos horizontales: el cinturón escapular y el pélvico. La columna protege a la médula, da salida a los nervios y une a las tres cavidades del tronco: la pelvis, el abdomen y el tórax.

Ejercitar la columna en su conjunto con estos movimientos tridimensionales y su relación con las cavidades y los órganos que protegen ayuda a liberar tensiones tras permanecer largos periodos en posición estática.

¿Cuándo practicar el movimiento del infinito? Estar sentados o al levantarse después de dormir serían dos situaciones en las que se puede practicar. Uno de los puntos de atención del ejercicio reside en la coordinación entre la fluidez del movimiento y de la respiración.

Con la práctica se puede sentir cómo cada articulación, desde los pies a la cabeza, se mueve unificada con el movimiento en espiral generado desde los brazos.

En 3 pasos:

  1. Entrelaza los dedos de las manos y sitúa los brazos por encima de la cabeza. Nota la sensación simultánea de enraizar los pies y crecer desde la cabeza junto con los brazos, a la vez que mantienes los hombros relajados.
  2. Concéntrate en los codos e imagina que estás dibujando con ellos un infinito en el aire. Cada vez que en el movimiento continuo estés llevando un codo hacia delante y arriba realiza una inhalación abriendo la caja torácica sin forzar. Cuando el codo vaya hacia atrás haz una exhalación.
  3. Enlaza el movimiento con la siguiente inhalación en el lado contrario.