Organizar los rincones oscuros de la casa en los que se van acumulando trastos, papeles o cajas que parecen estar esperando una mano que nunca llega es una labor mucho más importante de lo que se cree.

Esos objetos nos recuerdan constantemente esa tendencia a rodearse de lastre y esa dejadez que tan a menudo impiden que la vida fluya.

Poner orden significa buscar la armonía en el momento presente, deshaciéndose de aquello que ya no resulta de utilidad, estableciendo prioridades y poniendo en práctica cierto desapego.

En ocasiones, puede ser incluso una forma de poner un broche al pasado, simbolizado en algunas de las cosas que nos rodean. De ahí que, después de renovar esos rincones en stand-by y ventilar, quitar el polvo, aspirar, fregar el suelo y arreglar lo que está estropeado (grifos, bombillas, cisternas, muebles…), se suela respirar de alivio con la sensación de haberse quitado un peso de encima.

El trastero: es necesario ponerlo en orden

Tanto en casa como en la dieta los motivos que llevan a acumular o a cultivar el desorden pueden ser muchos, conscientes e inconscientes. Empezar a poner orden en lo físico, interna y externamente, puede ser asimismo un catalizador para poner orden en lo psíquico.

Objetos en buen uso que se utilizan solo en ocasiones: sillas, bicicletas…, antiguallas familiares heredadas, enseres rotos que esperan una reparación que nunca llega y cosas con las que no se sabe qué hacer son almacenadas normalmente en los trasteros o los desvanes de las casas, esas zonas que se asemejan al inconsciente personal, cada vez más cargado de elementos prescindibles.

Entrar en estos espacios con la intención de deshacerse de lo que se sabe con seguridad que no se volverá a utilizar es un acto de limpieza necesario que dará una mayor amplitud física y psíquica a la vida.

No debería costar tanto desprenderse de las cosas y de los pensamientos: al desapegarse uno se vacía y abre espacio para las nuevas oportunidades.

A continuación te invitamos a realizar un recorrido por las zonas de la casa en las que introducir pequeños cambios puede proporcionar una mayor armonía.

Entrada: cómo organizarla

Para el feng-shui, el arte tradicional chino de la armonización de espacios, la entrada principal de una casa indica la afluencia de oportunidades o el camino de entrada de la energía o chi que penetra en el hogar.

Por ello, poner orden en la entrada requiere que el camino que conduce hacia la casa sea claro, esté bien definido y no confunda a las personas que llegan.

También es importante que el nombre y la dirección se vean correctamente en el buzón, que las cerraduras abran y cierren sin problemas, que no haya obstáculos que dificulten el paso y que la puerta de entrada no sea demasiado estrecha ni el techo demasiado bajo.

Una vez en el interior, tanto si el hogar es un piso como una casa, el vestíbulo debe ser un lugar que acoja lo que entre sin resistencias. Podemos observar si es un recibidor lleno de luz o en penumbra, a qué huele la casa, o qué objetos dan la bienvenida tras la puerta.

  • Todo bien ordenado. Es importante que el orden se respire en la casa desde la entrada y que el mueble que se suele situar en este espacio sea discreto y ayude a sentirse bien, sin dejar en él trastos o cartas que creen confusión y que recuerden cosas pendientes.
  • Bien iluminado y decoración sencilla. Una buena iluminación, una decoración sencilla con colores vivos y alegres, un jarrón lleno de flores frescas y un cuadro vitalista que invite a pasar –en vez de un espejo, que hará que la energía salga por donde ha entrado–, favorecen un buen ambiente.
  • Un lugar bien aromatizado. También se pueden colocar, en la mesa del recibidor, unas barritas de incienso o un quemador de aceites esenciales: la citronela o hierba limón, la bergamota y el romero desprenden un olor a limpio impecable.

El salón: cómo decorarlo y ordenarlo

El salón es el espacio central de la casa, donde se comparten muchos momentos de tranquilidad con la familia y los amigos, y donde gusta sentirse cómodo charlando, viendo un rato la tele o descansando tras llegar del trabajo.

El salón es quizá la habitación que mejor refleja el modo en que se relacionan los habitantes de una casa: hay salones que parecen sacados del catálogo de una revista de decoración y que se antojan poco habitados; salones recargados, con poca luz, colores sombríos y cuadros que desprenden soledad… pero también hay salones bellos, cuidados y acogedores que invitan a quedarse.

Todo despejado. Por ello, ver un salón despejado, sin cajas u obstáculos de por medio, sin correspondencia apilada por mirar, con la mesa y las estanterías ordenadas y libres de polvo, es una bendición, como también lo es encontrarse con un entorno que ayude a relajarse y a recargar las pilas tras la jornada laboral.

  • Iluminar bien. Para favorecer un ambiente así es importante que el salón reciba luz solar y que disponga de unos muebles cómodos y alegres, así como de una alfombra si es posible.
  • Sofás protegidos. Cuando hay niños, los sofás aparecen gastados enseguida; se pueden cubrir con telas divertidas que pongan una nota de color y a la vez los protejan.
  • Pintar con colores claros. Una estancia de un blanco roto o un tono pastel que contraste con los muebles aporta luminosidad, mientras que las figuritas, detalles y fotografías que se coloquen en muebles y paredes deberían ser estimulantes y reconfortantes.
  • Que transmita positivismo. Es buena idea sustituir aquellos elementos negativos (cuadros apagados, fotografías nuestras o de algún familiar que causen rechazo, figuritas heredadas o regaladas por compromiso con las que no nos sintamos cómodos…) por objetos que transmitan buenas emociones: conchas y elementos marinos o minerales traídos por los hijos, fotos familiares que reflejen felicidad, recuerdos de algún viaje que nos conecten con la magia de aquel momento, plantas que nos vinculen con la naturaleza o, simplemente, elementos decorativos que nos atraigan por su belleza.

La cocina: cómo hacerla confortable

Si el salón es el espacio de las relaciones con la familia y los amigos, la cocina es el lugar donde se gesta la salud de los habitantes de la casa.

La cocina es donde se preparan y se almacenan los alimentos que nos dan vida y donde a menudo se dispone el comedor, para nutrirse, deleitarse con los alimentos y mantener buenas charlas. Por eso, limpiar y organizar este espacio habla de la buena disposición para cuidar mejor de la propia salud y de la de quienes nos rodean, pero también para disfrutar y dar placer a los demás.

  • Un ambiante cálido. Se aconseja crear un ambiente cálido que invite al recogimiento y al disfrute de ese momento especial en el que se prepara y comparte la comida.
  • Siempre bien limpia. Dejar que los platos se amontonen en el fregadero y permanezcan sucios hasta el día siguiente, encontrar la encimera llena de trastos, migas de pan, sobras del día anterior o los muebles de la cocina con una pátina de grasa y el suelo sucio crea una sensación de descuido que tira para atrás en vez de animar a elaborar los mejores platos.

Cuidarse por dentro exige pulcritud y organización del lugar y los utensilios que permiten hacerlo.

  • Elegir bien los colores. Se puede crear un ambiente confortable y luminoso eligiendo colores terrosos: cremas, amarillos, ocres o naranjas para las paredes que contrasten con el mobiliario y el suelo.
  • Mantener a la vista fuentes con fruta y hortalizas frescas de temporada. Tomates, mandarinas, manzanas, peras, plátanos… tenerlos a la vista atrae una excelente energía a la cocina, al igual que si se colocan en el alféizar de la ventana unas jardineras o macetas con plantas aromáticas: romero, cilantro, perejil, menta, albahaca… Estas se pueden añadir a los guisos y a la vez acercan a casa un pedacito de naturaleza, lo cual se agradece especialmente cuando se vive en la ciudad.
  • Ordenar bien armarios y cajones. Encontrar los cajones y armarios bien organizados, con la pasta, los cereales y las legumbres en tarros de cristal, facilita las cosas a la hora de saber con qué se cuenta y con qué no, evitando que los paquetes se amontonen haciendo equilibrios y ocupen un espacio mayor.
  • Organizar bien la despensa. Otro aspecto importante en la organización de la cocina es elaborar una lista de lo que se necesita para comprar en función de lo que se vaya a usar y no de manera compulsiva, manteniendo la nevera limpia y libre de malos olores (puede limpiarse regularmente con bicarbonato y agua). Así se racionaliza el consumo y se evita tirar a la basura los productos frescos adquiridos que al final no se aprovechan. Si quieres saber cómo organizar la despensa correctamente, quizá te interese el curso online Cómo organizar la despensa de la Escuela Cuerpomente.
  • No olvidar el reciclaje. Reciclar el plástico, el vidrio, el papel e incluso el aceite ayuda, por otra parte, a ser más cuidadosos, conscientes y solidarios con el planeta, que al fin y al cabo también es la casa en la que vivimos.
  • No conviene que los alimentos convivan con los medicamentos; es decir, que por comodidad a la hora de tomarlos se dejen los fármacos al lado de lo que nos nutre. Tenerlos a la vista da mayor intensidad a la enfermedad o falta de salud. Es preferible guardarlos en un botiquín en el cuarto de baño o en un maletín en un lugar menos comprometido.

Los dormitorios: descanso e intimidad

Como espacio propio de cada miembro de la casa, el dormitorio debe ser uno de los lugares más relajantes del hogar, acorde con los gustos personales y pensado para el descanso y la intimidad.

Es importante, a la hora de conseguir orden y limpieza, optar por no recargar demasiado estos espacios, eliminar elementos que puedan interferir en el descanso, como televisores u ordenadores, y utilizar colores en las paredes y el mobiliario que faciliten la relajación.

Si se opta por usar colores diferentes para cada habitación, en el dormitorio de la pareja son más propicios los tonos cálidos, como el salmón, el rosa pálido, los ocres o el melocotón, para favorecer las relaciones, más que el azul o el gris.

La habitación de la pareja es su santuario, por lo que conviene evitar fotografías no relacionadas con la pareja o los hijos. Los cuadros y otros motivos han de transmitir sensaciones positivas.

Al poner orden interesa revisar los cajones, dejando lo imprescindible, y poner al día los armarios, deshaciéndose de la ropa que no se lleva desde hace un año o más, ya que ocupa espacio y no presta ningún servicio. Una buena opción es ofrecerla a entidades benéficas, para que otras personas la puedan aprovechar.

En la habitación de los niños interesa que dominen los tonos pastel y los muebles y motivos alegres, que favorecen un ambiente agradable y tranquilizador, y disponer de una mesa libre de trastos para facilitar el estudio. Las paredes en un amarillo suave potencian la concentración.

En cuanto a los juguetes, lo ideal es guardarlos en un baúl o cajón que permanezca tapado, más que colocarlos en estanterías. Esto, aparte de exponerlos al polvo, puede dar lugar a un exceso de información que molesta, cuando en esta zona lo que se pretende es que los niños se relajen tras la actividad diaria.

El baño: relajación y contacto con el agua

El baño es la zona de la casa consagrada a la higiene y donde uno se abandona al relax y a la tonificación que procura el agua. Exige, por lo tanto, una pulcritud escrupulosa.

Para la limpieza pueden usarse jabones ecológicos comerciales o productos naturales caseros. El bórax, un limpiador y desinfectante natural de venta en droguerías, puede sustituir a la lejía para limpiar el inodoro, la bañera, el lavabo y el suelo; el limón y el vinagre eliminan los restos de cal en la grifería.

Si se quiere que esta estancia huela más a limpio, puede añadirse a la taza del inodoro unas gotitas de esencia de pino, limón, eucalipto o menta, o poner estas esencias a quemar en un quemador. Ventilar bien y mantener cerrados la tapa del inodoro y los orificios de la bañera, el lavabo y el bidé también evita los olores procedentes del desagüe, así como una "baja energía", que según el feng-shui puede esparcirse por el resto de la casa a través de estos orificios.

Si se dispone de luz natural y espacio en el baño, decorarlo con una planta –como un helecho, que requiere humedad y poca luz– aumenta la sensación de armonía, como ver las toallas dobladas y bien dispuestas, jabones naturales de colores para las manos y piedrecitas de río en un recipiente bonito.

Los mármoles, el travertino, el granito, el gres porcelánico, en combinación con muebles y accesorios de madera y mimbre, así como los azulejos tradicionales en tonos azules y verdes en contraste con el blanco, ofrecen suelos y paredes de gran pulcritud y belleza.

Tan importante como limpiar la casa y evaluar la situación personal en el día a día es dedicar un tiempo a deshacerse de la carga almacenada en el cuerpo en forma de tensión nerviosa y dolores articulares o musculares.

Para dar al cuerpo un relax y una tonificación excepcionales y de paso eliminar unas cuantas toxinas, limpiando la piel en profundidad de las impurezas acumuladas durante el invierno, se puede disfrutar del placer de un baño de sales.

Limpieza general para abrirse a lo nuevo

El hogar es una proyección de nosotros mismos, de quiénes somos y de cómo estamos. Limpiar las diferentes estancias, reubicar muebles, deshacerse de objetos y ropas que ya no sirven y poner orden es una manera de simplificar, de quedarse con lo esencial y despedirse de lo acumulado para hacer sitio a lo nuevo.

Resulta gratificante en sí mismo porque, al acabar, el espacio íntimo se ve como se desea verlo. Transmite satisfacción por la tarea cumplida y sensación de ligereza. Incluso puede generar una calma que favorece el equilibrio emocional y mayor claridad a la hora de llevar a cabo proyectos en cualquier ámbito.

Y es que en un entorno estimulante, acogedor y libre de interferencias relajarse, escucharse y conectar con el propio mundo interior y con el de los demás resulta mucho más fácil.

Aprovechar la energía que se genera al limpiar y poner orden es un modo indirecto de hacerlo también en la propia vida. Pon orden en tu mente: dedica un momento diario a relajarte y a poner orden en tu vida interior.

De buena mañana o antes de irte a dormir puedes sentarte en una silla o en un cojín en el suelo, respirar hondo varias veces e ir soltando la tensión con cada espiración. Valora cómo estás en ese momento, con qué cosas de tu vida te encuentras cómodo y en plenitud y si sientes tener algo pendiente. Analiza qué te causa desasosiego y pregúntate qué puedes cambiar, fijándote objetivos realistas.

Libros para reestructurar tu hogar

  • Feng-shui para occidente; Terah K. Collins, Ed. Urano
  • El libro de la desintoxicación y la salud; R. Dahlke y D. Ehrenberger, Ed. Robinbook