Hace tiempo que los estudios científicos han comprobado que en nuestros ríos y aguas superficiales y subterráneas hay restos de medicamentos y productos farmacéuticos disueltos. También las investigaciones han evidenciado que los fármacos están presentes en las aguas de riego de las zonas agrícolas y que estos pueden llegar, aunque sea en bajas concentraciones, a los vegetales. La Comisión Europea se ha propuesto proteger la salud humana reduciendo los restos de medicamentos que viajan por las aguas hasta llegar a los campos de cultivo.

Por esta razón, las autoridades europeas están debatiando ahora cómo reforzar la directiva sobre contaminantes de las aguas superficiales y subterráneas para tener un mayor control sobre los vertidos que provocan que los medicamentos acaben en las aguas. Esta semana se ha presentado un borrador de la nueva directiva en el que se han añadido 53 nuevas sustancias de la lista de contaminantes que se deben controlar. En esta lista se incluyen antiinflamatorios, analgésicos y antibióticos, aunque lo que más preocupa son estos últimos, puesto que la presencia de antibióticos en las aguas de riego puede provocar que aparezcan nuevas bacterias resistentes a los fármacos, lo que supone un grave problema de salud pública.

El peligro de que los antibióticos acaben en el agua

Los antibióticos llegan a los ríos, lagos, mares y aguas subterráneas a partir de los desechos de los hospitales, las empresas farmacéuticas y las aguas residuales de las poblaciones, que recogen la orina y las heces de seres humanos y animales tratados con antibióticos.

Con más residuos de antibióticos en el medio ambiente, aumenta el riesgo de aparición de otros patógenos resistentes. Las bacterias de diferentes especies pueden transmitirse mecanismos de resistencia entre sí, y los patógenos resistentes que aparecen en el medio ambiente pueden llegar a humanos y animales. Esto puede aumentar el número de casos en los que las infecciones ya no pueden tratarse con éxito.

Un problema mundial

Aunque el control de los antibióticos en las aguas se está debatiendo ahora en el ámbito europeo, el gran desafío de la salud pública es la presencia de residuos de antibióticos en las aguas de los países emergentes. En India, China y muchos otros países de la zona el uso de antibióticos es tan indiscriminado que existe un gran riesgo potencial de que aparezcan bacterias resistentes a los tratamientos.

Las incubadoras de estas bacterias son las plantas de tratamiento de aguas residuales que reciben los residuos de los fármacos, pero no los separan eficazmente y los vierten en la naturaleza. En los países del pacífico occidental y el sudeste asiático, entre el 80 y el 90 % de las aguas residuales ingresan a los cuerpos de agua sin tratar.

Thomas Van Boeckel, profesor de geografía de la salud en la Universidad de Goteborg (Suecia) explica en un estudio que se produce una concentración selectiva de antibióticos y que si aparece una bacteria resistente en China o la India, se extenderá a Europa y todo el mundo.

China e India se encuentran entre los mayores productores y consumidores de antibióticos del mundo. Sin embargo, la resistencia a tales fármacos es ahora una de las principales causas de muerte en todo el mundo.

¿Es peligroso que haya antibióticos en el agua?

En Asia, muchas personas usan el agua de los ríos y lagos directamente para lavarse y como agua potable, lo que aumenta el riesgo de infección con una de estas bacterias resistentes, explican los investigadores dirigidos por Nada Hanna, del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia).

El equipo evaluó 240 análisis de la situación en países asiáticos. Además, utilizaron un método especial para determinar dónde la concentración de antibióticos puede ser tan alta que probablemente contribuya al desarrollo de resistencia a los antibióticos.

Los valores fueron medidos en aguas residuales, entradas y salidas de plantas de tratamiento y en aguas receptoras. La conclusión es que las plantas de tratamiento son puntos críticos para el desarrollo de resistencias a los antibióticos en estas regiones.

Según el grupo de investigación, el mayor riesgo de desarrollar resistencia en el agua del grifo o potable fue para el antibiótico ciprofloxacino en China y otros países de la región del Pacífico occidental. El ciprofloxacino es un antibiótico de amplio espectro que se puede usar contra numerosas bacterias, pero debe usarse con precaución por sus efectos secundarios potencialmente graves.

Según los resultados de la revisión, se detectaron un total de 92 antibióticos humanos y veterinarios diferentes en cuerpos de agua en los países de la región del Pacífico Occidental y 45 en países del Sudeste Asiático.

La mano ancha con los antibióticos es un problema

Evitar el consumo innecesario de antibióticos es importante para evitar la propagación de resistencias, pero los estudios han demostrado repetidamente que la prescripción de antibióticos suele ser más laxa de lo que debería ser, especialmente en los países emergentes.

En 2019 se podían comprar antibióticos sin receta en el 80% de las faramacias de China, según una encuesta presentada en la revista Antimicrobial Resistance and Infection Control.

La OMS estima que 1,3 millones de personas mueren ahora cada año porque los antibióticos no son eficaces contra sus infecciones. La autoridad sanitaria de la Unión Europea, informó a fines de 2022 que más de 35.000 personas mueren cada año en el Espacio Económico Europeo debido a la resistencia a los antibióticos.

Según datos del Ministerio de Sanidad, en España mueren cada año 4.000 personas por patógenos multirresistentes, es decir, aquellos que son resistentes a varios antibióticos al mismo tiempo.

¿Qué caracteriza la resistencia a los antibióticos?

Los expertos hablan de resistencia cuando los pacientes no reaccionan a un antibiótico, es decir, cuando el antibiótico no destruye las bacterias que causan la enfermedad. Los patógenos se denominan multirresistentes, contra los cuales varios o todos los antibióticos disponibles ya no son efectivos.

En la revista Science Translational Medicine, Michael Cook y Gerard Wright, de la Universidad McMaster de Canadá, han advertido sobre una inminente "era posterior a los antibióticos". Según estos autores, algunas infecciones que solían curarse de forma rutinaria con medicamentos descubiertos en el siglo XX, ya no podrán tratarse en el futuro.

Referencia científica: